«Tuve pretendientes, pero mi sueño era ser monja y me consagré con 36 años»

Lucía Rey
lucía rey VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

PEPA LOSADA

Con casi 97 años, sor Isabel, la más veterana de las religiosas del monasterio de clausura, aún trabaja a diario en la sala de costura

28 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Sor Isabel recuerda con una mezcla de orgullo y de humildad que sus manos han bordado buena parte de los estandartes de las cofradías de la Semana Santa de Viveiro. Con cerca de 97 años, ella es la más veterana de las doce religiosas que quedan en el Convento de las Concepcionistas, situado en el corazón del centro histórico, en la Praza de Santa María. Nació como María Josefa González Teijeiro, Maruja, en la parroquia de Baldomar, en Begonte, y aunque la vocación religiosa le llegó muy temprano -«con 14 años ya quería ser monja», cuenta-, no pudo hacerla realidad hasta mucho tiempo después. «Éramos siete hermanos y yo era la responsable de todos. Trabajé de modista, me divertía mucho en las fiestas y tuve pretendientes, pero mi sueño era ser monja y me consagré con 36 años», relata, antes de señalar que siempre le «tiró la Concepción», por lo que ingresó directamente en el monasterio viveirense en el que lleva más de seis décadas. «Aunque alguna gente piensa que las monjas no hacemos nada, no es cierto: sea durmiendo sea despiertas no paramos», sonríe junto a las máquinas de coser en la sala de costura donde todavía trabaja a diario con sor Francisca, sor Lina y otras religiosas del convento.

La paz y el buen rollo reinan en un convento que en el 2001 celebró su cuarto centenario

Frente a lo que hay al otro lado de sus gruesos muros, «donde se vive aceleradamente, con prisa y se piensa poco», en el convento de clausura de las Concepcionistas de Viveiro se respira paz, armonía y buen rollo. A ello contribuye, sin duda, el hecho de que la docena de monjas que lo habitan son «como una familia». «Se necesita vocación, sentir la llamada de Dios, pero también saber adaptarse a la vida en comunidad», destaca sor Teresa, la abadesa de un monasterio que celebró su cuarto centenario hace 18 años, en el 2001, con numerosos actos. Oración y trabajo son los ejes de una vida en la que las religiosas confiesan sentirse felices y plenas.

«Sentimos lo de Valdeflores»

La comunidad de las concepcionistas ve con tristeza el reciente cierre del monasterio dominico de Valdeflores, en Xunqueira. ya que ambas comunidades tenían mucha relación. «Lo sentimos muchísimo. Lamentamos que Valdeflores terminará como terminó, pero la causa principal es la falta de vocaciones porque no hay repuesto», reconocen.