José Maseda y la sombra de un amor prohibido

La Voz

A MARIÑA

El mindoniense llegó a presidir la Compañía Litográfica de La Habana

27 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El azar es caprichoso, imprevisible. Y la vida, frágil como caña de bambú. José Maseda Bouso nació en Rego de Cas, Rilleira de Cesuras (Mondoñedo) el 21 de diciembre de 1872. Era el segundo de los siete hijos de José Maseda Sánchez y de Ramona Bouso Fernández. Estudiaba en el Seminario y estaba a punto de ser ordenado sacerdote cuando el destino puso en su camino a Carmen Pascuala Romero Fernández, dama de la distinguida y principal familia de los Romero que vivía en la Plazuela de San Juan número 2 en Mondoñedo, con su madre, su hermana y su abuelo.

Sus miradas se cruzaron casualmente y ninguno de los dos decidió regresar a sus asuntos. Aquella ráfaga prendió en ellos un fuego que los abrasaba, los abrazaba, los llevaba y los traía, hacía con ellos su voluntad.

En las calles y plazas rugió un rumor. La de Romero se ve con un curita, la de Romero pasea a deshora, la de Romero… A su paso se entreabrían los visillos de las ventanas, en los corrillos bisbeaban, algún conocido cambiaba de acera y el silencio llegó a ser un clamor.

Y aquel Mondoñedo de clérigos mansos, orondos rentistas y dulce pasar a fuego lento sufrió una conmoción cuando se confirmaron las sospechas. José Maseda fue expulsado del Seminario. Carmen Pascuala se volvió loca, demente. Y el niño que nació fue

depositado en la Inclusa al día siguiente de llegar al mundo. Corría el año de 1893.

El niño en la Inclusa

Entonces, algo se rompió y la vida dio otra vuelta de tuerca. José marchó a Cuba y desde su llegada ingresó como vendedor en la Compañía Litográfica de La Habana, la empresa del ramo más importante del país y a la que se vinculó toda su vida.

En 1929 la Compañía fue adquirida por el empresario norteamericano Dayton Hedyes, el

más prominente de ese país entre los que vivían en Cuba, aunque no el más rico. Su fuerza venía de la íntima amistad que, años después, mantuvo con el dictador Batista al que regaló la finca Yemayá y con el que intercambió favores, según relata el historiador Israel Valdés.

Con él, el mindoniense llegó a ser presidente de la entidad, cuando la fábrica de envases de cartón, almacén de papel, imprenta y litografía ocupaba a 363 trabajadores en sus instalaciones de Ayestarán 155 y tenía un capital de 613.368 dólares emitido en 22.734 acciones, como detalla Jiménez Soler en su informe de la Cuba precastrista.

José trabajó duro, emprendió otras iniciativas y le fue bien. Y cuando el niño confiado a la Inclusa cumplió diez años, lo reconoció y le dio sus apellidos. Y le proporcionó la inversión más segura: una educación que inició en el Seminario de Mondoñedo y continuó en la Universidad de Deusto. Gracias a ella, aquella criatura, Antonio Maseda Bouso, llegó a ser una de las más destacadas figuras de la judicatura y de la vida pública española del siglo XX.

Hija casada con Jiménez de Parga y una nieta con Ramírez Heredia

Antonio Maseda tuvo dos hijas, Carmen y Elisa. Esta última se casó en 1956 con Manuel Jiménez de Parga, abogado, catedrático, Ministro en la Transición y presidente del Tribunal Constitucional. Abogada y escritora con el seudónimo de Elisa Lamas, desarrolló una notable labor periodística en medios como La Vanguardia, Destino y otros.

Paloma, una de sus siete hijos, por su parte, se casó en 1985 con Juan de Dios Ramírez Heredia, maestro, abogado, periodista, escritor y primer diputado de etnia gitana, primero con UCD y luego con el PSOE, de la historia de España.

Cargos, empresas y una sociedad en Foz

Antonio Maseda Bouso fue, entre otras cosas, doctor en Derecho y Filosofía y Letras, Registrador de la Propiedad, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, presidente de la Confederación Nacional Católico-Agraria, profesor de la Escuela Normal Central, concejal del Ayuntamiento de Madrid en 1928 y responsable de la Junta de Protección de Menores del gobierno de Franco en Burgos en 1937.

Desde muy joven, en su Mondoñedo natal, estuvo vinculado a sectores conservadores, católicos y galleguistas. Fundó, con Lence Santar, Dodolino Trigo y otros, la Irmandade da Fala y con 22 años mantuvo una sonada polémica con Murguía que había dudado de que el autor del Himno Gallego fuese Pascual Veiga... Presidió la Federación Católico-Agraria y dirigió las revistas Acción Social y Galicia Social Agraria.

A lo largo de su vida, compaginó sus cargos con la actividad empresarial. Ya en 1920 - cuando era Registrador en Tineo (Asturias) y se casó con María Arango Lamas- fundó y presidió la Sociedad Mindoniense de Cabotaje, como recuerda Xoán Ramón Fernández Pacios en su blog O Gabinete de Foz.

La sociedad estaba constituida por industriales y armadores de Mondoñedo y Foz que botaron en 1921, en los astilleros de A Espiñeira, el barco velero motor Espiñeira- Mondoñedo. Eran, entre otros, Santiago Basanta Santomé _abogado y alcalde de Mondoñedo_, su cuñado José Reimunde Acevedo, propietario; Manuel Díaz, Ramón Fernández Balea, Jorge González Redondo y Generoso López Lourín.

Después, Maseda fue vocal de la Autopista Madrid-Cuenca-Valencia; presidente de la Caja Central de Ahorros y Préstamos; consejero de la Caja Regional Gallega de Previsión; miembro de Mataderos de Galicia; y delegado de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares. Tras la Guerra Civil, ocupó la plaza de Registrador, entre otros lugares, en Santander, Pamplona, Barcelona y Madrid donde murió el 19 de diciembre de 1989 a los 96 años.

Fue directivo de un banco y de una compañía de seguros y presidió el Casino español

José Maseda Bouso hizo lo que la mayoría de los emigrantes gallegos: no puso todos los huevos en la misma cesta. Y alcanzó tal éxito en sus iniciativas que, en la Cuba anterior a Castro, era una de las personas con mejor posición económica en la isla.

Estaba casado con Serafina Menéndez y tuvo dos hijos, María Manuela y José. Vivía en el elitista barrio del Vedado, en el número 509, entre las calles D y E.

Fue accionista y vocal del consejo de dirección de la compañía de seguros contra incendios

El Iris, la más antigua de Cuba y la de mayor prestigio y solidez financiera. Y fue fundador, accionista y directivo del Banco de Fomento Comercial.

Este banco estaba en la céntrica calle Obispo de La Habana y tenía depósitos por valor de

11 millones de dólares. Fundado en 1950, tres de sus directores fueron ministros con Batista. Y la mujer de éste -la ribadense Marta Fernández Miranda- mantenía en él varias cuentas de instituciones estatales que controlaba.

Y aunque el banco tenía su negocio en el sector inmobiliario, concedia préstamos a particulares no comerciantes, muchos de ellos testaferros de destacados políticos. José Maseda renunció a los cargos que en él ocupaba en 1956, tres años antes de la sustitución de la dictadura de Batista por la de Fidel Castro.

En los años 50, era vocal del Centro de Propiedad Urbana de La Habana y, desde la década de los años 20, dirigente del Casino Español de La Habana que había presidido.