La abstención se dispara en A Mariña al 41 % y el PP ratifica su hegemonía

La Voz VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

Mantener las distancias de seguridad llevó a algunos electores a hacer equilibrios, como esta votante en Burela, donde la abstención superó el 48 %
Mantener las distancias de seguridad llevó a algunos electores a hacer equilibrios, como esta votante en Burela, donde la abstención superó el 48 % PEPA LOSADA

Los de Feijoo ganan en todos los municipios, el BNG toca el cielo y el PSOE cae al suelo

16 jul 2020 . Actualizado a las 16:40 h.

Por el brote de covid-19, siete de los quince municipios de A Mariña, casi el 80 % de la población, cumplían ayer el séptimo día de aislamiento, un cordón sanitario, más estricto en Burela, epicentro de los casos activos, y cerrada para los otros seis, que pueden interrelacionarse entre sí, pero no salir al exterior ni recibir visitantes. Sin limitación de movimientos para votar, excepto para los 185 casos de coronavirus activos y los pendientes de resultados, acudieron a la llamada de las urnas 34.256 de los 58.000 votantes potenciales, que representan la quinta parte del electorado lucense. Se disparó la abstención al 41 %, una marca histórica que en Burela, donde más contagiados hay, superó el 48 %.

No la apuntaban los avances de participación, que a mediodía la situaban dos puntos por encima del 2016 y a las cinco de la tarde la igualaban. Al final superó el 33 % de las generales del pasado noviembre, el 23 % de las municipales de mayo y de las estatales de abril, así como el 34 y el 33 % de las gallegas del 2016 y 2012.

Aun así, el PP liderado por Alberto Feijoo revalidó su histórica hegemonía en las autonómicas en A Mariña y venció en los quince ayuntamientos, con 16.014 votos, menos que los 19.287 de las del 2016 y los 19.842 de las del 2012, pero más que los 12.671 de las anteriores generales y que los 14.952 de las municipales.

Igual que en el resto de Galicia, el BNG de Ana Pontón rozó el cielo en el norte lucense. Los 9.790 apoyos recibidos ayer triplican a los 3.352 de las autonómicas del 2016, son más del doble que los 4.476 de las del 2012, multiplican por más de cuatro a los 2.564 de las estatales de noviembre y superan a los 8.149 de las pasadas municipales.

En el lado contrario, el PSOE de Gonzalo Caballero, que toca fondo con 5.633 sufragios, por debajo de los 7.565 de las gallegas del 2016 y de los 8.852 de las del 2012. Los votos que recibió ayer son casi la tercera parte de los 14.542 de las municipales de mayo y menos de la mitad que los 13.863 de las generales de noviembre.

No trascendieron incidentes relevantes, aunque la junta electoral de zona recibió consultas por dudas, y las 103 mesas electorales abrieron en 64 locales. Por los estrictos protocolos de prevención frente a la pandemia, Burela reubicó todas en dos pabellones deportivos y también se trasladaron algunas en Viveiro, Foz, Cervo, Lourenzá y Alfoz.

Los nacionalistas se aúpan al segundo puesto en Viveiro, Foz, Burela y Ribadeo

También en Viveiro, el municipio más poblado del norte lucense, la abstención ha batido marcas, con casi el 42 %, cinco puntos más que cuatro años atrás. Ganó el PP, con 3.026 votos, 600 menos que en el 2016. Con solo una edila, el BNG ha sido el gran vencedor porque multiplicó por cuatro los 563 sufragios de cuatro años atrás al obtener 2.297, convirtiéndose en la segunda fuerza. El PSOE, que gobierna el municipio puntualmente apoyado por dos independientes, se convierte en la tercera porque baja de 1.694 sufragios a 1.320.

Foz registró otra abstención histórica, del 42 %, siete puntos más que en las autonómicas del 2016. Aun así, la menor participación penas le restó votos al PP sobre esa convocatoria (2.079 ayer y 2.539) y aupó al BNG a la segunda posición, con más del doble de sufragios (1.378 por 501). El PSOE, al frente del gobierno municipal, pasa a ser la cuarta fuerza al perder casi 200 apoyos (1.002 en el 2016 y ayer 813).

Rozó el 43 % la abstención en Ribadeo, cinco puntos más que en el 2016, lo que restó 300 votos al victorioso PP (2.282 por 2.544). Por más de dos multiplicó el BNG que rige el municipio los sufragios (1.291 ayer y 596 cuatro años atrás) y el PSOE bajó de 748 a 620. En las municipales el BNG venció con 2.581, el PP recibió 1.740 y el PSOE 765.

