El emigrante que atemorizó a Viveiro con un machete y lo redujeron a tiros

MARTÍN FERNÁNDEZ

A MARIÑA

ESCANEADA

Un vecino de Ribadeo asesinó a su sobrina y murió despedazado, y uno de Cervo mató por error a un primo en San Cibrao

26 ene 2020 . Actualizado a las 17:19 h.

Las 300 publicaciones que conforman la Prensa Emigrante gallega buscaban, en general, la unión entre los emigrantes y la solidaridad con Galicia y sus problemas.

Periódicos y revistas de sociedades de Argentina, Cuba, Uruguay o Venezuela recogían en sus páginas lo que sirviera para cohesionar al colectivo y mantener vivos los vínculos de los trasterrados con su tierra. Casi todos mantenían secciones locales y, por su carácter llamativo e impactante, eran habituales las noticias de sucesos -se necesitaría un libro para reproducirlas- que, a veces, se ocultaban en la propia Galicia.

Algunas de ellas, las protagonizaban emigrantes retornados. Ese fue el caso que recoge El Eco de Galicia el 30 de enero de 1900. Un muchacho, Manuel Rodríguez Bouza, aterrorizó Viveiro con un machete durante la noche y la madrugada de ese día.

«Enloquecido probablemente por el alcohol» y recién llegado de Cuba, el mozo llamó a la una de la madrugada a la puerta de la casa del médico Benito Quintana y, al entreabrir la puerta el doctor, el excitado joven «le descargó un terrible golpe de machete que no alcanzó al médico por la presteza con que cerró dicha puerta».

El carabinero de guardia

A sus gritos de socorro, acudió el carabinero «que estaba de guardia en la entrada del puente» y que trató de detener al agresor. Pero este se dio a la fuga y, al perseguirlo, el guardia fue viendo las distintas huellas de machete que el perturbado iba dejando en las puertas de las casas de las calles por las que pasaba. No lo encontró. Pero, cuando regresó a su puesto del puente, el agresivo joven ya lo esperaba allí...

La fortuna de O Coxo da Ponte

No solo no menguara su locura sino que cada vez estaba más fuera de sí. Y con su machete trató de agredir al guardia y lo amenazaba con cortarle la cabeza. Tan acorralado se vio el vigilante que le disparó con su fusil. El proyectil le penetró a Rodríguez Bouza por debajo de la tetilla derecha y le salió por el lado izquierdo de la espalda «muy cerca de la espina dorsal». Como resultado del incidente, El Eco dice que «el herido se encuentra en el hospital en estado muy grave y paralítico sin ser consciente de lo que ocurrió debido al estado de alcoholismo en el que se hallaba».

En el mismo número, El Eco da cuenta de otra curiosa noticia de Viveiro. Ese día murió en el Hospital de la Caridad de la villa un hombre que vivía de la mendicidad, conocido como O Coxo da Ponte. Dice que «tenía como vivienda un inmundo cuchitril en el cual, antes de practicar el Juzgado un reconocimiento, hubo necesidad de verificar una limpieza a fondo extrayéndose gran cantidad de cestos cargados de inmundicias».

Una fortuna entre trapos

La sorpresa fue que, envueltos en mugrientos trapos, se encontraron «las siguientes monedas: 109 de oro, 50 de plata, más de 850 pesetas en calderilla corriente, 7 pesetas en céntimos, 1.111 piezas de ochavo, 457 de a cuarto, 596 de dos cuartos, 357 de cuartillo real y 17 décimas de real».

Toda una fortuna, apostilla el periodista…

Mató en San Cibrao de un navajazo a un primo a quien confundió con un rival en una pelea múltiple

Otro de los crímenes recogidos por la prensa de la emigración fue el cometido el 2 de marzo de 1903 por un vecino de Cervo, el tristemente célebre Mapoliña. El diario La Unión relata que el citado día del mencionado año tuvo lugar en el puerto de San Cibrao una pelea multitudinaria entre jóvenes de distintas aldeas y lugares del ayuntamiento y de localidades próximas que habían acudido a la villa a celebrar el domingo de Carnaval.

La bronca que se armó enfrentó a todos contra todos. Palos, piedras, bancos, sillas y cuanto sirviera para agredir y hacer daño se utilizaba en la lucha por el medio ciento de muchachos que eran jóvenes, muy violentos y agresivos.

Zapatero, de 24 años

En un determinado momento, uno de ellos, llamado Mapoliña, que era zapatero y tenía 24 años, ciego de ira y coraje, sacó un puñal de su chaqueta y, no distinguiendo a los de su bando con los del contrario, asestó una feroz puñalada en el pecho a un muchacho que cayó muerto en el acto. Era Ramón María Baltar, tenía 23 años, trabajaba en una carpintería de ribeira de San Cibrao y se daba la circunstancia de que era primo carnal y muy amigo de Mapoliña de quién iba a ser cuñado en breve. La pelea fue de tal virulencia que la Guardia Civil se llevó detenidos a Viveiro a 14 jóvenes de los que habían participado en ella.

Otros crímenes

Además de ese crimen, fuentes populares atribuyeron otros ocurridos en O Guioncho y Riocobo a Mapoliña, así como la realización de diversas fechorías y abusos ejecutados por él durante la guerra civil. Por esas y por otras razones, quedó en la memoria colectiva popular como la personificación del mal, de la violencia y de la arbitrariedad.

martinfvizoso@gmail.com

En Ribadeo, asesinó a su sobrina y murió despedazado

En otras ocasiones, los sucesos que refleja la prensa emigrante no tienen relación con emigrantes retornados sino con vecinos de A Mariña. Son innumerables las noticias de crímenes, peleas, robos, etc. que figuran en sus páginas, cada cual a más truculento y sensacionalista. El tratamiento de la información suele reproducir los modos, maneras y valores existentes en la sociedad de entonces.

Por ejemplo, el tono exculpatorio del asesino y la defensa de valores «machos» está presente en una noticia que, fechada en Ribadeo, el 28 de enero de 1930 lleva por título «Mata por amor y muere despedazado». En realidad, su protagonista era un indecente acosador…

La Gaceta de esa fecha dice que se llamaba Arsenio Irimia Pérez. Tenía 33 años, era natural de Meira y vecino de Ribadeo y estaba separado de su esposa. Vivía en compañía de una hermana y varias sobrinas, una de ellas llamada Carmen Regueiro, de corta edad y gran atractivo físico. El periodista dice que «inspiró una violenta pasión a su tío» que «la requería de amores constantemente y la invitaba con frecuencia a huir de casa con él».

Y señala que «pese a todo», Carmen se negaba rotundamente y procuraba esquivar la presencia de su tío.

Un día, cuando se encontraba la familia en la cocina de la casa, Arsenio insistió una vez más, reiteradamente, en sus deseos e insinuaciones. Y una vez más, la muchacha reiteró su negativa. El cronista parece que lo entiende y dice que «llevado por la ira, Arsenio le dio una tremenda puñalada en el pecho a Carmen, la cual murió en el acto».

Una vez que asesinó vilmente a su sobrina, el criminal huyó. Marchó a una taberna de las afueras de Ribadeo y, en corto espacio de tiempo, se bebió «casi un litro de aguardiente».

En el periódico se dice que «después se internó en el túnel del ferrocarril donde hoy fue hallado su cadáver completamente mutilado».