Pascual Aenlle se hizo abogado en dos años y asesoró a la colectividad

La Voz

A MARIÑA

ARCHIVO DE MARTÍN FERNÁNDEZ

Natural de Trabada, fue un referente en sociedades gallegas

03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las personalidades más influyentes de A Mariña en Cuba fue el trabadense Pascual Aenlle y Aguiar. Desde su condición de abogado, asesoró a muchos emigrantes y fue un referente de las sociedades gallegas. Directivo del Centro Gallego, fue socio de la Asociación Iniciadora de la Academia Gallega, vicepresidente de Hijos de Lorenzana y presidente de honor de Hijos de Trabada.

La revista Galicia publicó, varias veces, el siguiente anuncio: «Dr. Pascual Aenlle y Aguiar. Abogado. Consultas verbales gratis para los socios del Centro Gallego. Especialidad en abintestatos, testamentarías, declaratorias de herederos, asuntos mercantiles y jurisdicción voluntaria. Calle Cuba, número 7, esquina a Tejadillo. La Habana».

El texto muestra a un emigrante de éxito. Pero, antes, hubo un largo camino de lucha y férrea voluntad. La propia revista le dedica, el 5 de noviembre de 1905, su primera página con foto y texto firmado por Pardo de Cela, seudónimo del barreirense Juan

Ramón Somoza. El motivo fue que días antes, el 27 de septiembre, Aenlle había prestado juramento en la Audiencia como abogado tras concluir sus estudios con brillantez.

El periodista destaca de él que «por su modo de ser, su carácter enérgico y su fuerza de voluntad inquebrantable, consigue llegar siempre adonde quiere». Y dice que sólo así «se comprende que no vacilara ni un instante durante sus estudios universitarios, comenzados en 1903, no obstante la necesidad imperiosa de trabajar para librarse la subsistencia diaria».

Esos años de estudio, trabajo y sacrificio, le hacen exclamar: «¡Cuántas noches pasadas en vela sobre libros de texto, cuántos sacrificios impuestos para lograr la meta de sus aspiraciones!». Y le hacen recordar que «hizo en menos de dos años los estudios que están distribuidos en cinco cursos, obteniendo varios Sobresalientes y consiguiendo el premio extraordinario de la Facultad de Derecho».

El reportaje recorre la vida de Aenlle en la emigración y dice que hizo prácticas cuatro años en el juzgado de 1ª instancia del Oeste y que inauguró «con brillante suerte» su bufete.

La alusión a su fortuna deriva de que por aquellas fechas Francisco de la Cerra y Dieppa, jurídico de la empresa Ferrocarriles de Cárdenas y Júcaro, viajó a Londres para negociar su fusión con la inglesa Ferrocarriles Unidos. Y dejó, por seis meses, su firma y representación al joven abogado, «prueba evidente de los méritos que concurren en él y de la inmensa confianza que le merece al señor Cerra, su maestro», dice Somoza.

A partir de ahí, el bufete de Aenlle inició un imparable ascenso. Negocios, comercios y particulares se aconsejaron con él, le otorgaron poderes e hicieron de su despacho «uno de los más notables de La Habana».

Somoza concluye su crónica felicitando al Centro Gallego y sus socios por poder realizar consultas verbales gratis con él. «A los socios, porque encontrarán un consejero honrado, amigo, hábil e imparcial; y al Centro porque pondrá muy alto el nombre de Galicia. Para ello, reúne dos títulos: el primero, haber subido en dos saltos todos los peldaños de la Ciencia del Derecho, y el segundo, unir a tanta fuerza de voluntad, tanto talento».

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Una familia con un juez pontenovés, dos alcaldes de Trabada y un destacado político

Pascual Aenlle y Aguiar nació en la localidad mariñana de Trabada. Sus padres, Manuel Aenlle Rocha y Francisca Aguiar Díaz, tuvieron cuatro hijos: José Cecilio (1848), Francisco (1853), Hipólito (1856) y Pascual, que nació en 1868.

Los Aenlle fueron una familia hidalga y de gran fama y arraigo en las comarcas de Ribadeo, Trabada, Lourenzá y Mondoñedo. Uno de sus antepasados, Antonio Aenlle Villar, fue el fundador en 1690 de la capilla de San Adriano de Lourenzá. Y otro, Pedro Aenlle Rocha, ejerció de juez en Vilaoudriz, la actual A Pontenova.

Según se recoge en el libro Trabada y su comarca -escrito por el historiador y canónigo de Oviedo, el trabadense Pedro Reigosa Pedrosa- a la misma familia perteneció Manuel Aenlle Losada, alcalde de Trabada en 1897 y otro alcalde, esta vez en el periodo 1932-1936, Ramón Fernández Reigosa, era también miembro de ella.

En el mencionado libro, publicado en 1979, se destaca que Pascual Aenlle y Aguiar fue un notario comarcal que emigró en primera instancia a los Estados Unidos y posteriormente a Cuba. De su hermano, Francisco Aenlle y Aguiar, señala que fue «un

personaje ilustre» en el mundo de la política y de la Administración Pública.

El emigrante dirigió, con otros tres mariñanos, el Centro Gallego

Pascual Aenlle mantuvo constante relación con el Centro Gallego de La Habana. Nada nuevo respecto a la actitud mantenida por otros emigrantes porque el Centro era una magnífica plataforma de influencia social, relaciones y poder. Pero la suya fue una postura contradictoria aunque siempre le reportó beneficios de tipo social, personal o político.

Por un lado, fue firme opositor a la directiva presidida por el estradense Secundino Baños. En la más concurrida de las asambleas que celebró el Centro Gallego _la del 13 de noviembre de 1905 para decidir la compra del Teatro Nacional de Cuba y sus edificios

anexos y construir en el solar su Palacio Social- abanderó la oposición a una medida que, al final, fue aprobada tras la intervención, a favor de la compra, de emigrantes tan destacados como Angel Barros, Manuel Lugrís Freire, García Pérez o Balseiro.

Pero, por otro lado, en vista del fracaso de su posición, palió la mala imagen labrada con el ofrecimiento de consultas gratis a los socios del Centro. Así recompuso sus relaciones y consiguió el reconocimiento de ellos.

Tal vez por ese prestigio alcanzado, diez años después de manifestarse contrario a la construcción de un Palacio que después sería un asombro del mundo, Aenlle formó parte de la directiva del Centro Gallego en el momento de su mayor esplendor. Fue en 1915, cuando tres mariñáns encabezaron la más influyente entidad emigrante gallega: el pontenovés Antonio Villamil y Colmenares, presidente; el doctor Aenlle y Aguiar, vicepresidente; y el valadourense Juan R. Alvarez, secretario.

Ese año, el Centro Gallego contaba con 41.508 socios. El año anterior había inaugurado el pabellón sanitario de La Benéfica y el nuevo Palacio, uno de los edificios más emblemáticos y hermosos de La Habana.

Para la inauguración del teatro del edificio, que tuvo lugar ese año de 1915, se contrató una temporada operística a cargo de la compañía del famoso Scala de Milán y, más tarde, a uno de los mejores tenores de todos los tiempos, como fue el gran Enrico Caruso.