Personajes de Mondoñedo y Ortigueira encarnaron el estereotipo del gallego en Cuba

martín fernández

A MARIÑA

Archivo M. Fernández

Hicieron papeles populares en el cine, la radio y el teatro

18 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La imagen de los gallegos en el cine, la radio y el teatro de Cuba no escapó del estereotipo, de una idea preconcebida que sobre ellos tenía gran parte de la sociedad. De un lado, el gallego bruto de los sainetes en los que aparecía un cubano (Liborio), un bodeguero rudo (Farruco) y una mulata que los traía de cabeza a los dos. Y, de otro, el gallego simpático y ocurrente que tuvo gran presencia, durante años, en la escena y los medios cubanos.

En Argentina sucedió lo mismo. Entre los años 1890 y 1940 triunfó el llamado género chico criollo. Se representaron más de tres mil obras de teatro breve dirigidas, sobre todo, a los emigrantes con el fin de brindarles un ocio acorde con su expectativa vital. Una obra emblemática del género fue la pieza cómico-sentimental «El Gallego Mondoñedo», escrita por Mariano de la Torre y publicada en marzo de 1927 en la revista «Bambalinas». La obra se estrenó en el Teatro Apolo y en ella el actor Ignacio Corsini interpretó el famoso tango «La Querencia».

El argumento giraba sobre los tópicos de la morriña del gallego, su sufrimiento, el triunfo logrado a base de trabajo y privaciones y el regreso triunfante, como indiano rico, a la aldea…

En Cuba, fueron los sainetes y obras costumbristas los que reproducían en los teatros Alhambra y Martí clichés parecidos: o bien tipos primitivos, avaros, incultos, tercos y malhumorados, o bien gente leal, honrada, buena, generosa, amante de la familia y con una infinita capacidad de trabajo.

La pareja que consiguió el éxito interpretando esos papeles fue la de los actores Alberto Garrido y Federico Piñeiro, dos cubanos de origen gallego. Se conocieron en 1932 el Teatro Martí —en la compañía de Manuel Suárez y Agustín Rodríguez, de O Vicedo, que entonces regentaba la sala— y fue allí donde comenzaron a darle vida a la pareja de Chicharito y Sopeira, muy popular durante veinte años. Chicharito (Garrido) era el típico cubano despreocupado y jodedor, propenso a la burla y dicharachero; y Sopeira (Piñeiro), el gallego serio, reflexivo, poco frívolo pero retranqueiro y contrapunto del negrito. Ambos pasaban hambre, no dejaban títere con cabeza y criticaban la situación económica y las injusticias que sufría el país. Por eso triunfó la serie, porque gallegos y cubanos se reían por igual.

En la radio y televisión, destacaron dos personajes, Rudesindo Caldeiro y Escobiña —que eran de Mondoñedo— y el detective Rudesindo Rodríguez, Rudy Rod, de Santa Marta de Ortigueira.

Estaban interpretados por el actor gallego Adolfo Otero en uno de los programas más exitosos, longevos y populares de la radio cubana, «La Tremenda Corte», que, ideado y guionizado por otro gallego, Cástor Vispo Villardefranco, se emitió tres veces por semana desde 1942 a 1961.

Un guionista y un actor que murió velando a un amigo

Adolfo Otero nació en Lugo en 1893 y, en Cuba, fue sinónimo de humor popular. Le llamaban El Gallego Monumental, trabajó en la Compañía de Garrido y Piñeiro y fue de los primeros actores que aprovechó las ventajas de la radio. Trabajó en exclusiva para Unión Radio Televisión, participó en películas como Hitler soy yo o Siete muertes a plazo fijo y, en octubre de 1958, cuando asistía al velatorio de su íntimo amigo, el actor Julito Díaz, y le contaba a la revista Bohemia aspectos de su vida, le dio un infarto y cayó muerto allí mismo, en el tanatorio, a los 61 años.

«La Tremenda Corte» era un programa ideado por Cástor Vispo, un emigrante nacido en A Coruña en 1907 que llegó a Cuba con 18 años y trabajó en seguros y en la administración del Diario Universal. Asumió la cultura y la idiosincrasia del país y los dichos y el habla de sus gentes, y supo reflejar todo ello en personajes-tipo. A finales de los años 30 creo los citados gallegos de ficción, que tuvieron gran éxito por sus ocurrencias e ingenio.

El elenco del programa lo formaban los actores Aníbal del Mar (el Tremendo Juez), Leopoldo Fernández (José Candelario, Tres Patines), Mimí Cal (Luz María, Nananina), Adolfo Otero (Rudesindo Caldeiro y Escobiña), Julito Díaz (el Secretario) y Miguel Ángel Herrera (el narrador). Su argumento giraba en torno a pequeños delitos cometidos por Tres Patines -un cubano pillo y vividor- al que perseguían Caldeiro y Escobiña -estafado por Tres Patines- y la mulata Nananina, su ex esposa, resentida y siempre dispuesta a testificar a favor de quién lo acusase. El juez era bueno pero débil y el secretario, un tipo corto de luces. Se reproducían situaciones picarescas, extraídas de la vida cotidiana y popular, con chispeantes diálogos, juegos de palabras y frases delirantes que, a menudo, eran asumidas y reproducidas por la gente. El juicio solía acabar bien para el ratero por su habilidad para engañar o aprovechar la bonhomía del juez. Castor Vispo falleció en La Habana en 1973, a los 66 años, y aún hoy se le considera uno de los más grandes humoristas.

Una vegadense protagonista de la película «Una gallega en La Habana» y otras actrices de éxito

El estereotipo del gallego fue frecuente en películas y telenovelas. Una de ellas, la coproducción cubano-mexicana «Una gallega en La Habana», fue dirigida en 1955 por René Cardona y protagonizada por Niní Marshall, cuyo nombre real era Ester Traveso Pérez ?nacida en Buenos Aires en 1903, hija de Pedro Traveso, de San Tirso de Abres, y de Angela Pérez, de Vegadeo (Asturias)- que encarnó a la gallega Cándida Loureiro Raballada en la serie Cándida.

El argumento contaba que Cándida, cuyo novio la había dejado en Galicia, llegó a La Habana para trabajar y buscarlo tras veinte años sin noticias de él. En el puerto fue confundida con una contrabandista de joyas y eso originó divertidos enredos. Al final, logra trabajar en una fábrica de tabacos cuyo dueño es viudo y tiene una hija que, con su novio, logró, mediante anuncios en televisión, reflotar las depauperadas ventas de la tabaquera. Cándida descubre que el dueño de la fábrica es su novio y todo termina en doble boda. La protagonista reproducía todos los tópicos sobre el gallego e inducía a risa por su modo de hablar y de comportarse ante la nueva vida y la nueva sociedad a la que se incorporaba.

En Cuba -como se relató en esta serie- fueron varias las actrices y actores gallegos de éxito. Entre ellas, Consuelito Vidal, hija de padres de Lugo y madre del fundador de La Nueva Trova Cubana, Amaury Pérez Vidal; Felisa Jar González, Fela Jar, cuyo padre, de Lalín, era encargado de mantenimiento de Partagás; Minín Bujones, oriunda de Mugardos (A Coruña); o Aurora Pita, de Perlío (Ferrol), que representó a La Gallega Catalina en la telenovela El año que viene.