Según el relato de la Fiscalía, los perros, al verlos, corren hacia ellos ladrando y en actitud agresiva, viéndose obligado uno de los agentes a desenfundar su arma y dispararle al rottweiler, que queda muerto en el acto.
Ante estos hechos, ambos acusados y los familiares increpan a los agentes y uno de ellos incluso la emprende a patadas y puñetazos con el guardia que mató al perro, mientras que el otro acusado propina empujones al otro guardia. Actitud que, según la Fiscalía, va acompañada de insultos y amenazas a los agentes. Mientras se desarrollan los hechos, «en un ambiente de gran tensión, según describe la fiscal, el agente que desenfundó el arma pide al dueño de los animales que sujete al dóberman. Pero el propietario hace caso omiso y el perro muerde al otro guardia en el glúteo derecho. Como consecuencia de estos hechos el agente sufrió mordeduras, erosiones y contusiones en el muslo, precisando tratamiento médico-quirúrgico y rehabilitación. Tardó en curar 30 días, de los cuales 10 permaneció imposibilitado de ejercer sus ocupaciones habituales. El otro guardia, por su parte, sufrió policontusiones (dolor el hemitórax derecho, contusión con dolor y hematoma en el muslo, contusión en una muñeca con dolor y limitación inicial de la movilidad y una herida en el dedo pulgar de la mano izquierda. Precisó 45 días de curación, de lo cuales diez fueron impeditivos para trabajar.