Lecciones para vencer al cáncer

TANIA TABOADA LUGO / LA VOZ

A MARIÑA

oscar cela

Iván Quiñoá escribió un libro y promueve un campamento en Ortigueira con niños y familiares

22 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Con más de un mes viviendo con el riñón de Elena, su hermana mayor, Iván Quiñoá (Sarria, 1978) se siente estupendamente y disfruta cada segundo de vida. Este joven, ingeniero de profesión, es un ejemplo y lección para todos aquellos que no valoran gozar de buena salud y se derrumban por una jornada laboral complicada, una ruptura sentimental o una rencilla familiar.

«En 1994 enfermé de un cáncer pero mi batalla siempre fue la actitud. Vomitaba 25 veces al día. Veía a mis compañeros de hospital quejándose y llorando. Todo era una tristeza. Sin embargo, yo siempre decía que tenía que poner luz a ese panorama negro. Estaba de buen humor y me reía a pesar de que los médicos insistían en que no podían hacer nada más por mí», relata Iván Quiñoá, que recuerda las malas nuevas que los médicos trasladaban a sus progenitores: De hoy no pasa.

«Que en plena adolescencia, la vida te sorprenda con un sarcoma de Ewing, un tumor maligno, te hace ver las cosas de otra forma», indica Iván, que afortunadamente superó la enfermedad a los dos años. «No soy un milagro. Luché, tuve suerte y esta estuvo en mis manos. La mayoría de las personas que padecen un cáncer piensan que el amor es hacia los demás y no es así. Tú tienes que estar de primero. ¿Cómo vas a regalar amor hacia los demás? Tienes que volcarte y quererte tú para después dar. Es imposible ofrecer felicidad si tú mismo lloras», considera Iván.

Pero tal y como se viene de comprobar, la mala racha en la salud de este sarriano no finalizó en la adolescencia, sino que volvió a repetirse en su época de adulto, concretamente con 39 años. Con antecedentes en enfermedades renales, en septiembre del año pasado, la vida volvió a darle el segundo palo. «Me puse fatal, querían ingresarme y dializarme. Hablamos el tema en casa y tranquilicé a la familia advirtiéndoles de que podría hacer mucho por mí. Mis seres queridos se ofrecieron para darme su riñón pero mi hermana mayor insistió en que quería ser ella. Nos estudiaron genéticamente, miraron si éramos compatibles y el martes y trece de marzo tuvo lugar el trasplante en el CHUAC», explica Iván, quien recuerda que la obsesión de su hermana era que funcionara el riñón que le había dado. «Soy de la vida y de lo que venga. Mucha gente me decía «por qué a ti» y yo le respondía «por qué no a mí». Si piensas en eso, entras en rabia y empiezas a pelearte con el mundo y contigo mismo. El caso es luchar porque muchas veces es necesario para disfrutar», opina este sarriano.

Un libro

A raíz de sus duras experiencias, Iván escribió un libro (va por la segunda edición), ayuda psicológicamente a muchos afectados e imparte charlas sin ánimo de lucro. Pero además, el próximo fin de semana (27, 28 y 29 de abril) llevará a cabo una actividad pionera en Galicia. Se trata de un campamento para niños con cáncer que se desarrollará en la Granxa do Souto, en Ortigueira.

«Participarán seis niños aislados con cáncer y dos familiares por cada niño. Habrá monitores y voluntarios y se realizarán varias actividades, como por ejemplo, descubrir la naturaleza, diversos juegos, charlas de apoyo a los padres...», avanza Iván, quien con el dinero recaudado de las ventas de su libro, financiará íntegramente este evento. «Quería hacer donaciones al HULA pero todo son problemas, negaciones y papeleos... por eso he decidido hacer algo así», indica.

Un ejemplo de superación y de lucha y un apoyo clave para todos los que sufren este tipo de enfermedades.