Valentín González, «Tin», vecino de San Pedro de Mor (Alfoz)
06 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Cromos, llaveros, bolígrafos, vinilos, teteras, sellos, monedas, muñecas de porcelana, cómics... El universo del coleccionista es largo y ancho. Sin límites. Tampoco tiene tope la particular colección de Valentín González Paz y que no ha parado de crecer desde que a mediados de junio de este año creó su propio museo de la radio, abierto gratuitamente al público. Ahora acaba de salirle un «hermano»: el museo etnográfico o «museo do pobo» de Casa de Tin. Todo el que quiera ya puede admirar sus piezas en una cabaña que hizo de unos 14 metros de largo. «E que non me chegou a nada», apostilla este jubilado alfocense y gran amante de las antigüedades. Es además un activo defensor del mundo rural, la razón de ser de la apertura de estos espacios. Comenzó con el radiofónico, en el que alberga un destacado número (unos 200) de aparatos: «Ata viñeron velo dende Ponferrada e... mira ti, que alí está Luis del Olmo!».
En lo que respecta a la nueva instalación, ya completamente lista, es toda una clase de etnografía, con cerca de dos mil piezas. «Hai de todo, máquinas de mallar, carros, arados, xugos... Teño ferramentas de zoqueiro, barbeiro, carpinteiro, zapateiro, albanel, uns 200 reloxos (de bolsilo, de man, de parede)...», describe Valentín González.
Reconoce que las antigüedades son su pasión. Aunque después de hacerse con piezas en ferias, por ejemplo, de Burela, Sarria, Santiago, etcétera... el hecho de ordenarlas y exponerlas en un espacio pensado también para el público conlleva su esfuerzo personal, aunque esté jubilado: «Sufre un moito porque leva moito mantemento e hai que estar en acción». Qué es lo que le mueve entonces? Responde: «Eu fixen estes museos para que se vexa que hai algo nas aldeas. Aquí estamos ‘morrendo’. É verdade». «Estas cousas deberan de estar, por exemplo, nunha escola antiga, que están baleiras, para que estivese mellor exposto». Y lo vive: «Con isto gozo e quen teño que gozar son eu». «O que vén queda asustado, porque hai moito de todo», corrobora Valentín.