De Alfoz al Mont Blanc, una de las cimas europeas

lidia fernández / s. o. ALFOZ / LA VOZ

A MARIÑA

CEDIDA

Iván Marrube, de A Toxiza Clube, logró coronar la cumbre de 4.810 metros en veintidós horas

24 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo comenzó con una broma. Lo que iban a ser unas tranquilas vacaciones en el sur de Italia al final se convirtieron en uno de los mayores desafíos a los que Iván Marrube (1980) se ha enfrentado nunca. Y es que subir los 4.810 metros de la cumbre franco-italiana Mont Blanc, una de las más altas de Europa, no es pan comido ni para los montañistas más experimentados. Pero Marrube, miembro de A Toxiza Clube de Montaña de Mondoñedo desde hace un par de años, consiguió convencer a su amigo de toda la vida, Fernando Torres, para acompañarlo en esta aventura. Una subida exprés que solo llegó a completar el impulsor de una idea que muchos han llegado a considerar descabellada.

«O certo é que foi unha enleada de última hora. Dixen de broma o de subir ao Mont Blanc, pero no fondo quería ir. Gústanme moito os retos, prodúcenme unha enorme satisfacción», asegura el alfocense pocas horas después de haber realizado esta hazaña.

«

A mellor sensación do mundo

»

Pero este reto, que no ha podido tener mejor desenlace, se organizó tarde, y los dos amigos no tenían la suficiente preparación en subidas con semejante nivel de dificultad. Eso no les impidió lanzarse a la aventura, aunque Marrube reconoce ahora la imprudencia y temeridad que cometieron. «Tiñamos pouca preparación en montaña e fixemos o recorrido dun tirón, cando aconsellan realizalo nunha semana e pouco a pouco, para ir aclimatando o corpo aos cambios de presión», afirma. Y es que en solo 22 horas Marrube, en compañía de un guía, coronó la cima nevada del Mont Blanc cual montañista experto. De hecho, en el último tramo llegó a superar al mejor corredor de todos los tiempos, el catalán Kilian Jornet Burgada. «Cando me dixeron que lle arrebatara o tramo ao corredor máis experimentado non mo podía crer. Foi, sen dúbida, a mellor sensación do mundo», recuerda.

Pero no todo iban a ser buenos momentos. Porque en desafíos tan extremos las malas experiencias están a la orden del día. Este intrépido montañista reconoce que en varias ocasiones sintió miedo, especialmente por las noches. También cuando estaban a punto de llegar a la cumbre, ya que la altitud alcanzada al borde de la cúspide impresionaba. «Teño que admitir que tiven medo, pero nunca pensei en abandonar. Foi unha cuestión de orgullo, de amor propio. En situacións así hai que sacar forzas de fraqueza», afirma con contundencia. Otra de las partes negativas de esta experiencia fue no poder completarla con su amigo Fernando. «Ao chegar aos 4.000 metros empezouse a sentir mal e tivémolo que baixar. É unha pena, porque me encantaría ter chegado con el ata o final», relata Marrube.

«Moita emoción e paz incrible

»

Los dolores de cabeza también eran constantes durante la subida. Y es que los cambios de presión eran muy intensos, sobre todo en lo alto. Pero para él todo mereció la pena, las caídas, los golpes... Se siente privilegiado por disfrutar de una de las mejores y más impresionantes vistas del mundo. «Foi o reto máis difícil ao que me tiven que enfrontar nunca, pero tamén o máis gratificante», confiesa. La incertidumbre y la tensión caracterizaron este ascenso, con las emociones a flor de piel en todo momento. La última parte fue la peor. La extenuación empezaba a hacer mella, pero no cedió ante el cansancio, y anteayer por la mañana culminaba la escalada. «Sentín moita emoción ao chegar arriba, e unha sensación de paz incrible. Foi como se me quitasen un peso enorme de encima», confiesa.

«Eu recomendaría esta experiencia a todo aquel que lle guste o montañismo. Iso si, que vaian máis preparados ca nós e que non intenten facer o recorrido en tan pouco tempo. É importante aclimatar o corpo e facelo con calma para estar máis seguros», concluye Iván Marrube. Por teléfono, antes de despedirse, confiesa que ya piensa en su próximo desafío, los Pirineos.