«Sacamos o barco do estaleiro despois de que este presentara suspensión de pagos»

María Cuadrado Fernández
MARÍA CUADRADO BURELA / LA VOZ

A MARIÑA

PEPA LOSADA

El burelense José Valle, armador del Valle Fraga, heredó de su padre el oficio y su pasión por el mar

10 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«A felicidade vén en función das expectativas que cada un ten na vida». Así lo manifiesta José Valle Vázquez (Sargadelos-Cervo, 1942), armador junto a su esposa María Sol Fraga Ladra del pesquero Valle Fraga. En su casa de Burela, concello en el que reside desde los siete meses, José Valle, conocido como «Pepe do Caxoto», rememora que su padre le inculcó el oficio y la cultura del esfuerzo: «Nas primeiras mareas levoume sen roupa de augas nen botas, para facerme duro».

Aunque pasó miedo con seis o siete años tras embarcarse en un bote de vela con su padre y su tío, a José no se le quitaron las ganas de volver al mar. Con once o doce años anduvo en ocasiones a la bajura con su progenitor, a la vez que aprendía náutica en la escuela de noche con Ginés Mon, Benigno Beltrán y Severino. «Iamos aprender porque daquela, nas mareas do bonito, non había nen radares, nen sonda, nen nada. Todo era moi precario», recuerda el armador, que dio su primera marea en la pesca del arrastre a los trece años y a los catorce embarcó para el bonito. Esta última fue una experiencia dura, en la que su padre lo puso a prueba, le inculcó la importancia de curtirse en el oficio, a la vez que lo sorprendió regalándole un reloj de 1.000 pesetas que le compró en A Coruña.

A José, la galerna de 1961 lo cogió navegando en el Audaz, «o barco de madeira que era da casa. Xa o tiñan cando eu nacín. Era un barco de fuel». Recuerda con detalle momentos de aquella experiencia, incluidas las peripecias de sobrellevar la situación sin retrete en el barco: «Con aquel mal tempo eu tiña moito medo, tiña medo a que o barco dera volta, pero, pese a todo, era feliz».

Aprovechó el servicio militar en Ferrol para sacar el título de patrón y completó su formación, como patrón y motorista, en Vigo.

Un proyecto familiar

Cuando se casó con María Sol, la familia compró el Monte Pajares: «Iamos meu pai e máis eu, cada un nun barco». Con el paso del tiempo, José y su familia decidieron construir el Valle Fraga, que hizo su primera marea el 26 de diciembre del año 1980. El Valle Fraga es un proyecto de familia. Cuando José rememora la historia del barco se emociona. No es para menos. La historia y los acontecimientos que la rodean darían para escribir un libro. Porque la construcción inicial del palangrero Valle Fraga se realizó en un astillero de Avilés que presentó suspensión de pagos antes de concluir su trabajo. «Sacamos o barco do estaleiro despois de que este presentara suspensión de pagos. Naquel momento vímonos cunha débeda moi grande encima. Toda a miña familia era avalista e estaba todo en xogo. Naquel momento xa lle pagáramos ao estaleiro moito máis do que estaba feito», relata.

La situación requería de una intervención rápida y se optó por retirar el pesquero del astillero con la ayuda de dos barcos y un bote. Lo hicieron de noche y lo llevaron a Ribadeo. Aquella decisión obligó a José a tener que dar muchas explicaciones, a someterse a un proceso judicial, a salir escoltado de un acto y a un sinfín de complicaciones administrativas y de papeleo para poner el barco en condiciones y en regla, con su licencia para operar. Y todo, tras tener que acabar de construirlo y pertrecharlo en Santander.

Reflexión

Escuchar la historia en boca de José invita a reflexionar sobre la supervivencia de una familia y una empresa. «Levei un disgusto moi grande, pero na vida hai que pelexar, non queda outra», insiste el armador mariñano, que lamenta las dificultades a las que deben hacer frente los profesionales del sector pesquero por defender su trabajo y su espacio, ante un futuro incierto: «Cando nós empezamos, aló polo ano 80, había uns 460 barcos de cen toneladas de Gran Sol, desde Pasajes ata Vigo. E agora quedan uns oitenta, incluindo algúns de menos de cen toneladas».