El sueño polaco que el COVID-19 tiene en pausa

Iván Díaz Rolle
I. DÍAZ ROLLE BURELA / LA VOZ

BURELA

CEDIDA

Con solo 21 años, Michal Kaluza hizo las maletas para convertirse de la mano del Pescados Rubén-Burela en el primer polaco en la mejor liga del mundo de fútbol sala. El portero pasa ahora el confinamiento solo en Burela, lejos de su pareja y de sus familiares

18 abr 2020 . Actualizado a las 20:43 h.

Con 18 años ya era titular en la selección absoluta; con 20, los Futsal Planet Awards lo distinguieron entre los diez mejores porteros del mundo; y con 21 se convirtió en el primer polaco en la liga española debutando, además, en un escenario de excepción como el Palau. La meteórica progresión de Michal Kaluza no parece tener techo, aunque el estado de alarma por culpa del COVID-19 le haya puesto freno.

En los últimos meses antes del parón forzoso alternó responsabilidades con Edu en la meta del Pescados Rubén-Burela. «Mi primer año en Burela ha sido una gran experiencia. Tenía miedo a este viaje, a sentirme solo en un país extranjero. Pero desde el principio me he sentido muy arropado por el club y por mis compañeros. El idioma ha sido un problema, pero después de unos meses ya entiendo casi todo y, aunque aún tengo dificultades para conversar creo que pronto hablaré bien español», cuenta.

El arquero de Bielsko-Biala, toda una institución en el Rekord pese a su corta edad, sigue pensando en mejorar: «He aprendido mucho este año, pero aún tengo mucho trabajo por delante. Me encantaría continuar mi carrera en Burela, aunque aún no hemos tenido conversaciones al respecto. Por ahora debemos pensar en sobrevivir a la cuarentena y luego ya veremos qué nos trae el futuro».

Solo en Burela

Con 21 años y en su primera experiencia lejos de Polonia, Kaluza atraviesa un confinamiento especialmente duro, alejado de su pareja y familiares. «Se está haciendo más duro ahora porque no hay partidos ni entrenamientos. Paso todo el tiempo en casa. La salud es lo más importante ahora así que trato de ajustarme a todas las reglas», relata. Describe una rutina repetitiva: «Hago los ejercicios que nos pasó el club, leo, estudio idiomas y también paso mucho tiempo en la cocina. Me encanta cocinar».

Tampoco pierde el contacto con sus seres queridos. «Todos los días hablo con mi novia y con mis familiares. Allí las cosas están más tranquilas que en España, pero la situación es difícil», explica un hombre que no se plantea volver a casa hasta que las cosas se calmen. «No intenté irme, pero claro que lo pensé mucho. Sería difícil y peligroso. Me quedo en Burela al menos hasta que haya información oficial del final de la temporada».

El polaco ve con buenos ojos la propuesta de la Federación Española, que concedería ascensos pero no decretaría descensos si la liga no se puede reanudar. «Creo que es una buena solución. La salud de los jugadores y las familias es lo más importante, así no se puede jugar. Queremos ganarnos en la cancha seguir en Primera, pero si no se reanuda no es justo que nos castiguen con el descenso», cuenta el prometedor portero de un Burela que era colista a cuatro puntos de la permanencia cuando se paró la competición.