Hace unos días nos despertábamos con la trágica noticia del fallecimiento de José Roberto Suárez, jugador de categoría juvenil del Navia C.F., como consecuencia de las lesiones producidas durante un encuentro de fútbol por el impacto de su cabeza con el muro perimetral de hormigón que rodea el terreno de juego.
Un lamentable suceso que nos debe hacer reflexionar sobre las condiciones de seguridad en las que nuestros jóvenes desarrollan su actividad deportiva y en la que algunos observamos una realidad que no nos resulta nada lejana, como lo demuestra el hecho de que, dos semanas más tarde del accidente mencionado, una ambulancia tuvo que evacuar del terreno de juego del estadio municipal de Ribadeo a uno de los jugadores participantes en un encuentro de categoría juvenil para trasladarle al hospital más cercano, como consecuencia de un nuevo impacto de su cabeza con la superficie perimetral que rodea el terreno de juego.
Resulta impropio del siglo en que vivimos que no sea regulada, en la totalidad de competiciones y de disciplinas, la distancia de separación entre los límites del terreno de juego y los elementos que forman parte del perímetro del mismo.
En este sentido, la FIFA, a través de las recomendaciones técnicas para las competiciones que son ámbito de su competencia, regula la imposibilidad de colocar valla alguna en los cinco metros más próximos a las líneas de meta y de banda. Por su parte, el Consejo Superior de Deportes (CSD), para competiciones de fútbol de ámbito nacional, ha desarrollado la Normativa sobre Instalaciones Deportivas y de Esparcimiento (Normas N.I.D.E.), en vigor desde el año 2017 y que establece la prohibición de colocar obstáculos (porterías, torres de iluminación, elementos de riego….) a una distancia inferior a 1,5 metros de las líneas de meta y de banda.
En nuestra comunidad autónoma, la Ley 3/2.012 del Deporte en Galicia, establece, en su Artículo 78, la necesidad de elaborar un Plan General de Instalaciones y Equipamientos deportivos. Un plan que ya ha sido regulado y puesto en marcha en otras comunidades, como es el caso de Andalucía, y en el que se recogen aspectos importantes en relación a la prevención de riesgos en la práctica deportiva, que pudieran tener su origen en una inadecuación de las instalaciones.
Urge una implicación por parte de la totalidad de administraciones y de los estamentos que integran el fútbol (jugadores, entrenadores, directivos y árbitros), con el fin de que aquellas reformas realizadas en instalaciones deportivas,contengan medidas efectivas encaminadas a que los partidos de fútbol se desarrollen con el menor riesgo posible para los implicados, y a que sucesos como el ocurrido recientemente en Navia tengan menos posibilidades de producirse.
Emilio Rosanes es Entrenador Nacional de Fútbol UEFA-PRO y profesor de la Escuela Gallega de Entrenadores de Fútbol