La Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia, en su pazo de Ribadeo

MARTÍN FERNÁNDEZ

A MARIÑA

CEDIDA

06 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Bernardo Rodríguez de Arango Murias y Mon erigió sobre unas antiguas ruinas medievales, entre 1731 y 1747, el Pazo de Guimarán en Vilaselán (Ribadeo). Estaba ?y está- situado encima mismo del muelle de Porcillán y tenía una ubicación que le ofrecía una perfecta visión de la ría y permitía controlar los movimientos de las naves y de cualquier acceso a tierra que se llevase a cabo…

Dentro de la finca, frente a la vivienda, se levanta una capilla con tejado a tres aguas donde se venera a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, patrona de Colombia, que preside un pequeño altar barroco. La fundó El Indiano como capellanía en 1752, cuando tenía 48 años, ante el escribano de Ribadeo, Fernando Carnero, y la dotó con 44.000 reales. Tiene también una capellanía dedicada a San Bernardo en honor de su benefactor.

Tambien en la iglesia parroquial de Vilaselán, Rodríguez de Arango y su mujer crearon dos capellanías dedicadas a la patrona de Colombia y a San Bernardo y promovieron tres retablos, dos con armas de los Rodríguez Arango y el tercero con los nombres del promotor y de su esposa. En una nave de esa misma iglesia, El Indiano erigió otro retablo bajo la advocación de la Concepción y enfrente, al lado de la epístola, el retablo de la Virgen de Chiquinquirá.

Según la leyenda y la tradición colombiana, su culto en el país sudamericano deriva de un español llamado Antonio de Santana que, en el siglo XVI, construyó una capilla de paja y vara en el pueblo de Chiquinquirá y colocó sobre el altar un lienzo de Nuestra Señora del Rosario que había pintado un tal Alonso. La pintura se fue deteriorando y se desdibujó la cara de la Virgen. Años después, una sobrina muy piadosa de Santana pedía insistentemente a la Virgen que permitiese ver su rostro.

Así lo hizo un día la Virgen y se apareció, en medio de un gran fulgor, a dos indios. El cuadro pudo renovarse, se volvió a hacer visible la cara de la santa y las gentes comenzaron a acudir en masa a la iglesia y se sucedieron los milagros por su intercesión. Pasó a ser la Virgen popular por excelencia, la abogada de los pobres. Hasta que en 1823 se consagró la nueva basílica de Chiquinquirá en cuyo altar se venera el cuadro milagroso de la Reina y patrona de Colombia.

En Ribadeo y Vilaselán, la imagen que se venera no es un cuadro sino una escultura copia de ella. A esta Virgen, se le rinde culto, además, en Perú, Venezuela, Filipinas, Sevilla y Cádiz. El Indiano le profesaba gran devoción y dotó a su capellanía de Ribadeo con 44.000 reales, una fortuna para la época.

Ribadeo tenía 300 vecinos

Bernardo Rodríguez de Arango fue Alcalde de la Santa Hermandad (Juez) de Ribadeo a cambio de redimir a la villa de todos los censos que sobre ella pesaban. Tenía el poder de manejar, arbitrar y resolver sobre forajidos, ladrones, bandoleros. Murió en 1767 en Guimarán, reinando Carlos III, y fue enterrado en el convento de San Francisco.

La villa de Ribadeo tenía por entonces poco más de trescientos vecinos y conservaba en su mitad las murallas antiguas. Tenía también una especie de fortaleza con las paredes de un torreón, cortinas y foso. Pero todo en deficiente estado, según documentó el Padre Henrique Flórez en su obra Theatro Geographico-Histórico de la Iglesia en España.

Niñas en procesión el sábado de noche rezando el rosario

Bernardo Rodríguez de Arango no sólo creó capellanías en el entorno de su residencia sino que, con su propio pecunio, fundó varias escuelas. Una de ellas la erigió en su concejo natal de Santalla de Oscos con las rentas estipuladas según las mandas de su tío José Fernández de Murias aunque él mismo aumentó y mejoró la dotación con 24 ferrados de trigo más.

En Ribadeo, instituyó por cuenta propia y asumiendo también su completo sostenimiento, otras dos escuelas. Una de ellas estaba dedicada a los niños y otra a las niñas, dotando a ambas con 1.800 reales al año. En la escuela de niñas se enseñaba a leer, escribir, calcetar y coser, un conjunto de actividades que, en aquel tiempo, eran fundamentales para bien casar. En su fundación, El Indiano establecía la obligación de que las niñas que acudiesen a la escuela debían salir en procesión con su maestra los sábados al anochecer por las calles de Ribadeo cantando el rosario y portando el estandarte de la Virgen que siempre debía ir rodeado de velas y faroles.

Esa orientación extremadamente religiosa no cesará en las distintas actividades emprendidas por El Indiano, tal vez por ser esa la condición sine qua non que le había impuesto su tío para recibir su cuantiosa herencia. Un ejemplo más de esa devoción religiosa fue la fundación de una obra pía para alumbrar con aceite, de modo permanente, al Santísimo en la iglesia parroquial de Vilaselán.

Su hijo Bernardo Phelipe fue el último varón con su apellido que residió en la mansión

Bernardo Rodríguez de Arango se casó en Vilaselán el 19 de diciembre de 1740 con Bernarda Luisa González y Rodríguez, hija de Andrés y Agueda, vecinos de San Andrés de Logares (Burón). Contrajo matrimonio en la Colegiata de Santa María del Campo, en Ribadeo, dos años después de haber fallecido su padre, Matías, en La Perulleira y uno antes de que lo hiciese su madre Eulalia.

El matrimonio de Bernardo y Luisa tuvo cuatro hijos en cuatro años: Bernardo Joseph, Francisco Javier, Bernarda Ramona y Bernarda Luisa. El primogénito, Bernardo Phelipe Antonio Rodríguez de Arango y Mon, fue el sucesor del Pazo y el último varón con el apellido de los Rodríguez de Arango que residió en Guimarán hasta su fallecimiento en el año de 1776. Se había casado el 28 de junio de 1768 con Luisa Francisca Saco y Abraldes de Mendoza. El matrimonio tuvo una única hija, Maria Luisa Rodríguez de Arango y Mon y Abraldes, nacida al año siguiente en Vilaselán.

María Luisa, la sucesora y heredera de Bernardo Phelipe, se casó en la Capilla de Chiquinquirá del Pazo de Guimarán con Ramón María Miranda y Mon, que había nacido en Santiago de Abres y que era Caballero de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, en Málaga, un cuerpo de élite al servicio de la Corona.

Los Rodríguez de Arango fueron una familia muy prolífica cuyos miembros se trasladaron a diversos puntos de España en su afán de mejorar.

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