La ingeniera gallega Helena Iglesias trabaja en Alemania para la Agencia Espacial Europea
30 ago 2021 . Actualizado a las 08:22 h.Hay una gallega que, en unos años, podrá poner (al menos, simbólicamente) la bandera de Galicia en Marte. Se trata de Helena Iglesias, coruñesa - «pero de origen viveirense», insiste-, que desde hace nueve años trabaja en Darmstadt (Alemania), en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales, que es el lugar desde el que se controlan los satélites de la Agencia Espacial Europea. Y ahora tiene nueva misión, que tiene como objetivo Marte.
-¿Cómo termina una gallega en Darmstadt, pendiente de lo que pasa en el espacio?
-Estando en el lugar adecuado en el momento preciso. Estudié Ingeniería de Telecomunicaciones en Vigo y tuve la suerte de que me coincidieron los años del Xacobeo, aquel primer satélite gallego. Estuve en ese proyecto y ahí fue cuando decidí orientarme hacia el sector aeroespacial. Claro que después vino la crisis y, como siempre, ciencia e investigación resultó ser uno de los sectores más afectados. Y eso fue lo que me empujó definitivamente a reunir el valor necesario para irme fuera y así cumplir mi sueño de trabajar en la Agencia Espacial.
-Así que, si no fuese por el Xacobeo, igual no estaba aquí .
-La inquietud siempre estuvo ahí, pero las oportunidades no abundaban. El sector aeroespacial en España ahora está algo más desarrollado, pero por aquel entonces no había muchas opciones. Así que la llegada de un proyecto como el Xacobeo a la Universidade de Vigo fue algo que no se podía dejar escapar. Fue lo que me permitió optar por el sector aeroespacial, porque antes apenas había formación específica. De no haber aparecido algo así habría terminado seguramente en cualquier empresa de telecomunicaciones. Pude aprender cómo es un proyecto espacial y cómo trabaja la Agencia Espacial Europea, porque participaba en este proyecto. De alguna manera hizo realidad aquel sueño infantil de ser astronauta [Ríe].
-¿Despertó aquello la vocación espacial en más compañeros?
-Fuimos una cantera importante los que salimos de ese grupo. Tuve otro compañero gallego en el centro en el que trabajo, aunque se fue hace unos años. Y conozco algún gallego más que está en Alemania con estos temas del espacio y otros que han acabado en Japón. Lo que sí que es inevitable si te quieres dedicar a esto es que tienes que salir de España.
-¿Cómo es el trabajo que desempeña en la Agencia?
-Tiene varios centros por toda Europa, y yo estoy en el de Operaciones Espaciales, que es donde se monitorizan y comandan los satélites durante su vida útil, es decir, desde su lanzamiento y mientras están en órbita. Es una parte especialmente divertida, porque operamos realmente con el satélite. Y yo estoy dentro del equipo de control de vuelo, que es el que está detrás de cada misión.
-Últimamente hay mucho tráfico por ahí arriba, hasta se habla de turismo espacial. ¿Llegará a llenarse como Torremolinos?
-Realmente es un tema que preocupa muchísimo, el de la basura espacial. Ya se están buscando soluciones para disminuirla, porque es un problema que va creciendo con cada misión que deja de estar activa. He trabajado con satélites de observación terrestre y cada cierto tiempo teníamos un aviso de riesgo de colisión en la órbita terrestre. Ya más lejos está todo más despejado.
-Si nos fiamos de las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, a estas alturas ya deberíamos haber colonizado Marte, nos habríamos cargado el planeta y estaríamos pensando en regresar a la Tierra. ¿Vamos muy retrasados en la conquista del espacio?
-Sin duda vamos con bastante retraso en ese sentido. Pero menos mal, porque eso de destrozar planetas... Bastante estamos destrozando este como para empezar con otros. Pero sí que hay proyectos ambiciosos en ese sentido. La Agencia Espacial Europea está trabajando para volver a la Luna y, precisamente, me acaban de cambiar y ahora estoy trabajando en una misión a Marte. El objetivo es que en los próximos dos años Europa pueda poner también su robot sobre la superficie de Marte. Algo similar a lo que hizo la NASA con el Perseverance.
-¿El nombre del robot europeo?
-Ya está bautizado y, además, me encanta el nombre. Se llama Rosalind Franklin, en honor a la científica inglesa. La NASA se complica menos: Curiosity, Perseverance, Ingenuity... En la Agencia Europea han querido aprovechar y dar visibilidad a la mujer en la ciencia, que no está de más.
«Hay pocas mujeres en el sector aeroespacial, hay que crear interés entre las jóvenes»
Cuando uno habla con alguien que, profesionalmente, pasa más tiempo mirando hacia el espacio que hacia el suelo la pregunta es inevitable: ¿Hay vida extraterrestre? ¿Se encontrarán pruebas de ello en Marte? Claro que Helena Iglesias no arriesga demasiado en su respuesta: «Bueno, la intención es buscar algún indicio de que haya habido allí... algo».
—Está siendo dramáticamente cauta en sus términos. ¿Algo?
—[Ríe] Es que si digo vida, aunque especifique que, en todo caso, sería algún tipo de vida primitiva, me da miedo el titular que se pueda sacar de ahí, a ver si me termina llamando Iker Jiménez. Hay que ser muy cautos con esto. Lo que se buscan son indicios de que haya habido hace miles de años algún tipo de vida primitiva, básica. Pero eso ya forma parte más del tema biológico, que no es mi especialidad. Yo creo que sí que puede haber habido vida. Lo que no creo es que haya macacos verdes volando por el espacio, como en las películas. Pero falta tiempo y tecnología para poder afirmar algo categórico al respecto.
—El nombre del robot que irá a Marte viene a reivindicar el papel de la mujer en la ciencia. ¿Trabajan muchas mujeres en la Agencia Espacial Europea?
—Hay mujeres, pero no muchas. La mayoría siguen siendo hombres, sobre todo en puestos de dirección. Pero no es una cuestión de la Agencia, aquí la política es de diversidad total. Simplemente hay menos mujeres que se animan a optar por estas vías. Es importante fomentar el interés por estas disciplinas, que las jóvenes vean que tienen referentes en estos campos. El año que entré yo en la carrera éramos ya bastantes mujeres, pero hasta ese momento la inmensa mayoría eran hombres.