El impacto del Prestige en A Mariña: temor y más de 600 toneladas de chapapote

M. C. VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

Chapapote en playas de O Vicedo a principios del 2003
Chapapote en playas de O Vicedo a principios del 2003 XAIME RAMALLAL

Cientos de personas, contratadas y voluntarias, lucharon contra el fuel

13 nov 2022 . Actualizado a las 13:25 h.

El 23 de noviembre de 2002 A Mariña estaba muy pendiente de la evolución que seguía la marea negra del Prestige tras avistarse manchas densas al norte de Cabo Ortegal y otras esporádicas hasta Estaca de Bares, según confirmaban entonces fuentes de Pesca. Días después, La Voz informaba que arrastreros de Celeiro habían regresado a puerto manchados de petróleo. El 26 se seguía temiendo un cambio del viento, que arrastraría los restos de fuel hacia las rías y solo un día después, el 27, la marea negra ya había alcanzado el fondo del mar en A Mariña y partidos, sindicatos, colectivos y vecinos se movilizaban ya aglutinados en la plataforma Nunca Máis, la primera de otras protestas públicas contra el desastre.

Capitanía y cofradías diseñaban planes para evitar que el fuel entrara en las rías y el 28 se reforzaba la recepción de barreras: mil metros de protección para actuar en la ría de O Vicedo, otros mil en la de Viveiro, 500 para contención en la de Foz y otros mil para la de Ribadeo. Ningún arrastrero había faenado en la amplia franja donde había aparecido petróleo, entre Foz y Estaca de Bares, en una franja comprendida entre las 12 y 25 millas de distancia de la costa y a una profundidad de entre 100 y 500 metros. Solo cuatro días antes, La Voz titulaba: «A Mariña, sin medios para afrontar una marea negra».

En medio de la alarma y mientras cientos de mariñanos se preparaban para acudir a la histórica manifestación de Santiago, surgían a finales de noviembre mensajes tranquilizadores de mariscadoras ribadenses, que hacían guardia por la afluencia de furtivos: «Aquí non chegou nada de chapapote, e tanto o marisco como o peixe están en perfectas condicións».

El 3 de diciembre las dos plantas mariñanas de rodaballo (Xove y Cervo) se mantenían «tranquilas y expectantes», los arrastreros no relataban problemas, la demanda de pescados y mariscos aumentaba en las lonjas y continuaban experimentando una lenta pero progresiva subida de precios, motivada también por la escasez, según recoge la hemeroteca. Tragsa contrataba voluntarios para prepararse ante una previsible llegada de fuel al litoral mariñano, hoteles locales registraban anulaciones de reservas para aquel puente de la Constitución y la delegación de Pesca en Celeiro levantaba ocho actas a arrastreros dañados por el fuel; el cerco y el marisqueo faenaban con normalidad. 

El 7 de diciembre La Voz publicaba que el chapapote ensuciaba casi todos los arenales mariñanos, pero no las rías: la embarcación Sargadelos había recogido entonces unos 40 kilos en las proximidades de la isla Coelleira y brigadas de Protección Civil, voluntarios, marineros y contratados habían retirado unas cinco toneladas de fuel. Tres días después, en el antiguo centro veterinario de Cervo, asistían a decenas de aves petroleadas.

El fuel ya había ensuciado parte de la costa de Cervo, Burela, Foz y O Vicedo, y en este último el mar rompió las primeras barreras de protección. Iniciado enero, mientras el entonces presidente de la Diputación, Francisco Cacharro, anunciaba la contratación de 600 parados para recuperar la costa, un grupo de sesenta voluntarios del centro de la provincia llegaban a Cervo y recogían cinco toneladas de pichi. Trascendía entonces que cada trabajador de Alcoa donaría de forma voluntaria seis euros para paliar los efectos. Casi a la par, otra empresa mariñana, Sargadelos, lanzaba en febrero una serie especial de platos de café por la marea negra.

Un mes después, la Xunta analizaba el subsuelo de 36 playas lucenses en busca de restos de fuel. En abril el Ministerio de Pesca lanzaba una campaña promocional del bonito, la caballa o el jurel capturados por la flota del Cantábrico y A Mariña mostraba en el Salón Internacional de Turismo de Barcelona «una costa limpia», indicando que la desinfección de las playas afectadas casi había finalizado. Aquella Semana Santa los hoteles mariñanos estuvieron a tope y un curso de verano analizó aquel 2003 en Ribadeo los efectos del Prestige.

Alerta en la pesca y psicosis en el consumo

El 9 de diciembre los efectos de la marea del Prestige seguían impactando en la comarca: ocho pesqueros con base en Burela, Celeiro y Foz decidían dejar de faenar y acogerse a las ayudas establecidas por la Xunta para los afectados. Casi mientras se cantaba el Gordo de Navidad, se sabía que el helicóptero Pesca 2 seguía una gran mancha de fuel mientras se vivía «tensa calma» ante su posible acercamiento. Tanto en noviembre como en diciembre fueron varios los pesqueros que regresaban con las redes y el pescado petroleados. La hemeroteca recuerda que en el último mes del 2002 la psicosis llegó a reducir en un 30 % la demanda de pescado, perjudicando sobre todo a la merluza.

Además, los mariñanos supieron la víspera de Reyes del 2003 que tres arrastreros —Minchos V y Minchos VI de Celeiro y Mendaña de Burela— colaboraban en la recogida de fuel frente a Francia y el 9 de enero se informó que cerqueros de Celeiro y lanchas de O Vicedo habían retirado 430 kilos de las rías de Viveiro y O Barqueiro, y que de las playas vicedenses de San Román y Arealonga se habían retirado más de dos toneladas. A mediados de enero, los análisis sostenían que la coquina de O Vicedo no estaba afectada por el fuel y a finales de mes se desplegaban barreras en la ría de Foz ante la posible llegada de chapapote.

Un año después, el Ministerio de Medio Ambiente daba a conocer que el Prestige ensució el litoral lucense con más de 600 toneladas de chapapote —518,577 retiradas en la costa y 121 por la flota pesquera— y que las 63 playas de la comarca ya estaban limpias. Se reconocía entonces que la costa mariñana tuvo hasta el 6 de diciembre del 2002 un aliado natural, que no fue otro que la barrera de la Estaca de Bares, que impidió que las manchas de fuel que rolaban al este se acercaran a la costa.