Molo, un jugador eterno en Tercera

A MARIÑA

CEDIDA

Debutó en la categoría en el 2001, jugó unos 500 partidos en cuatro grupos distintos y solo faltó cuatro años, dos de ellos para ascender desde Preferente

22 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

15 años después de su marcha «para probar nuevas experiencias», a punto de cumplir los 39, Ramón González Escourido, Molo, sigue luciendo en Tercera División las cualidades que recordarán los aficionados mariñanos más veteranos o con mejor memoria. Por su talento defensivo y liderazgo, el central viveirense tiene voz de mando en el Pradejón, un equipo humilde del grupo riojano en el que vivirá la próxima temporada su decimoséptima aventura en la categoría.

«Llevaba dos años retirado y el entrenador me convenció para venir aquí. Me recibieron de lujo y me pusieron todas las facilidades para compatibilizar el fútbol con mi trabajo a turnos. Somos un equipo humilde, con mucha gente del pueblo, muy joven. Soy el más veterano y solo hay otros dos mayores de 30. Es cierto que me siento muy respetado, pero es uno de los mejores vestuarios que he tenido nunca», cuenta un hombre al que le da autoridad su rendimiento y su experiencia.

Formado en las categorías inferiores del Viveiro, también pasó por el San Ciprián juvenil y dio el salto al Club Deportivo Lugo, con el que incluso debutó en Segunda División B en una victoria contra la Universidad de Las Palmas. Luego volvió al Viveiro, donde jugó cuatro temporadas. En la segunda de ellas, sufrió el descenso a Preferente, pero también formó parte de la plantilla que consiguió el ascenso al curso siguiente. «Me quedé un año más. Fue el que empezó Stili y luego estuvimos dos partidos con mi padre [de quien heredó el apodo] antes de que llegase Gayol e hiciésemos una gran segunda vuelta», recuerda Molo.

Primero, en Soria

Su cambio de aires vino en el 2004, cuando aceptó una buena oferta laboral en Navaleno (Soria) y se sumó al proyecto del Norma de San Leonardo en la Tercera División de Castilla y León. Ahí pasó cuatro años antes de probar suerte en el grupo aragonés con el Tarazona. «El primer año estábamos en Preferente, pero ascendimos. Me quedé cuatro temporadas, pero seguía trabajando en Soria, haciendo 110 kilómetros para ir a entrenar o a jugar», cuenta.

Un nuevo cambio laboral ha propiciado que desde el 2012 compita en La Rioja. «Con la crisis del ladrillo, me quedé sin trabajo y acabé encontrando un puesto en Calahorra», explica.

Un retiro temporal

Estuvo un año y medio en el Calahorra, medio en el Arnedo, otro en el Agoncillo y uno más en el River Ebro antes de darse un pequeño respiro. «Estuve retirado durante dos temporadas porque con el trabajo me costaba», resume.

Un año más

La llamada del Pradejón en el 2018 devolvió la ilusión al viveirense, que ronda los 500 partidos en la categoría. Seguirá estirando su cifra al menos un par de temporadas más: «Todo dependerá de cómo me vaya encontrando. Este año voy a seguir, y luego me gustaría jugar otro más, pero tengo casi 39 años y sé que el final está muy cerca».

«Siempre pensé en retirarme en el Viveiro, pero ya tengo una edad y estabilidad laboral»

Molo no desperdicia ninguna oportunidad de reivindicar su viveirismo, y mantiene esperanzas, aunque cada vez menos, de retirarse en el equipo de su corazón: «Desde que era un niño que empezaba con 12 años dije que me quería retirar en el Viveiro. Ojalá, pero cada vez es más complicado porque ya tengo una edad y aquí, en Calahorra, tengo estabilidad laboral».

El central, no obstante, vuelve a su ciudad natal cada vez que puede: «Voy en Navidades y en julio, normalmente. Lo echo mucho de menos, pero con el trabajo y el fútbol no puedo más. Eso sí, cada vez que alguien me pregunta por Galicia, lo mando a Viveiro, y siempre vuelven encantados».

Incertidumbre

Ramón González tampoco es ajeno a la incertidumbre que rodea a la vuelta del fútbol aficionado. «Tras tantos meses, se veía luz, pero ahora con los rebrotes no está nada claro. Estoy deseando empezar», cuenta un futbolista que, pese a su extensa carrera, tiene clavada una espina: «Nunca jugué un play off de ascenso. El Calahorra lo jugó el año que me fui a mitad de temporada. Sé que ya va a ser muy difícil conseguirlo, pero me conformaría con una eliminatoria de la Copa del Rey, ahora que hay nuevo formato».

El viveirense, además, es una voz autorizada para valorar el nivel de los grupos de Tercera: «De todos los que estuve, el más fuerte era el de Castilla y León. Estaban el Ávila, la Segoviana, el Mirandés... Pero el riojano ha crecido muchísimo.