Unas comunicaciones obsoletas lastran «el norte del norte»

ana f. cuba ORTIGUEIRA

BARREIROS

El AVE aquí se llama Feve; y la autovía, Vía de Altas Prestacións, hasta ahora de 8 kilómetros

02 feb 2015 . Actualizado a las 13:12 h.

El AVE de la costa norte gallega, de Ribadeo a Ferrol, se llama Feve (ahora Renfe Viajeros) y tarda tres horas y cinco minutos en completar los 150 kilómetros que separan ambas poblaciones. De Viveiro a la ciudad naval hay 88 kilómetros, que el ferrocarril recorre en una hora y 57 minutos. «E aínda menos mal que o temos», exclama una vecina del municipio ortegano de Cerdido que viaja a diario en el tren de vía estrecha, artífice, junto a otros usuarios, de una campaña de recogida de firmas para exigir al Ministerio de Fomento mejoras en el servicio. Y, sobre todo, garantías de que no se suprimirá.

La A-8 -la autovía transcantábrica perdió el nombre en Barreiros al desviarse hacia Vilalba-, de San Cibrao a Ferrol se llama Vía de Altas Prestacións (VAP), pero solo hay un tramo operativo, la circunvalación de Ortigueira (de ocho kilómetros, abierta en julio de 2013), y otro en obras, de Area a O Castelo. «Así es casi inútil entre Espasante y Cuíña», opina Juan, comercial, que soporta «los camiones de madera, sin opción de adelantar en kilómetros, de San Sadurniño y Viveiro; los de dunita, de Landoi a Cariño; y los socavones de la N 642, sobre todo en Nois, Fazouro y Mañente (Foz)».

Si moverse por el norte en coche o en tren requiere paciencia y oficio, desplazarse hacia los aeropuertos o las ciudades equivale a una prueba de resistencia. Salvando el extremo oriental de A Mariña, conectado a través de la A-8, el resto de la comarca lucense y Ortegal (y la vecina Cedeira) sortean con tenacidad y resignación entre 30 y 50 minutos de penitencia hasta una autovía o una estación de ferrocarril de larga distancia. Y a partir de ahí, a sumar kilómetros para coger un avión.

 

Potencial económico

Las obsoletas infraestructuras del «norte del norte», como lo denomina alguna campaña promocional, marginan a su población y suponen una rémora para su gran potencial económico, no solo por el peso de Alcoa, sino también por los sectores pesquero, forestal o turístico.