Nueva vida para los fúnebres clásicos

Por Alejandro Mínguez

BARREIROS

Alejandro Ricardo Mínguez González

Muchas unidades que fueron vehículos mortuorios son reformadas para uso lúdico, comercial o colección. Algunas están muy buscadas. Otras se conservan con mimo en garajes de Galicia simplemente por una cuestión sentimental.

21 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

L as redes sociales, Internet y la propia calle en casos son testigos del bum de la nueva vida de los coches fúnebres clásicos. Muchas unidades que fueron vehículos mortuorios tiempo atrás son reformadas para darles un nuevo uso lúdico o como integrantes de una colección de clásicos. Se pueden ver modelos reconvertidos en coches de surfistas, en pick-up o utilizados para hacer un alto en el viaje y descansar en la parte posterior camperizada. Hay también una vertiente de negocio, ya que se pueden encontrar algunos en alquiler para películas o para entierros de mascotas, y hay quien lo utiliza como expositor en ferias y mercadillos. Algunos de los aficionados a este sector lo usan como segundo coche de forma habitual, ante la sorpresa de quien los ven pasar por la calle una vez modificados. En Galicia, en la mayoría de los casos las unidades conservadas obedecen a una cuestión de apego a la marca.

El caso del celanovés José Manuel Fernández Rodríguez es diferente. Es un mecánico por afición que podría ser profesional y su historia es una cuestión más sentimental que otra cosa. Disfruta arreglando y convirtiendo vehículos. Además, regenta la funeraria que en su día fue de su padre y recuerda distintos coches fúnebres que hoy son clásicos, como varias unidades de Chrysler 180, Seat 1.500 y Seat 132, de los que se fueron deshaciendo por renovación de la flota, que hoy está conformada por Mercedes y Volvo.

Conserva dos clásicos fúnebres: un Chrysler 180, después denominado en España como Talbot, del que le cuesta deshacerse; y un curioso Dodge Dart con 3.700 centímetros cúbicos de las primeras unidades llegadas a España y ensamblada por Barreiros en Villaverde, Madrid. Pertenece a la tercera generación americana y la primera española, que en su país de origen había cosechado un importante éxito como coche de lujo. Con matrícula de Pontevedra de 1968, antes de ser carrozado como fúnebre hizo servicio de taxi con carrocería de berlina familiar en la zona de Arousa. Circularon muy pocas unidades de esta versión por las carreteras españolas. Su elevado precio impidió que fuese un coche popular y las carrocerías familiares no dejaban de ser una rareza en la época. Motor de gasolina de seis cilindros con tres velocidades, cambio de marchas en el volante, freno de servicio en la parte izquierda del puesto de conducción y faro redondo único a cada lado del frontal son los rasgos diferenciadores que denotan su edad, más de medio siglo. Fue el primer vehículo fúnebre que utilizó su padre y, tras muchos años en servicio, pasó a ocupar un espacio permanente en el garaje de José Manuel Fernández. «Funciona perfectamente», explica, aunque necesita algunos retoques, sobre todo de chapa, ya que el óxido empieza a verse en la carrocería. Reconoce que es fácil conseguir repuestos para esta unidad a pesar del paso de los años y cree que no se deshará nunca de este coche. No descarta darle nuevos usos en un futuro, como hace con las ambulancias que posee, convertidas en furgonetas para carga, camperizadas o para transporte de personas.

El Chrysler 180, de 1977, también fue un modelo fabricado en las instalaciones del ourensano Eduardo Barreiros en Madrid. No fue tampoco un coche popular. Los cambios en la titularidad del fabricante y de nombres y modelos confundieron al público de la época, cuyos resultados fueron un coche con aires franceses, ingleses, de propiedad americana y montado en España. Los taxistas le dieron en su momento una oportunidad a la versión diésel de Barreiros, pero los motores de 1.6 y 1.8 litros de gasolina no fueron populares. La unidad conservada en Celanova ya dispone de un motor de 2.000 centímetros cúbicos y una caja de cambios automática, algo imprescindible para los servicios funerarios por las bajas velocidades de los traslados, que reclaman la ausencia del embrague. Un coche que daba algunos fallos y requería cierto mimo, reconoce su propietario.

Por poco más de mil euros se puede adquirir una unidad en buen estado de modelos muy habituales de la marca Seat, pero las rarezas, como en todo, se cotizan, como unidades de Dodge o Mercedes. Son muchos los que dan una nueva vida a los clásicos fúnebres y los disfrutan con total normalidad.

Hay quien utiliza estos coches como expositor en mercadillos, una vez que los ha modificado