En Burela, aunque en algunos momentos hubo colas ante los colegios electorales, la abstención marcó el techo comarcal, con el 48 %, pero incluso así el BNG logró un resultado incontestable, con una espectacular subida de 865 votos, hasta 1.250, acaparando el 35 % del total; con el PP primero (1.608 sufragios, el 44,49 % del total, un 4,87 menos que hace cuatro años). El PSOE, que gobierna gracias al BNG, sufre un notable retroceso, quedándose en el 14,1 % de los votos al obtener 510.

El efecto aluminio pasa factura al PSOE y al PP en Xove y Cervo

El anunciado cierre de la planta de aluminio de San Cibrao impacta especialmente en Xove y Cervo, los municipios donde se asienta la factoría, y pasa factura al PSOE, que baja en ambos concellos. El PP confirma su liderazgo (gobierno con mayoría absoluta en ambos ayuntamientos), pero con una notable pérdida de votos. El beneficiado del trasvase de sufragios es el BNG, segunda fuerza en ambos concellos, con un espectacular incremento tanto en Xove (389 votos más), como en Cervo (535 votos más), acercándose como nunca a un PP a quien la crisis de Alcoa también pasa factura.

En Barreiros, el nuevo gobierno municipal ejerce su influencia y lleva al BNG a crecer casi quince puntos, a costa del PP que, en todo caso, sigue primero a una notable distancia, casi veinte puntos. El PSOE, socio de gobierno en Barreiros, no impide la debacle del PSOE y también baja.

La alcaldía del PSOE en A Pontenova tampoco se reflejó en las autonómicas y pierde influencia, como también lo hace el PP, primero aún a notable distancia. La subida nacionalista es insuficiente para auparlo al segundo puesto.

Y en Mondoñedo, con una participación que bajó casi nueve puntos, el PP pierde votos pero logra mejores resultados porcentuales, mientras la gran subida del BNG le aúpa al segundo puesto, a costa del PSOE.

En los concellos menos poblados los alcaldes no ejercen su influencia

El descalabro del PSOE en A Mariña resulta especialmente significativo en concellos en los que gobiernan los socialistas, que no han logrado ejercer su influencia en los votantes. Es el caso de Trabada, donde el PSOE pierde casi la mitad de los votos que tuvo en las últimas autonómicas. En Lourenzá, el BNG supera al PSOE, que es tercero, con el PP duplicando la suma de ambos. En O Valadouro, el BNG sube 200 votos, espectacular, a costa de PP y PSOE, y en Alfoz y Ourol, el ascenso de los socialistas no basta para auparlos al segundo puesto de un deslucido PSOE. En O Vicedo, el PP mantiene su feudo, con el 61 % de los sufragios.

Alcoa y el brote planearon sobre los mariñanos

Mascarillas, geles y distancias sociales ante las urnas cerraron en A Mariña una campaña sin actos electorales puros, pero con la política planeando hacía meses sobre los mariñanos. Votaron en un contexto marcado en la memoria individual y colectiva por la pandemia y el confinamiento que dejó temporalmente sin empleo a más de 3.500 personas. Lo agravó la amenaza de cierre casi total de la planta de aluminio de San Cibrao, con la pérdida de otros 1.000 puestos directos. Y lo apuntillaron las restricciones sanitarias por el brote de covid-19. Éstas retuvieron desde el día 6 en A Mariña a la cabeza de lista del PP lucense, la mindoniense Elena Candia, y a la del PSOE, Patricia Otero, afincada en Burela.

Sanitariamente, A Mariña salió airosa de la primera ola, pero ese golpe económico general lo agravó Alcoa anunciando el despido de 534 empleados, arrastrando a otros 400 de las auxiliares. Protestó con multitudinarias movilizaciones, y el conflicto se convirtió en un arma arrojadiza antes y durante la campaña. Como Alcoa sigue adelante, personal de la fábrica reiteró la demanda de soluciones acudiendo a las urnas vestidos con sus trajes de faena.

Cuando el comercio y la hostelería empezaban a respirar, para contener el brote de covid-19 se creó el cordón sanitario que aísla A Mariña en pleno julio, apuntillando al sector servicios y dejando en la calle a varios cientos de empleados. La gestión de esa crisis sanitaria también motivó repetidas refriegas electorales, con peticiones de suspender las votaciones que desestimó el Tribunal Supremo el sábado, avalando la decisión previa de la Junta Electoral Central.