Christian Chao: «Sin el fútbol sala quizá nunca podría conocer Japón, es un espectáculo de país»

Iván Díaz Rolle
IVÁN D. ROLLE VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

El jugador de Viveiro inicia su segunda temporada en el Bork Kitakyushu, de la máxima categoría del fútbol sala nipón

12 abr 2021 . Actualizado a las 11:16 h.

Tras unas breves vacaciones, Christian Chao Palmeiro (Viveiro, 1987) inicia su segunda campaña con el Bork Kitakyushu en la máxima categoría del fútbol sala japonés. Seducido por la cultura del país, el mariñano aceptó, además de un bonito reto deportivo, un cambio radical en todos los ámbitos vitales.

-¿Cuál es el balance de estos primeros meses en Japón?

-Muy positivo. Llegué prácticamente a mitad de temporada porque la entrada al país estaba restringida prácticamente para todo el mundo salvo japoneses y residentes anteriores a la pandemia... Se retrasó más de lo esperado, pero al final pude venir y me alegro mucho de haber dado este paso.

-Pierde el apoyo de Hugo, el otro gallego del equipo, que se retira. ¿Cómo es allí la vida de un futbolista?

-Hugo fue fundamental, tanto en lo deportivo como en el día a día. Ya coincidiéramos en el Burela y es un gran amigo que me deja el fútbol sala. Le deseo lo mejor en esta nueva etapa. Mi vida ha sido muy similar a la que tuve en otros equipos que me permitieron vivir exclusivamente del deporte, como Lanzarote, Burela o Santiago. Entrenamos por las mañanas y un día a la semana tenemos doble sesión por la tarde, el fin de semana jugamos y además voy algunos días a la escuela del club a jugar un poco con los niños de la base. Normalmente comemos fuera y estoy aprovechando todo lo posible para conocer la ciudad y viajar por el país.

-El futbolista español suele estar bien considerado. ¿Qué nivel tiene la liga?

-En España tenemos a algunos de los mejores equipos del mundo. Las dos primeras categorías son muy competitivas y se practica un juego muy definido, sobre todo tácticamente. Eso es justamente lo que intentamos aportar aquí, aunque me sorprendió mucho el nivel de la liga. Hay jugadores muy desequilibrantes física y técnicamente, y algunos equipos, no solo el Nagoya, podrían competir perfectamente en la Primera División de España. Me encontré una liga competitiva y con unas estructuras e instalaciones que son un espectáculo.

-Su equipo, el Bork Kitakyushu, era un recién ascendido que logró la permanencia. ¿Se fijan ahora objetivos mayores?

-Nos salvamos con bastante holgura. Creo que sacamos 20 puntos al último y competimos a buen nivel en casi todos los partidos. Ahora han fichado a jugadores importantes aquí, la plantilla es más amplia y fuerte, así que creo que deberíamos luchar por objetivos más ambiciosos. El club crece año a año y si sigue en esta línea va a dar mucho que hablar en la F-League.

-¿Fue fácil decidir si renovaba?

-Las únicas dudas que tuve fueron por estar tan lejos de mi gente, mi familia y mi pareja. Por lo demás estoy encantado con el trato de todo el mundo, especialmente con Hugo y Gen, el míster, que me ayudaron con la adaptación. Al principio fue dura por todo. El idioma, las costumbres y que venía de estar parado desde marzo y cuando llegué en octubre me costó ponerme al ritmo de los demás. No quería que esta experiencia se acabara tan rápido, creo que puedo aportar aún más cosas este año que empiezo junto a mis compañeros.

-¿Cuál es el cambio más grande al que se ha enfrentado?

-Hay un cambio brutal en todo, pero lo más complicado es el idioma. El fútbol sala es universal, pero necesitas unos conocimientos básicos para comunicarte con tus compañeros y fue complicado.

-Tras estos meses, ¿qué tal lo lleva?

-Bueno, voy poco a poco. Ya sé muchas palabras del día a día, los números, los días de la semana, los saludos, y también me voy enterando de lo que hablan, o al menos lo intuyo. Al principio era imposible, pero voy progresando.

-Excepto un año en Lanzarote, nunca había salido de Galicia. Ha hecho las maletas en el momento más complicado, con la pandemia. ¿Por qué?

-Tuve otras propuestas antes, pero nunca quise dar el paso. Ahora llevaba cinco años viviendo en Santiago, defendiendo al Santiago y al Noia, y volví a Viveiro centrado en el tema laboral, jugando en el Xove, pero con la pandemia las cosas no se dieron como esperaba. Entonces llegó la oferta de Japón, siempre me llamaron la atención su cultura y su gente, y sin el fútbol sala quizá nunca se daría la oportunidad de conocerlo.

«Aquí apenas hay 10.000 muertos por covid, pero no hay turismo y hay muchos controles»

Todavía bajo el azote del coronavirus y con los Juegos Olímpicos programados para este verano en Tokio, el mundo entero mira a Japón. Chao describe a un país concienciado en los cuidados contra la pandemia.

-¿Cómo están las cosas con el virus por ahí?

-La cosa es preocupante aquí también, pero, por lo que noto en el día a día y las cifras que se comentan, la situación es muy diferente a lo que se vive en España y otras partes del mundo. Creo que no llegamos a los 10.000 muertos por covid, pero también veo que no hay nada de turismo y hacen unos controles muy grandes para entrar en el país.

-Los Juegos Olímpicos están previstos este verano en Tokio. ¿Cree que se dan las condiciones para celebrarlos?

-La verdad es que no tengo ni idea de qué va a pasar. Por lo que veo, la idea es que sí se puedan hacer, pero no van a permitir nada de público extranjero.

-En su momento, sonó para la selección de Chile. A punto de cumplir 34 años, ¿aún sueña con una gran experiencia internacional con una selección?

-Cuando jugaba en el Burela, el seleccionador de Chile se puso en contacto conmigo para conocer mi situación al enterarse de que mi madre era chilena. Yo no tenía la doble nacionalidad y el proceso para conseguirla es bastante largo. La cosa quedó ahí. Ya veo complicado que esa oportunidad llegue porque estoy a punto de cumplir 34 años y no tengo la doble nacionalidad. De momento con esta experiencia en Japón me doy por satisfecho. De Japón me ha gustado absolutamente todo. La comida me encanta y tuve la suerte de visitar un montón de ciudades. Es un espectáculo de país.