La alfocense Nena Acevedo, actriz de éxito en Cuba, solo rodó una película

Martín Fernández

A MARIÑA

cedida

11 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Carmen Acevedo Candia, Nena Acevedo, fue una actriz que brilló con luz propia en el teatro cubano pero que, sin embargo, solo rodó una película, Carnaval en Puerto Rico, en 1965. Nena llegó a Cuba con tres años, en 1919, tras fallecer en Castro de Ouro (Alfoz) su padre, José Acevedo Villar, natural de Santa Cruz (O Valadouro). Su madre, Carmen Candia Nécega, que era de Budián, marchó a La Habana con sus hijas Carmen y Maruja pues allí tenía familia que gozaba de buena posición social y económica. Su hermano, José Ma Candia Nécega era directivo del Centro Gallego, iniciador de la Academia y fundador de Hijos del Valle de Oro.

Nena se formó en el Centro Gallego en donde debutó el 18 de marzo de 1937, a los 21 años, en la velada del centenario de Rosalía de Castro en la que dramatizó varios poemas. La prensa de la época -sobre todo Cultura Gallega- elogió su actuación. Y, a partir de ella, Nena Acevedo se integró en el Teatro Universitario de La Habana en el que fue actriz, directora y profesora de Arte Dramático. Participó en más de 200 obras de las que dirigió diez y, como actriz, intervino en otras muy representativas del teatro de vanguardia: Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, El cuarto lleno de rosas, La zorra y las uvas, Mamá cumple cien años, Romeo y Julieta, El malentendido, de Albert Camus, Damas retiradas, que llevó al cine Charles Vidor, El hombre, la bestia y la virtud, de Luigi Pirandello, o Mujeres, de Clare Booke, que adaptó al cine George Cukor y que permaneció en cartelera un año entero en la sala Hubert de Blanck, en El Vedado. En 1956, Nena Acevedo obtuvo el Premio Talía de Teatro por su actuación en La tercera palabra.

En Puerto Rico y Miami

Con la llegada del castrismo al poder, la alfocense marchó al exilio a Puerto Rico durante siete años. Allí rodó su única película, Carnaval en Puerto Rico, en 1965, dirigida por el cubano Tino Acosta y protagonizada por el mexicano Germán Valdés Tin Tan, Nena Acevedo, Chucho Avellanet, Mirla Castellanos, Ofelia Dacosta y otros. Se trata de una divertida comedia musical que se desarrolla en el Aeropuerto durante un día de carnaval. Para evitar los problemas de la fiesta, el director nombra a su asistente, gerente y a su secretaria, jefa del departamento de quejas. Todo va bien hasta que reciben una amenaza de muerte. Entonces, declaran sospechosos a todos los viajeros y se generan divertidas situaciones y disparatadas aventuras.

En Miami, donde murió en 2011, Nena Acevedo regresó a la docencia universitaria y al teatro con actores exiliados como Néstor Cabell, Anardis Vega, Manolo Coego, Rolando Barral o Xavier Coronel y con obras como Arsénico para los viejos (1979), Tovarich (1984) y Lo que Aurora tuvo en Cuba (1987).

En televisión tuvo éxito su personaje infantil El Ratón Cumbanchero. Y en 2007 obtuvo el Premio René Ariza por «su extraordinaria contribución a la promoción y difusión del teatro cubano».

Los gallegos tuvieron presencia en el teatro bufo y en el lírico que cubanizó la zarzuela española

Los gallegos y españoles tuvieron una gran participación en el inicio y desarrollo del género teatral en Cuba. Antes de su independencia, en la isla gozaba de gran éxito el teatro bufo, modalidad vernácula, cómica y de sátira, que contaba con tres personajes -el negrito, la mulata y el gallego- que perduraron luego en programas de radio y television. Algunos de los autores más celebrados fueron Agustín Millán y el gallego José Crespo que escribía bajo el seudónimo de Creto Gangá.

Tambien el llamado teatro lírico de zarzuelas, operetas y óperas es de influencia española y gallega. Fue llevado a la isla por compañías que realizaban frecuentes giras. El género triunfó y la primera ópera netamente cubana fue Yumuri, en 1898, de Eduardo Sánchez Fuentes, el mismo autor de la emblemática habanera Tú.

Con la independencia, tuvo lugar un proceso de reelaboración de los códigos de la zarzuela y de su adaptación a la idiosincrasia cubana dando así origen a los sainetes y operetas, tan celebradas en el Teatro Martí.

En esa labor de cubanización de la zarzuela destacaron músicos como Lecuona, Prats, Grenet,

Anckermann o Gonzalo Roig con la colaboración del guionista y letrista Agustín Rodríguez Castro, de O Vicedo, que, desde 1931, regentó durante años el Teatro Martí y fue copropietario -junto al comerciante gallego Manuel Suárez Pastoriza- de la Compañía de Zarzuelas de Cuba. Esta sociedad mantuvo en el Martí la más extensa temporada de Teatro Lírico en Cuba, de 1931 a 1936. Gonzalo Roig y Agustín Rodríguez fueron los autores de la obra cumbre de la zarzuela criolla, Cecilia Valdés.

martinfvizoso@gmail.com

La escuela de teatro de La Habana y el premio Talía

En los años 40 del pasado siglo se consolidó en Cuba el radioteatro, las radionovelas y la publicidad y se creó el Teatro Universitario, institución clave para el salto cualitativo de las artes escénicas y de la formación de actores y actrices de cine, radio, teatro y televisión. Según la historiadora Pérez Asensio, su antecedente fue la Academia de Artes Dramáticas que dirigieran Luis Amado Blanco, Barcia, Luis Alejandro Baralt, Pedro Baquet -profesor del Centro Gallego- y Ludwing Shajowick, un prestigioso director austríaco ex-alumno de Piscator y Max Reinhardt en Alemania.

Todos confluyeron en la Academia de Artes Escénicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana y en el Seminario de Artes Dramáticas que, desde el inicio, tuvo como alumnos a Antonio Vázquez Gallo, Luisa Caballero, la gallega Fela Jar, César Carbó, Ramón Valenzuela y, entre otros, Nena Acevedo. El Seminario impartía una carrera de tres años con asignaturas como Actuación, Escenografía, Utilería, Atrezzo, Iluminación, Historia, etc. Ahí se forjó una pléyade de profesionales que dieron gran fuerza y capacitación a las artes escénicas de Cuba y se creó el Teatro Universitario de La Habana, entidad similar a La Barraca de Lorca, al Teatro Español Universitario (TEU) o Los Goliardos. El grupo representó su primera obra (Antígona) en 1941 y se especializó en teatro clásico y de vanguardia. Desde el inicio de la Tv. en Cuba, actuaba los domingos en el programa Una hora de arte y cultura en el Canal 6.

Paralelo a él, nació el Patronato de Teatro, una institución cultural fundada por Ramón Crusellas -dueño de la jabonera Colgate Palmolive- para promover las artes y otorgar los Premios Talía a las mejores obras, actores, directores, etc. de cada año. Varios gallegos lo obtuvieron: en 1956 recayó en la mugardesa Minín Bujones por su actuación en La Tórtola y en la alfocense Nena Acevedo por La tercera palabra. En la gala de entrega, Minín y Nena lucieron, según la prensa de la época «modelos exclusivos del diseñador Julián Atelier».