El transhumanismo es un movimiento futurista que nace el siglo pasado en el entorno de la Universidad de California, USA, cerca del lugar en el que nacieron otras contraculturas como los beat o los hippies. Sus planteamientos son muy simples, buscan vivir muchos más años siendo jóvenes, y en caso de morir por el camino, tener el derecho a poder congelarse. Estas ideas eran ciencia ficción prácticamente hasta antes de ayer, y de haberlas expuesto en un congreso científico, los autores hubieran pasado por charlatanes o vendedores de crecepelo. Pero la situación comenzó a cambiar al desvelar el misterio del genoma humano con el nuevo milenio. Cada día encontramos noticias nuevas de avances científicos que nos invitan a pensar que tal vez algunos de los que lean esto, podrán llegar a los 120 años siendo jóvenes. ¿Y personas congeladas?, pues ya hay unas cuantas, por cierto, que el primero en España fue nuestro amigo Javier. Secuenciar el primer genoma costó miles de millones de euros, y hoy podemos hacerlo por el precio de un par de lubriganes con arroz. Secuenciar un genoma puede tener muchas utilidades, incluyendo algunas también como la de ver de dónde proceden nuestros ancestros genéticos y saber si somos celtas, vikingos o de la meseta; o evitar que le cuelguen a uno un fillo de palleiro. Todo por menos de 50 euros en una prueba parecida a las PCR que hemos tenido que hacernos por el Covid-19.
Los transhumanistas dicen que vamos a vivir más años y hacerlo en condiciones saludables. Los actuales 40 años son los anteriores 30 años y pronto dirán que los actuales 60 años, son los anteriores 30 años. Y si no, miren una foto de sus abuelos a la misma edad que usted. No en vano, la esperanza de vida al nacer a principios del siglo XX superaba en poco los 40 años, cuando hoy en Galicia está por encima de los 80. Por eso los Transhumanistas piensan que vamos a vivir varias vidas en una y dicen también que tendremos que estar estudiando a lo largo de toda la vida. Reinventándonos y siendo resilientes.
Ahora que existen nuevas formas de familia y nuevas formas de vida, como los co-working o los co-living; el rural debe reinventarse ofreciendo experiencias temporales de vida para nativos tecnológicos, teletrabajadores y nómadas digitales. Podría ser la primera piedra para una nueva figura jurídica: el empadronamiento temporal compartido. Por ejemplo, un ciudadano con residencia 60% en Madrid y 40% en Mondoñedo. De conseguirlo, será una de las soluciones para el rural gallego.