Vicente Abadín, comerciante de éxito en Cuba, generoso filántropo en Viveiro

La Voz

A MARIÑA

ARCHIVO DE MARTÍN FERNÁNDEZ

Tras 32 años en la isla, ya con una sólida posición económica, regresó a su pueblo natal e inició una intensa labor

20 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que hizo singular a la emigración gallega en el mundo fue su sentido solidario. Ninguna otra diáspora hizo tantas escuelas, tantos hospitales, tantas donaciones altruistas a través de sociedades o de personas concretas. Así que, como diría un cubano, si tiene cabeza, descúbrase; si tiene sombrero, quíteselo. Hoy hablamos de uno de los grandes filántropos de A Mariña, Vicente Abadín García, nacido en Galdo (Viveiro) el 13 de mayo de 1878. Hizo fortuna en Cuba en el ramo del comercio y donó a su pueblo, entre otras cosas, la escuela de Vieiro y la traída de aguas a Viveiro.

Emigró en 1893, con 15 años, en compañía de otro ilustre viveirense, Antonio Pernas Corral, con quién mantendría a lo largo de su vida una gran amistad. Los dos viajaron con el apoyo de los hermanos Justo y Pastor Taladrid Catá.

El profesor asturiano José Manuel Prieto -autor del libro Vicente Abadín García, un empresario de Viveiro en La Habana- señaló que el primer trabajo que tuvo en Cuba fue en un negocio de Taladrid. Luego fue limpiador de un balneario y miembro del Regimiento de Voluntarios Tiradores de Cienfuegos, en 1895, ciudad en la que vivía y trabajaba como dependiente. En él coincidió con José M.ª Villapol, un trabadense que tenía grado de comandante y obtuvo la Cruz de Mérito Militar antes de ser concejal en Cienfuegos y relevante miembro de la colonia, presidente de Beneficiencia Gallega y del Casino Español.

El inicio de Abadín en el mundo empresarial fue de la mano de su cuñado Andrés Méndez Durán que, casado con su hermana Dolores, hizo sociedad con él. En 1908 constituyeron Méndez y Cía, que explotaba el comercio La Casa Grande dedicado a peletería. Un año después, bajo la denominación Méndez y Abadín, abrieron un nuevo comercio, La Lucha, y en 1910, en La Habana, una nueva tienda llamada La Reina.

Villa Lola

Como sus negocios tenían éxito y le reportaban grandes beneficios, a partir de 1913, creó Vicente Abadín y Cía, sociedad de peletería y calzado ubicada en la céntrica y populosa calle San Rafael número 7, de la que era socio mayoritario y gerente. Ese mismo año alquiló un edificio de dos plantas en la calle Cuba para venta al por mayor y oficinas.

Al cumplir 38 años tenía una sólida posición económica y se casó con la viveirense Dolores García García. Eso hizo que sus estancias en Viveiro fuesen cada vez más asiduas y largas y que construyera una casa colonial, Villa Lola, en una finca de 8.500 metros en O Santo, en la parroquia de Vieiro.

Cuatro años después, al nacer Concepción, su segunda hija, Abadín disolvió la sociedad creada seis años antes para formalizar otra, Abadín y Cía, que en 1921 abrió en La Habana una nueva peletería, La Aplanadora.

A partir de 1925, ya radicado definitivamente en Viveiro, comenzó una intensa y trascendente labor filantrópica en su concello natal.

Murió al chocar con un caballo, y una hija se casó con el cónsul de Cuba y distribuidor del popular Isseta

Otras donaciones de Abadín -reparación de una iglesia, nuevo cementerio, varios caminos- coincidieron con el esplendor de sus negocios en Cuba. En 1925 varió la estructura de algunos, compró el edificio de La Aplanadora y abrió dos nuevas sucursales: La Casa Roja y el centro comercial Broadway que abrió en 1930.

Fue precisamente en ese año cuando falleció. El domingo 27 de abril regresaba en su coche desde Lugo con su chófer y tres amigos. Un caballo se cruzó en su camino y, al tratar de esquivarlo, el coche cayó por un barranco y se incendió. Todos lograron salir menos él. Tenía 52 años.

Abadín siempre fue leal a los emigrantes viveirenses. Fue vocal por Galdo en la primera directiva de Vivero en Cuba en 1911, presidida por Justo Taladrid, y en la segunda, bajo el mando de Fernando Santos, en 1913. Por esa lealtad apoyó al diputado Soto Reguera, amigo de Taladrid, cofinanciando el merchandaising de sus campañas electorales.

De su matrimonio con Dolores García tuvo tres hijas, Maruja (Dolores), Chicha (Concepción) y Susa. La primera se casó con Bernardo López Durán, vicecónsul de Cuba en Galicia, presidente de la Cámara de Comercio de Pontevedra, alcalde de Poio de 1948 a 1950 y, entre otras cosas, presidente y gran promotor del Club Naútico. Tenía un gran negocio de venta de maquinaria pesada en Pontevedra y la exclusividad de la venta en Galicia del popular coche Isetta.

Un hijo suyo, Bernardo López Abadín, es un popular médico de Pontevedra y vive en la calle Sarmiento, en el pazo familiar de estilo francés restaurado por él.

Donó la escuela de Vieiro y la traída de aguas de la ciudad

La primera de sus iniciativas filantrópicas fue construir una nueva escuela en Vieiro en donde ya funcionaba un edificio escolar donado por otro emigrante local, Fanego Ramos.

En 1918, un cuñado de Abadín, Francisco García, decidió financiar la construcción de un nuevo local pero, tras su repentina muerte, su madre, Justa García, quiso cumplir la voluntad de su hijo y se hizo cargo de la construcción de la escuela.

En 1925, un grupo de vecinos de Vieiro solicitó a la Junta Municipal de Enseñanza y al Concello de Viveiro permiso para crear una escuela unitaria de niñas y para convertir la escuela mixta en unitaria de niños. En su escrito, afirmaban que la construcción sería sufragada por Vicente Abadín. Al año siguiente, tras concluir los trabajos, el propio Abadín hizo efectiva la donación del edificio escolar al Concello de Viveiro.

Su segunda obra filantrópica no fue de menor trascendencia. Consistió en la construcción y donación de una traída de aguas para Viveiro. En 1926 se redactó el proyecto y fue el propio Abadín quién pidió autorización al concello e inició la recogida de aguas en los diferentes manantiales y la construcción de los depósitos y de la red de tuberías. Un año después, ya estaba operativa la tubería principal y comenzaban las acometidas a las viviendas.

Dos años después, se presentaron «multitud de reclamaciones» sobre si las aguas eran de dominio público, los perjuicios de los aprovechamientos que sufrían los reclamantes y sobre las repercusiones que la medida tenía en molinos, abrevaderos, etc.

El Ministerio las rechazó y otorgó la concesión a Abadín por un período de 99 años de los manantiales Rego da Cancela, Fonte do Ollo, Fonte do Sapo, Fonte de Roza y Mirián. Y entre las exigencias establecidas figuraba que los remates de la conducción a la tubería general debería contar con una tubería de 40 milímetros de diámetro interior o que el caudal legal tendría un límite global de 10 litros por segundo.

martinfvizoso@gmail.com