La monja aficionada a los puzles y la abadesa del convento viveirense, sor Teresa, explican lo laborioso de un trabajo que llevó a sor Marta tres meses y que ahora preside la pared principal de la portería del convento. Impresiona por el realismo y el colorido de las tres escenas pintadas por Van der Weyden que representan la Anunciación, la Adoración de los Reyes y la presentación en el templo. Pero también por la minuciosidad del trabajo realizado por la mugardesa para acoplar las 18.000 piezas que le dan forma y que dieron origen a un gran cuadro de 3,21 metros de ancho por 1,56 de alto.
El puzle lo fue haciendo «a la hora de la siesta, mucho de noche, algún fin de semana hasta las 3 de la madrugada», tirada en el suelo del salón del noviciado, en la tercera planta del magnífico convento renacentista que ocupa parte de la plaza de Santa María. Para trasladarlo a la planta baja «hubo que hacer virguerías, hicieron falta 4 o 5 monjas». En las diferentes fases, sor Marta tuvo algunas ayudas, la colocación de alguna que otra pieza por parte de sus compañeras, «pocas, a las hermanas no les gusta mucho»; la de José Antonio, el sobrino de sor Teresa cuando las labores del jardín no eran posibles por la lluvia. También la de Justo, el carpintero de Budián que además de restaurar algunas piezas del convento, se encargó de hacer el marco de una medida especial que requería la obra. «Montarlo fue toda una odisea porque pesaba mucho, aunque cuadró que estaban aquí los obreros de una obra que estábamos haciendo y nos ayudaron», remarca la religiosa.