Botana, en Ribadeo, toda una historia

Juan Ramón Canabal CIERRA UN HISTÓRICO

A MARIÑA

16 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Calzados Botana en Ribadeo ha cerrado después de unas cuantas decenas de años. José Luis su dueño, con más de 60 primaveras de trabajo sobre sus hombros, ha decidido descansar de una vida laboral larga, fructífera y llena de contenidos tanto desde el punto de vista humano como empresarial.

Pero, ¿cómo fueron los comienzos y avatares de este singular ribadense? Veamos: El hombre se cría en plena posguerra y siendo un chaval de 11 años su madre lo envía a estudiar al colegio de los Padres Jesuitas de Vigo. Supone para la familia un esfuerzo económico impresionante y para el joven Botana una salida al mundo lejos de su Ribadeo natal. Allí conoce otras gentes, vive otras experiencias además de poder disfrutar de una enseñanza de calidad. Todo esto dentro de un contexto social apretado y caracterizado por las privaciones y escaseces propias de la década de los cuarenta.

Andando el tiempo, concluido el bachillerato pasa las vacaciones en su casa esperando el inicio de curso para trasladarse a Santiago donde estudiar la carrera de derecho. Pero entre estas, un tío suyo “Cubano” visita a la familia y ofrece al joven José Luis la posibilidad de trasladarse a la isla y cursar en la universidad de la Habana los estudios que considere oportunos, o bien trabajar en su empresa, dedicada a la distribución, comercialización y venta de combustibles.

El muchacho con 17 años no desperdicia la oferta y parte a las Antillas para dar comienzo, como él define: “…la época más decisiva de mi vida”. Eso sí, opta por entrar a formar parte de la importante compañía de su tío empezando como aprendiz en las oficinas de Matanzas. Para hacernos una idea del volumen de trabajo de la antedicha sociedad baste comentar que disponían de cien cisternas de reparto solo en La Habana. Además, trabajan en Pinar del Río, Matanzas...

El joven aprende, se relaciona. Conduce coches importantes, Chevrolet, Dodge, Plymouth… y frecuenta locales de moda en la selecta sociedad habanera. Vive un mundo que sus paisanos jamás podrían ni soñar inmersos en las penurias y estrecheces de la posguerra española.

En pocos años se traslada a La Habana para ocupar cargos de responsabilidad en la empresa, lo que abultará los conocimientos mercantiles, que con los años le serán de suma utilidad.

En esto triunfa la revolución castrista. Comienzan a nacionalizar empresas y todo tipo de negocios en Cuba. La compañía en que trabajaba no iba a ser menos y tras mil sucesos, dignos de otro relato, José Luis con 25 años regresa a España donde como premio por sus puniciones con el comunismo lo envían a cumplir el servicio militar a Coruña.

No hay mal que por bien no venga; allí consigue un contacto para trabajar en Nestlé y tras pasar una prueba y resolver la cortapisa militar, comienza siendo su primer destino Asturias, en concreto Oviedo, Gijón, Avilés. Empieza otra época fundamental de su vida: comercial a gran escala. Las anécdotas de esos años darían para un libreto de técnicas de venta y aprovechamiento de recursos pero como el espacio es limitado baste decir que dada su productividad y aporte a la empresa se le ofrece el traslado a Canarias, donde las condiciones económicas son más apetecibles y los incentivos nada despreciables.

Como él dice «…en Canarias estaba todo por hacer». No fue difícil para un gestor con su experiencia y categoría poner a funcionar la distribución y reparto de un producto genuino y de buena calidad que se vendía solo.

Entre tanto, un par de anécdotas. En la cafetería del Parador Nacional donde reside, contacta con un importante mando militar. Este le comenta que las tropas del Aiún, bastantes regimientos por cierto, estaban un tanto desprovistas de mercancías que tenía en catálogo nuestro joven amigo. No lo piensa dos veces y tras conseguir entrevistas con los responsables de la intendencia en las unidades en cuestión visita uno por uno los regimientos consiguiendo un pedido espectacular. Hay que pensar que cada agrupación estaba formada por varios miles de soldados y mandos. ¡Pues a nadie se la había ocurrido que en las colonias africanas había un nicho de negocio fabuloso…!

En otra ocasión le comunica la central que una partida de leche en polvo estaba a punto de caducar. Era urgente sacarla a cualquier precio. Botana contacta con un amigo propietario de granjas de cerdos y a un coste más que razonable se deshace de la leche en cuestión… Esto es un comercial. Lo demás son gaitas…

La última parte ya la conocen ustedes, andando el tiempo retorna a Ribadeo y se pone al frente del negocio familiar. Lo moderniza e incluso monta otras tiendas y franquiciados en Burela, Foz, Mondoñedo y La Caridad.

Creo que está sobradamente justificado el descanso de aquel muchacho que en los cincuenta marchó a Cuba a vender gasolina y nos dio a todos una lección de cómo ha de trabajar un vendedor y de lo que es un luchador.

Su esposa Chus, como sus dos hijas Camino y Clara, confortan y apoyan a este enérgico comerciante en sus proyectos y ocupaciones. En las tiendas, en las compras y en los malos momentos que seguro ha habido.

Acaba de llegar una nieta… Otra nueva etapa. Felicidades abuelos.

Con tan solo 17 años parte hacia las Antillas para iniciar la parte más decisiva de su vida

Monta un negocio familiar con franquicias en Foz, Burela, La Caridad y Mondoñedo