Secundino Cora, emigrante de Ourol en el inicio del regionalismo gallego en Cuba

martín fernández

A MARIÑA

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Fue asiduo colaborador de El Eco de Vivero, semanario católico y conservador fundado por Teodoro Botino

23 abr 2023 . Actualizado a las 14:05 h.

Manuel Murguía publicó en 1888 El regionalismo gallego que recogía su réplica al discurso de entrada en la Academia de la Historia de Antonio Sánchez Moguel, senador y decano de la Universidad Central de Madrid. La publicación supuso un antes y un después en la historia del galleguismo: el salto del provincialismo al regionalismo. 1.200 emigrantes en La Habana apoyaron su intervención en una carta promovida por 30 personas, las mismas que financiaron la publicación del libro. Una de ellas era Secundino Cora García, periodista y poeta de Miñotos (Ourol) que no pasó a la historia por su calidad pero sí por ser un iniciador de ese movimiento político en Cuba.

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Secundino y Ramón Cora García emigraron muy jóvenes a Cuba desde Miñotos en la segunda mitad del siglo XIX. Secundino había estudiado en el Seminario de Mondoñedo y tuvo siempre vocación literaria y artística. Eso lo llevó a publicar escritos y poemas en la prensa emigrante, sobre todo en A Gaita Galega _la primera revista publicada íntegramente en gallego en América, fundada por Chumín de Céltegos (Ramón Armada Teixeiro) y Roque das Mariñas (Manuel Lugrís Freire)- y El Eco de Galicia que dirigía W. Álvarez Insua.

Como tantos emigrantes, ingresó en la logia masónica Unión y Concordia 151 del Gran Oriente Nacional y, a través de ella, estableció una sólida amistad con el ferrolano Xosé Fontenla Leal, uno de los pilares de la galleguidad en Cuba, impulsor del Himno y de la Academia. Con él fundó la Revista de Galicia en 1886 pero cuatro años después tuvo que regresar a Ourol para reponerse de una enfermedad. En ese tiempo, fue asiduo colaborador de El Eco de Vivero, semanario católico y conservador fundado por Teodoro Botino. En él publicó poemas y artículos, entre ellos la serie Impresiones de un viaje, y anunció la aparición de un trabajo suyo sobre Pardo de Cela del que nunca se supo. En 1892 regresó a La Habana y ese mismo año falleció.

Firmantes de la carta

Cora fue promotor y firmante de la carta remitida a Murguía para mostrarle su apoyo y gratitud ante la crítica que había hecho de la uniformidad del Estado y ante su petición de «una distribución equitativa de la riqueza» y de «vida y libertad para las regiones que les permita desarrollarse de acuerdo con su genio, sus tendencias, su historia, su situación y producciones, sin que esto excluya entre ellas, antes por el contrario afiance, el amor y la solidaridad, hoy comprometidos por los desaciertos de los uniformistas y centralizadores».

Entre los 30 emigrantes que financiaron el libro de Murguía figuraban los mariñanos Antonio Otero Murias, Domingo Díaz, José Prieto, Ramón y Secundino Cora, José Ben, Pedro Murias y otros como Fidel Vilasuso, Waldo A. Insua, Serafín Sabucedo, Armada Teijeiro, Fontenla, Vicente Canosa, Antonio Trigo, José Santalla y Francisco Reinante.

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Sufrió aceradas críticas literarias y por tener cargos retribuidos en sociedades de emigrantes

Secundino Cora sufrió aceradas críticas en su faceta de escritor y poeta y en el ámbito personal por su larga vinculación con el Centro Gallego. La mayoría de ellas se publicaron en Galicia Moderna de los ferrolanos José y Enrique Novo García. Era un semanario publicado entre 1885 y 1890 que informaba de Galicia y su cultura desde una línea editorial de galleguismo moderado y a menudo crítico con el Centro Gallego y la Sociedad de Beneficencia.

«Calamidad como poeta»

Ya el 14 de agosto de 1886, Joaquín Rueta dice de Cora en el artículo Al piltrafero que «lo mismo traza una poesía, capaz de enternecer a un melón, que un artículo piramidal y antinervioso». Lo tilda de «nulidad como prosista y perfecta calamidad como poeta, una piltrafa literaria, en suma». Y le aconseja que «para ser un mal escritor o periodista se necesita algo más de lo que él posee; es necesario haber visto la gramática por el forro, la retórica y la poética por el lomo y el sentido común en todas sus páginas».

Un año después, el 12 de junio de 1887, Galicia Moderna reitera su feroz crítica contra él por haber traducido de modo incorrecto versos de Rosalía en una revista castellana y haber hecho suyos párrafos enteros de ella. Se burla de él y le pide que le indique en qué carta geográfica y a qué latitud se encuentra «el mar hondo del alma», verso descubierto por quien califica de «el Colón de los ripios, señor Cora».

Pero las censuras no se quedaron en lo literario. El 19 de febrero de 1888, en el artículo Lobos famentos, descalifica su altruismo y le reprocha que hubiera mantenido, durante largos años, cargos retribuidos en el Centro Gallego y en la sociedad benéfica.

El Centro Gallego, Rosalía y el Panteón de los Gallegos Ilustres

La vida de Secundino Cora giró en torno a sus publicaciones en A Gaita Galega, La Alborada, El Eco de Galicia y la Revista de Galicia -que él mismo dirigió en 1886- y al Centro Gallego donde fue directivo, secretario y miembro de la sección de Instrucción. El 3 de enero de 1886, un año después de morir Rosalía, se formó una comisión _con Juan Espada, Serafín Sabucedo, Secundino Cora, Tomás López, Lugrís Freire y Enrique Novo_ para organizar su homenaje: una función en un teatro cuyos ingresos serían para erigir un mausoleo, publicar sus libros o educar a sus hijos. Al final, los organizadores fueron Cora y Delmira Vieites y la velada se celebró el 25 de marzo de 1886. A la recaudación, se sumaron 700 pesos de la revista Galicia Moderna y las donaciones de 1.130 emigrantes para un monumento a Rosalía en el cementerio de Adina (Padrón).

Esa idea inicial mutó -a iniciativa de la Sociedad Económica de Amigos del País- en trasladar los restos de Rosalía a Santiago y crear un Panteón de Gallegos Ilustres. El plan cuajó y Rosalía tuvo post-mortem el homenaje que no tuvo en vida.

Su realización tuvo que ver con el surgimiento en La Habana de una élite intelectual, ilustrada y activa, que elaboró un proyecto socio-político regionalista y liberal para Galicia, regeneracionista y defensor del progreso para romper el atraso secular. Era un proyecto más cultural e ideológico que de un grupo o partido concreto. Sus promotores eran regionalistas pero españoles -no separatistas y contrarios al independentismo cubano- y enemigos de la oligarquía, el caciquismo y los Borbones. Casi todos eran republicanos federales, tradicionalistas y católicos, y partidarios de los derechos históricos y las instituciones tradicionales. Cora, con su amigo Fontenla Leal, fue un activo promotor de esas ideas.

Su mujer murió en 1887 y él cinco años después siendo vicesecretario del Centro Gallego. Su entierro _según Galicia Moderna el 20 de febrero de 1892_ «fue solemnísimo y un espectáculo» por el ornato y participación de ilustres personalidades.