«Sin ayudas reales, fibra óptica y gas, el centro histórico de Viveiro morirá»

Lucía Rey
lucía rey VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

XAIME RAMALLAL

A pesar de las rehabilitaciones de los últimos años, solo unas decenas de familias residen aún en el casco antiguo

18 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mediodía de un día laborable de febrero. El suelo empedrado, las nubes grises, el frío, la lluvia y la canción de la película Ghost que suena a través del hilo musical instalado por los comerciantes aumentan el aire melancólico de la calle Almirante Chicarro de Viveiro. Sobran dedos de la mano para contar las personas que transitan en ese momento por la conocida como calle da Zapatería, y tampoco hacen falta muchos más para contar el número de vecinos que residen todo el año en esta zona de un casco histórico privilegiado, emblema de la ciudad del Landro y referente para el turismo nacional e internacional. «A mí me gusta vivir aquí. Sales a la calle, tienes todo a mano y no tienes que pillar el coche para nada, pero las administraciones no nos dan facilidades a quienes vivimos aquí», destaca una de las pocas que quedan. Con 50 años, Marifé Pajón habita la casa donde creció, una vivienda más de 150 años de antigüedad, tres plantas y 240 metros cuadrados de superficie. Recuerda cómo antaño la calle estaba llena de familias, niños y bullicio. «En todas as casas había fillos, abuelos, netos... Había de todo, pero agora non queda case ninguén», añade María José Guerreiro, de 52, que también pasó buena parte de su infancia en Almirante Chicarro y ahora tiene una carnicería en la Rúa Irmáns Vilar Ponte, cerca de la Praza de Santa María.

Adelantar el dinero

«Me gustaría tener mucho dinero para arreglar la casa y ponerla como quiero, pero por ahora me tengo que adaptar a lo que hay», agrega Marifé. A su juicio, las subvenciones para rehabilitar viviendas entrañan demasiadas complicaciones por cuestiones de patrimonio. «Quería poner una galería, pero solo me dejan tener balcón y con ventanas de madera», explica, y agrega: «Y tienes que adelantar tu el dinero, porque no te las dan por anticipado, así que si no lo tienes no puedes hacer nada». «Y si lo tienes y puedes hacer la reforma -apostilla un joven que tiene algunos familiares viviendo en el casco histórico-, luego viene Hacienda y te papa la mitad de la ayuda».

En una calle cercana, una empresaria que prefiere ocultar su nombre para evitar conflictos indica que conoce a varios propietarios que tienen grandes problemas de humedades en sus casas porque no les dejaron instalar ventanas de PVC para tener un buen aislamiento. «Conozco a una familia a la que no le dejaron echar placa cuando rehabilitó la casa, sino que tuvo que hacer la divisiones de los pisos de madera, igual que hace sesenta años», detalla. Y expone otro caso: «La casa en la que tenemos el negocio está bien, pero la de al lado está cayendo y nos entra humedad de ella. Y da igual que pelee o que no pelee, porque nadie hace nada», sostiene, antes de explicar que ella vivió durante mucho tiempo en el casco. «Para mí lo tenía todo, pero me tuve que ir por el ruido que hay de noche», señala.

Ruido nocturno

El barullo nocturno que se produce en torno a los bares y locales de copas que hay en esta calle y en la paralela, Pérez das Mariñas, genera molestias en el vecindario. «En Carnaval a las cinco de la mañana no había quien pudiera dormir», apunta Marifé. «Con tanto ruido por la noche, sin ayudas reales para rehabilitar, sin fibra óptica y sin gas natural, el centro histórico de Viveiro morirá», vaticina la mujer, que emplea estufas y un calefactor eléctrico en el baño como alternativa a la calefacción central. Además, como el casco antiguo viveirense no tiene cableado de R, para disponer de Internet de buena calidad tiene que pagar mucho dinero cada mes.

Solo las gaviotas habitan ya calles como García Junceda

Puertas y ventanas tapiadas, macetas con plantas secas, cubiertas y tejados desplomados o a punto de caer... Aunque el casco antiguo de Viveiro está, en general, bastante bien conservado, presenta zonas totalmente abandonadas. Destaca, entre otras, la calle Juan García Junceda. Donde antaño hubo varios locales de hostelería e incluso un estudio fotográfico, únicamente moran ya las gaviotas.