Este es el «equipo A» de las procesiones de la Semana Santa de Viveiro

Lucía Rey
Lucía Rey VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

PEPA LOSADA

Siete de los capataces que dirigen los pasos más emblemáticos explican para La Voz algunas experiencias

13 abr 2019 . Actualizado a las 20:13 h.

Antes de dirigir un paso, todos arrimaron el hombro y cargaron kilos de peso debajo durante años. Todos destacan que llegaron a capaces «por casualidad» y que ellos solo son «como o presentador do telediario, que non sería ninguén sen toda a xente que fai un traballo enorme e calado detrás» montando y desmontando andas, limpiando candelabros, colocando velas y flores, lavando y planchando ropa...

«O primeiro ano que saíu o Prendimiento a ombreiros, as varas brandían, pensei que non chegabamos»

Sin embargo, la Semana Santa de Viveiro, que fue declarada de Interés Turístico Internacional en el 2013, no sería lo que es hoy sin su labor. Un trabajo voluntario y duro que despierta admiración pero casi siempre permanece oculto bajo los capirotes que cubren sus caras mientras marcan el paso, ordenan parar o arrancar; animan, calman o abroncan a los llevadores, sortean farolas, balcones o cables o dirigen por las empedradas calles del centro andas que pesan toneladas y sobre las que brilla patrimonio sacro como el Prendimiento, la Piedad, el Calvario, María al Pie de la Cruz, el Ecce Homo da Misericordia, La Magdalena del Rosario o el Nazareno dos de Fóra. Aunque el nombre no les guste, a ojos de muchos son «el equipo A» de las procesiones de la Semana Santa de Viveiro.

«O ano que decidimos levar o paso as mulleres foi unha revolución, e sempre temos lista de espera»

Con respeto

«O único que lle pido aos levadores é que cada un vaia debaixo do santo coas súas crenzas, pero con respecto», destaca Pedro Vizoso, de la Cofradía del Rosario, y que dirige la Magdalena en la procesión del Santo Entierro. «Hai que coidar a canteira, porque se un ano lle dis a alguén que quere colaborar que non pode e non lle das unha alternativa, outro ano non vai querer», reflexiona Cruz Penso, de la Santa Cruz, y una de las pocas mujeres capataces. «Iso podía pasar antes, pero a día de hoxe xa non», señala Luis Tarrío.