«No tengo catarros desde que me doy los 9 baños en el mar en septiembre»

Lucía Rey
lucía rey BURELA / LA VOZ

A MARIÑA

Julia Labrador, en la playa de O Cantiño
Julia Labrador, en la playa de O Cantiño Xaime Ramallal

Una filóloga vecina de Burela cumple la tradición en la playa de O Cantiño

09 sep 2022 . Actualizado a las 04:49 h.

Con el reloj a punto de marcar las dos de la tarde, Julia María Labrada Ben se adentró este jueves en el mar en la playa de O Cantiño, en Burela. Era su octavo baño del mes de septiembre. «Empecé el día 1 y acabaré el 9», explicó poco antes esta filóloga madrileña de 49 años que desde hace un tiempo reside en el municipio mariñano del que son originarias su madre y su abuela. Ella es una de las pocas personas que a día de hoy mantiene viva en A Mariña la antiquísima tradición de bañarse nueve veces en el mar en septiembre para esquivar enfermedades respiratorias típicas del invierno como catarros y gripes. «No tengo catarros desde que me doy nueve baños en el mar en septiembre, y hace más de diez años que empecé a hacerlo», explica la mujer, que detalla: «Si se interrumpen y un día no te lo puedes dar, hay que volver a empezar. Y no valen dos baños al día, tiene que ser uno por día».

Julia explica que el origen de esta costumbre está relacionado con «la gente del campo que venía de Lugo, del interior, a la costa» a pasar unos días una vez que habían terminado las tareas agrícolas más trabajosas del verano, como segar y recoger la hierba, el trigo y las patatas o sembrar los nabos, entre otras. Eran personas que pasaban en la zona unos días y aprovechaban para darse en el mar baños que muchos califican de «protectores». «Mi teoría personal es que en septiembre el agua está más fría, y si consigues aguantar el frío de los baños en este mes sin resfriarte, fortaleces el sistema inmunológico», comenta una profesional que, entre otros, escribe artículos académicos o da conferencias.

Buena para la circulación

De un tiempo a esta parte reside en Burela para cuidar a su madre, que tiene 89 años, quien en un primer momento se mostró algo incrédula con la tradición de los nueve baños de su hija. «Al principio me decía que no era verdad, pero ahora no me ve enferma y opina de otra manera», sonríe una bañista que no duda en ensalzar las beneficiosas propiedades que tiene para la salud la citada práctica. «Para la circulación de la sangre es buenísimo porque cuando te metes en el agua del mar, que está más fría, notas que bulle», cuenta. Y explica que incluso ha conseguido que alguna gente que acudía de vez en cuando a bañarse a O Cantiño se sume a la tradición de los nueve baños en días consecutivos. «No suele ser gente demasiado joven y es una pena porque luego te sientes muy bien», subraya Julia. Relata que su madrina, que era hermana de su madre y que falleció hace seis años, ya cumplía con la costumbre. Labrada Ben sostiene que se baña siempre con independencia de la temperatura que haya, tanto en el exterior como en el agua. Además, como experta nadadora, completa casi a diario la longitud de la playa de O Cantiño, cuya imagen varía notablemente en función de si la marea está baja o alta. «El primer baño en O Cantiño me lo di cuando tenía dos o tres años, y me gustó tanto que hasta la rebauticé como la playa del Encantiño», comenta Julia, que también tiene la costumbre de bañarse en el mar cada 1 de enero. «Alguna gente me pregunta que cómo una madrileña es capaz de darse un baño y alguna de Burela no», concluye.