El de Xerdiz es uno de los cementerios gallegos construidos en estilo barroco rural, o en neogótico, que son considerados una auténtica artesanía realizada en granito.
Los vecinos afirman fue erigido por un canteiro de Miñotos, llamado Pena, aficionado al vino y a las mujeres, poco amigo del trabajo pero creativo y artista. La piedra utilizada procedía de la cantera de Xestido, próxima a la Serra do Xistral.
Con ella, Pena esculpió un conjunto de nichos y panteones que son una puesta en escena bíblica donde se conjuga la Pasión, la Muerte, la Resurrección y la Vida entre santos y vírgenes, cruces y columnas, pináculos y símbolos que semejan deidades paganas.
Su carácter indiano se muestra en su suntuosidad y también en el carácter multicultural que evidencian estilos que van del neoclásico al simbolismo pasando por inspiraciones medievales. Muchos emigrantes no regresaron nunca, otros lo hicieron igual que se fueron y unos pocos volvieron con riquezas. Pero todos, una vez retornados, pretendían
demostrar sus éxitos y fortuna. Por eso lo simbólico era importante en ellos: el reloj de oro, la leontina, las monumentales casas, los coches grandes, los nichos más aparentes?
Los cementerios reflejan, de un modo u otro, un mundo, una sociedad. En Galicia son parte del pueblo, los muertos están cerca de los vivos. Y por eso sirven para estudiar la vida ya que suponen la expresión de un momento histórico. El de Xerdiz evidencia una parroquia pujante en 1908 y la consiguiente sangría migratoria y pérdida de población: la localidad tenía en el Censo de 1900 un total de 975 habitantes y el concello 5.720, cuando en el Censo de 2011 tienen, respectivamente, 214 y 1.157 vecinos. Enseña también -en una placa con los nombres de quienes posibilitaron su construcción- las abundantes cadenas migratorias que se formaron en la marcha a Cuba: los Bahamonde, los Cao, los Gómez, los Ladra, los Guerreiro, los Pernas, los Bouza?
El cementerio de Xerdiz es, en todo caso, un hermoso museo a cielo abierto.