El mindoniense que volvió a por la herencia de su mujer desaparecida en Uruguay

La Voz

A MARIÑA

La familia de Adelina Lamas sospechó que su marido, Severiano Martínez, pudiera haberla matado

25 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta historia llega desde la otra cara de la luna de la emigración. Del cuarto oscuro que se silencia en las familias. Del patio trasero de una fachada blasonada...

Severiano Martínez Montenegro y Adelina Lamas Illade eran un matrimonio de Mondoñedo. Marcharon a Uruguay y, al poco tiempo, ella desapareció -o la desaparecieron- misteriosamente. Nunca más se supo de ella, nadie la volvió a ver, jamás la encontraron. Su familia sospechó que su marido pudo haberla matado. Pero nunca lo probó. Lo que sí comprobó -y con dolor- fue la reclamación que él presentó en el juzgado de Mondoñedo el 27 de mayo de 1889 para cobrar su herencia, sin fianza previa, y a pesar de que tenía tres hijos. Eso acrecentó la desconfianza. Aquí podría acabar el relato de este suceso. Pero hay otros matices que permiten aproximarse a lo esencial que, como diría Saint Exupéry, suele ser invisible al ojo humano...

Médicos, curas y diputados

Ambos eran hijos de dos de las familias de más alcurnia de Mondoñedo en el siglo XIX. Severiano -que nació en 1841 y murió en Oviedo en 1898- pertenecía a los Martínez Montenegro, ricos comerciantes que vivían en la Plaza de la Catedral y tenían gran influencia y proyección. Su ya de por sí importante patrimonio se vio incrementado por la herencia de un tío que había sido párroco de San Andrés de Teixido. Entre los nueve hijos del clan, destacó Cándido, abogado, director general de Correos, consejero de Estado, ministro del Tribunal Contencioso-Administrativo y diputado en Cortes por Mondoñedo durante cerca de treinta años, de 1871 a 1899. Otros hermanos de relieve fueron Evarista, casada con Policarpo Carrera, abogado y alcalde del municipio mindoniense y Secundino y Federico, párroco y médico de Ribadeo, respectivamente. Adelina, por su parte, era hija del doctor Francisco Lamas García y de Dolores Illade Fernández, que vivían en el Pasadizo de la Plaza de la Catedral y eran muy religiosos. Él, nacido en la parroquia de Barres (Castropol-Asturias), era cirujano, Caballero de la Orden de Carlos III y poseedor de la Cruz de 1ª clase de la Orden Civil de la Beneficencia. Ella era de Viveiro.

Familia numerosa

Los Lamas Illade, que gozaban de buena posición económica, tuvieron 5 hijos: Adelina, nacida en 1847 y desaparecida sobre 1875, esposa de Severiano; Aurora, soltera; Elisa, que tuvo tres maridos; Alfredo, médico, emigrante en Tandil (Argentina); y Glafira que se casó a los 15 años con el comandante militar de Mondoñedo, Rafael Noriega.

Severiano Martínez tenía un comercio pero no el favor de la gente. Tampoco Adelina contaba con el de sus padres. Así que decidieron emigrar a Uruguay. Tuvieron tres hijos antes de que la hija mayor de los Lamas Illade desapareciese y su rastro fuese borrado de la faz de la tierra. Su marido regresó a la ciudad episcopal y se apresuró a reclamar la herencia de su mujer. Pero no todo salió como pensaba.

Su demanda tardó 11 años en llegar a la Gaceta de Madrid y cuando se publicó, él ya había fallecido

El 27 de mayo de 1889, meses después de morir Lamas, Severiano pidió en el Juzgado de Mondoñedo ser nombrado Administrador de los bienes de su esposa ausente, sin pagar fianza y con las facultades precisas para su representación en el juicio testamentario del padre de ella y para hacerse cargo de lo que allí fuese adjudicado. Acompañó su reclamación con certificados de matrimonio con Adelina y de sus tres hijos ?Asunción, Gonzalo y Consuelo- que vivían con él, sujetos a la patria potestad. Y presentó otro que decía que su mujer, «desde hace más de diez años, hallándose en el Uruguay, se separó del compareciente, permaneciendo ausente, sin saberse su paradero ni tenerse noticia alguna de su existencia».

El 10 de marzo de 1891, el mismo juez del partido declaró ausente a Adelina, dio testimonio de la demanda y ordenó publicar la resolución en el Boletín Provincial y en la Gaceta de Madrid. El escribano Alejandro Torviso lo expidió el 6 de abril de 1897. Al fin, el 6 de enero de 1900, en la página 74 de la Gaceta de Madrid, se publicaba el auto del juez de Mondoñedo, Augurio Carballo García, para unir a los de testamentaría de Francisco Lamas. Pero por entonces Severiano Martínez Montenegro ya había fallecido en mayo de 1898.

Dejó tras sí un reguero de desdichas y once años después la herencia de Lamas aún estaba sin repartir. Ignoro si en 1923, cuando -según A. García Doural- el Gobernador Civil autorizó el traslado de su cadáver desde Oviedo, donde había sido enterrado, al cementerio de Mondoñedo, se había resuelto su reclamación de disponer de la herencia de la infortunada mindoniense.

La aprobación de la boda, las mejoras y los resultados

En el testamento otorgado el 19 de diciembre de 1867 por Francisco Lamas García, médico, de 56 años, y su mujer, Dolores Illade Fernández, de 44 años -que fue rescatado recientemente por el investigador mindoniense Cidre Fernández Villalba-, ambos declaran un capital inmueble de 50.000 reales gananciales. Y dicen que el capital de ella consiste en el que se le adjudicó por herencia de sus padres y de sus hermanas Josefa y Ramona, muertas sin testar después de ellos.

Los dos esposos legan el uno en el otro, se facultan para poder mejorar en el tercio y en el quinto de las herencias de uno y otro a sus cuatro hijos Aurora, Elisa, Alfredo y Glafira y conceden a Adelina tan solo la legítima. Establecen también que si cualquiera de sus hijos se casase “sin la aprobación y agrado de su padre o madre, le privan de aprovechamiento de toda mejora”. Y adjudican a su único hijo, Alfredo, los numerosos libros y la estantería del doctor Lamas en la cantidad de 200 escudos a cuenta de las legítimas que le correspondan. La cláusula de casarse sin la aprobación paterna parece ser que fue el motivo de la exclusión de Adelina de las mejoras en el testamento pues sus padres no aprobaban la personalidad soberbia y altanera de su esposo.

Dolores Illade murió en 1869, a los 44 años, y Francisco Lamas falleció diecinueve años después, en 1888, a los 77. Ante notario, legó a sus hijas Aurora y Elisa 1.000 reales para el Hospital de San Lázaro y 400 para el convento del retiro del Calvario (Os Picos). A su entierro asistieron 22 sacerdotes, 7 salmistas, el sochantre y cuatro niños de coro. A los pocos meses de morir Lamas, el 27 de mayo de 1889, Severiano Martínez, el viudo de Adelina, que vivía entre Oviedo y Mondoñedo sin trabajar, pidió ante el Juzgado de 1ª instancia que se le nombrase administrador único de los bienes de su esposa. Eso provocó un terremoto social y familiar, y el reparto de la herencia se dilató muchos años, embarullado en un sinfín de recursos, plazos y vericuetos jurídicos.