Los mindonienses en Buenos Aires financiaron el mausoleo y el homenaje tributado a Leiras

martín fernández

A MARIÑA

MARIO REGUEIRA

31 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Leiras Pulpeiro gozó de gran prestigio social y literario en la diáspora. Al poco de morir, Fernando Lorenzo Rico -amigo suyo, emigrante mindoniense en Buenos Aires y mecenas galleguista- convocó en 1913 a sus convecinos, entre los que estaba su hermano Xosé Leiras, para recaudar fondos destinados a tributarle un homenaje y erigir un mausoleo en Mondoñedo. Él mismo presidió una comisión formada por Pedro Insua, secretario, y el cervense Miguel Crego, Víctor Doménech, Francisco Otero, Ramón Pardiño, Francisco Flórez, Valentín González y Augusto Insua, como vocales. Pusieron a la venta 500 billetes para rifar una casa e imprimieron 1.000 postales con la faz y poemas de Leiras. El 20 de diciembre se celebró una velada en el Centro de Almaceneros en la que intervinieron Lorenzo Rico, el poeta Novo Costoya y el periodista Fortunato Cruces. Presidía el acto un retrato del poeta -luego donado al Centro Gallego-, se interpretaron canciones y poemas suyos y se representaron tres piezas teatrales: Los demonios en el cuerpo, Curación radical y Los incansables. En la segunda parte, se estrenó la obra Boceto de costumbres mindonienses, dividida en tres partes: Xunt’a igrexa do Santo, De volta do San Pedro da Torre y Os parrandistas da vila. Y la gala terminó con un baile amenizado por un grupo de gaiteiros que formaban Víctor Doménech (director), Augusto Insua y el dibujante de Cervo, Cao Luaces.

400 pesos y 20 centavos

La campaña concluyó un año después, en noviembre de 1914, con 400 pesos y 20 centavos recaudados y remitidos al mindoniense José R. González Rego para que los administrara con la comisión constituida en Mondoñedo para levantar el panteón. Pero tendrían que pasar casi ocho años para materializar la iniciativa. Rego culpó del retraso a la 1ª Guerra Mundial. Pero, al fin, el 30 de octubre de 1921, se inauguró el mausoleo de Leiras con su busto en bronce y una lápida de mármol que dice: «Pra eterna lembranza do gran poeta e cidadán Manuel Leiras Pulpeiro, finado o 9 de novembro de 1912. Os fillos de Mondoñedo en Buenos Aires lle consagran esta homenaxe. Ano de 1921. Amou a verdade e practicou o ben».

Según actas y documentación de Mondoñedo en Argentina, que conserva el Concello, el acto contó con «no menos de 1.500 personas» y la presencia del alcalde Álvarez Mon, del escritor y político Fernández Mato, el galleguista Antón Villar Ponte, los intelectuales Vicente Risco, Peña Novo, Carré Alvarellos y Eladio Rodríguez, los periodistas Gaspar Oitavén (del Correo de Galicia en Buenos Aires), Jesús Lombardía y Cándido Carreiras y otros como Justo R. Vázquez, José Cigarrán y José Castañeda. Lorenzo Rico entregó el panteón «que por su gestión y a expensas de los mindonienses en Argentina se construyó sobre la misma sepultura donde había sido enterrado el ilustre homenajeado». Mato y Vicente Risco fueron los encargados de contestar a su alocución.

Velada en el Casino y una cinta de «Os deserdados ó seu bo defensor»

Esa misma noche se celebró una velada necrológica en el Casino de Mondoñedo en la que el abogado local, Justo Rodríguez Vázquez, representante de los centros gallegos de Cuba y Argentina, presentó a los intelectuales que intervinieron en ella, según las citadas actas. Hablaron Eladio Rodríguez, Carré, Risco, Peña Novo, Mato y Villar Ponte que publicó su discurso en el número 151 de noviembre de 1921 en A Nosa Terra.

La reunión se inició con la Alborada de Veiga y concluyó con el Himno Gallego. Los músicos fueron Dodolino Insua, Remigio Rodríguez, Augusto Insua y Enrique Iglesias y el coro La Lira, dirigido por José Castañeda, estuvo formado por José Ramón Fernández, Antonio González Amieiro, José Vizoso, Elías Pérez Díaz, Eduardo Penas, Ricardo y Manuel Tapia, Wenceslao López, Graciano Fraga, Antonio Reigosa, José Murias, Pascual y José Ramón Freire, Clemente Folgueira, Eduardo Salgueiro, Benito Álvarez, Jesús Fernández Rodríguez, Benito Álvarez y Valentín Vaamonde.

Tres coronas

En el homenaje destacaron tres coronas: una del Ayuntamiento, otra del Casino y una tercera de un grupo de obreros en una de cuyas cintas figuraba la leyenda «os deserdados ó seu bó defensor». Y colaboraron de modo altruista el fotógrafo Santiago Pernas Salazar, Benito Álvarez Cora y Ricardo Otero Montouto que ayudaron en la ejecución del mausoleo y organización del acto; Jesús Lombardía y Justo García, concesionarios del Casino, que lo cedieron gratis para la velada; y la Sociedad Electricidad Mindoniense, que no cobró el consumo de luz.

En el acta del homenaje, se hizo constar que el documento fue redactado por Wenceslao López Freire y rubricada por Fernando Lorenzo Rico, José Mª Álvarez Mon, Andrés Pérez Rodríguez, Mato, Antonio Pardeiro, Antón Villar Ponte, Risco, Urbano Domínguez, Carré Alvarellos, Eladio Rodríguez, Gaspar Oitabén, Jesús Lombardía, Cándido Carreiras, José Cigarrán y José Castañeda.

Sus valedores fueron su amigo Fernando Lorenzo Rico y Antón Villar Ponte, que recopiló su obra

El emigrante mindoniense Fernando Lorenzo Rico y el galleguista de Viveiro, Antón Villar Ponte, fueron dos de los grandes valedores de Leiras. El primero fue su amigo y correligionario y su gran defensor en la diáspora. Emigró joven, vivió en Dorrego y Bahía Blanca pero pronto se radicó en Buenos Aires donde murió en 1952. Era un hombre afable, responsable, republicano y mecenas entusiasta y generoso de muchas iniciativas galleguistas. Fundador del Centro Gallego y de Mondoñedo y sus Distritos, a través de ellos llamó a honrar a Leiras de un modo acorde con su vida ejemplar, su personalidad, trayectoria y trascendencia.

Los emigrantes respondieron y financiaron su mausoleo y su busto, el homenaje de 1921 y la edición de una revista y su obra completa en 1930. El volumen fue posible gracias al trabajo paciente, exhaustivo y comprometido de Villar Ponte que, tras la muerte del poeta, pasó años recuperando trabajos y escritos suyos. El libro fue publicado, con prólogo de Otero Pedrayo, en la Editorial Nós de A Coruña.

En un artículo que publicó en Céltiga el 25 de abril de 1930, Villar Ponte señaló que «no puede separarse el hombre de la obra porque ambas se complementan». Destacó que Leiras «estuvo siempre en contacto con esa religión universal de todos los pueblos que se llama el sufrimiento, llevando los consuelos de la ciencia a los lugares más recónditos y muchas veces cambió sus servicios por refranes, giros y vocablos propios de la lengua gallega». Para él, «las esencias de A Mariña y A Montaña están omnipresentes en estos versos. Toda la bondad de Leiras, toda la sinceridad y la honradez de su alma republicana y laica manifiestánse en sus poemas».