Aluminio San Ciprián: una partida maldita

Rita Morrigan ESCRITORA Y SOCIÓLOGA

A MARIÑA

18 jun 2020 . Actualizado a las 15:31 h.

Hace semanas que miles de almas de la comarca de A Mariña hacen historia marchando por sus calles en defensa de su fábrica de aluminio. Sin embargo, los granos del reloj de arena que Alcoa volteó el pasado 28 de mayo continúan escurriéndose sobre los más de mil obreros y obreras de la metalúrgica y sus auxiliares. Hace años que se inició esta partida maldita entre tres porfiados jugadores: empresa, gobierno y sindicatos. La postura de la multinacional reclamando una tarifa energética estable y competitiva, y un gobierno esquivo y cada vez más tacaño con el sector electrointensivo han marcado la actualidad durante los últimos tiempos.

El sector de máximo consumo energético quedó en la cuerda floja el diciembre pasado, al plantearles la peor subasta de la historia de incentivos eléctricos a cambio del servicio de interrumpibilidad (aquel por el que los grandes consumidores de energía se comprometen a suspender el consumo en caso de necesidad). En esta oportunidad salían a subasta 125 millones de euros, pero solo para la primera mitad del año, quedando así la cantidad dividida en dos: 62,5 millones para todas las industrias electrointensivas. Pero además también se reducía la potencia; el gobierno volvía a cambiar las reglas del juego y ya no sacaba los bloques de 40 megavatios a la puja, sino que lo haría en bloques de 5 megavatios, con lo cual Alcoa y otras empresas de hiperconsumo entraban a competir con más de cien

empresas demandantes de menor capacidad energética. El coste de la luz quedaba para

Alcoa en 65 euros el megavatio, muy lejos de los 30 euros por megavatio que requiere

para ser competitiva. Se le pidió al gobierno que lo resolviera y que legislara por Real

Decreto, pero se disculpó diciendo que estaba en funciones. Sin embargo, sí aprobó el

Real Decreto que regulaba el marco retributivo para las energías renovables. ¿Por qué

para unos sí y para otros no? Se preguntaron entonces empresa y sindicatos. Estos últimos tomaron las cartas y movilizaron a toda la provincia, donde el aluminio representa más del 30% de su PIB, exigiendo al Ministerio de Industria y al de Transición Ecológica que prestaran oídos a sus demandas y que dotaran de un marco energético estable a la industria de la que dependen en España miles de puestos de trabajo. El borrador del Real Decreto del Estatuto del Consumidor Electrointensivo fue otro fiasco al no satisfacer las demandas del sector, y al quedar el precio de la energía muy por encima de los márgenes de competitividad.

Pero entonces entró un virus y disolvió la partida, hasta que el pasado 28 de mayo Alcoa llamaba a abrir conversaciones a los sindicatos para comenzar las negociaciones del despido y del cierre de su planta de aluminio de San Cibrao. Las nubes del desmantelamiento definitivo de la producción de aluminio, que ya comenzara en Avilés y A Coruña, ensombrecieron el cielo español. Alcoa bajó la bandera y dio un plazo de tres semanas que se terminan. Tiempo suficiente para incendiar una comarca en pleno levantamiento social y obrero, en un mayo mariñán del 2020 que pasará a la historia y será recordado independientemente de cual sea el final de la partida.

Una revuelta pacífica que el Gobierno trata de amilanar prometiendo un Estatuto regulador que complazca a todos los jugadores, mientras la empresa echa más leña al fuego enrocándose en el no. Hoy se reúne con los sindicatos para mostrar sus cartas y ver cuáles fueron las alegaciones que ambos presentaron al borrador del Estatuto en febrero; las de los sindicatos son conocidas, pero no así las de Alcoa. Descubrirlas ayudará a

descifrar sus condiciones y la posibilidad de que se replantee su marcha.

Así, mientras los vientos electorales soplan en A Mariña tratando de disipar la unión y amontonar votos del lado que mejor conviene a cada cual, la comarca se mantiene en formación y crecida ante la adversidad. El Gobierno promete un Estatuto para el final de verano y a la empresa no le vale nada, o al menos eso es lo que transmite públicamente. Pero el corazón de A Mariña se agita con fuerza con cada manifestación y sobrevive a golpe de coraje y de deseos de futuro. Solo espera que tanto Gobierno como empresa estén jugando limpio y no a la artera estrategia de ver quién logra más por menos, porque hay juegos ciertamente equitativos en los que basta un simple peón para dar jaque al rey.

* Rita Morrigan, escritora e socióloga de Xove.