En venta un pazo de 1584 convertido en gran hotel rural a estrenar en A Mariña

José Francisco Alonso Quelle
JOSÉ ALONSO A PONTENOVA / LA VOZ

A MARIÑA

Está en Vilaxe (A Pontenova) y lo vende rebajado un empresario de Andorra

08 dic 2021 . Actualizado a las 21:37 h.

La espectacular fachada del pazo de Vilaxe, en Xudán (A Pontenova), asoma desde la carretera N-640 asentada en un valle, rodeada de jardines y la frondosidad estimulada por el río Mourín, afluente del Eo, que atraviesa en un tramo de unos 500 metros la finca de la propiedad, de cuatro hectáreas. El también conocido como Pazo de Trelles o Pimentel tiene una dilatada historia que se remonta a 1583 (es la fecha que figura en dos escudos pareados con inscripciones). El edificio principal es de planta rectangular y fue construido con losas de pizarra y jambas, dinteles y esquinales con sillares de granito. Sobresalen sus tres torres, dos de ellas octogonales del siglo XVI, una capilla del año 1764 y un hórreo. También cuenta con una gran nave.

Es una más de las joyas de la arquitectura civil que jalonan Galicia, con la que se hizo un empresario andorrano, Benigno Murias, en 1991. Desde el Principado andorrano responde a La Voz de Galicia: «Nací en Taramundi, pero me vine para Andorra siendo un chaval. Cuando pasaba por la carretera veía el palacio y me llamaba mucho la atención. Tenía dinero ahorrado y un día, por casualidad, pregunté cuánto valía. Llegamos a un acuerdo, pero la reforma que hice me supuso una inversión muy superior. He gastado muchísimo dinero en este palacio. Si lo hubiera invertido en Andorra lo habría multiplicado, pero ¡qué le vamos a hacer!».

Lo restauró para abrirlo como hotel de turismo rural y lugar de eventos. El palacio consta de dos plantas, de cuatrocientos metros cuadrados cada una, totalmente rehabilitadas. La planta baja se distribuye en la entrada principal, recepción, baños, dos grandes salones, cocina, comedor y una segunda entrada. La primera planta tiene ocho habitaciones con baño, una de ellas con jacuzzi; un salón con chimenea bajo la torre de piedra octogonal y otro gran salón de estilo moderno. Además, cuenta con un apartamento acoplado a una de las torres y con una bodega subterránea.

«En el 2008 conseguí finalmente todos los permisos para abrir, pero como España entró en crisis decidí pararlo y centrarme en mis negocios en Andorra, porque aquí la situación estaba bien». El tiempo fue pasando y finalmente, sin haber llegado a explotarlo -solo lo cedió para una celebración privada, para la que se montaron los comedores-, decidió ponerlo en venta: «El mantenimiento de un palacio como este me supone un gasto muy elevado. Yo tengo mi vida montada y ahora no estoy para meterme en este tipo de negocios. Me tiraba mucho, pero las cosas vienen como vienen», dice. Y añade: «En estos años he tenido ofertas y no he querido venderlo. Pedía 2,5 millones, pero ahora, tal y como están las cosas, lo daría incluso por menos de dos. El precio es negociable».

Viviendo en Andorra no pierde la relación con Galicia y con el palacio. De hecho también es propietario de una pequeña casa en las inmediaciones, a la que acude a pasar temporadas de asueto: «Al palacio no voy porque es muy grande. Tengo una casita al lado y me desenvuelvo mejor».

«Recibo muchas llamadas preguntando por el palacio, pero este tipo de inmueble, por sus características, es para un cliente especial, aunque cada vez hay más gente que busca sitios tranquilos para vivir», dice. Y aclara que en las condiciones actuales, «no requeriría de una gran inversión para la puesta a punto. Lo importante ya está hecho, calefacción independiente, habitaciones con baño, salones de comedor...».