Antonio Alemparte, un cervense pionero en la industrialización de Galicia

MARTÍN FERNÁNDEZ

A MARIÑA

Nació en Vilaestrofe en 1843 y en 1875 emigró a Carril donde creó Fundiciones Alemparte

21 may 2017 . Actualizado a las 14:20 h.

Antonio Gregorio Alemparte Fernández fue un vecino de San Román de Vilaestrofe (Cervo) que trabajó desde muy joven en el complejo industrial de Sargadelos. En 1875 emigró con sus padres a Carril (Vilagarcía de Arousa) donde se casó y creó Fundiciones Alemparte. Una prestigiosa empresa, pionera en la industrialización de Galicia que, entre otras cosas, construyó el primer barco a vapor con casco de hierro que se hizo en la Comunidad. La musa popular la describió así: «Fábrica de fundición/ de don Antonio Alemparte./ Se trabaja aquí con arte/ con esmero y perfección./ Potes, potas y calderos/ estufas, bombas, jarrones/ y molinos harineros/ columnas, kioskos, balcones,/ tubos, cocinas, jergones, / bancos, prensas de copiar, / máquinas de desgranar / y cualquier otro aparato, /ni mejor, ni más barato/ nadie puede fabricar».

La historia de Alemparte está íntimamente ligada a Sargadelos, según explica María del Carmen Vázquez Vaamonde en su tesis sobre la metalurgia gallega. Era hijo de Agustín Alemparte Pita da Veiga y de Antonia Calaza Fernández. Nació en Vilaestrofe en 1843 y desde muy joven trabajó en la fábrica de fundición y loza de Ibáñez. Cuando el Marqués muere, el complejo fue regentado por su cuñado, Francisco Acebedo. En 1832 se hizo cargo de él su hijo, José Ibáñez, hasta su muerte en 1836. Y, ante esa circunstancia, la familia lo arrendó entre 1840 y 1848 a una sociedad formada por el riojano Luis de la Riva _administrador del Cabildo compostelano y comerciante_ y otros cinco socios, entre ellos Ramón Francisco Piñeiro, de Carril.

Habían formado la sociedad para arrendar Sargadelos y desarrollar en la villa arousana una fábrica de hierro colado que también produjese potes, sartenes, tuberías, rejas y otras piezas métálicas. Y eso provocó que las relaciones entre Sargadelos y Carril se estrechasen con intercambio de técnicos y obreros cualificados que marcharon a las Rías Baixas para desarrollar el nuevo proyecto. Así, llegaron los Alemparte, padre e hijo, a la Ría de Arousa en 1861. Eran expertos moldeadores en Sargadelos y fueron fichados para trabajar en la nueva fundición.

Sargadelos y Carril

El hijo, Antonio, se casó al año siguiente, a los 19 años, con Esclavitud Vieites Castromán y marchó a Vigo como operario de los talleres La Industriosa, fundados por Sanjurjo Badía. En 1875 regresó a Carril y fundó su propia empresa, Fundiciones Alemparte.

Carril era entonces uno de los principales puertos de Galicia por donde salían miles de emigrantes y sede de importantes empresas que provocaron que el primer tren gallego, inaugurado en 1873, fuese entre Conxo (Santiago de Compostela) y la villa arousana.

Fundiciones Alemparte fue una empresa familiar hasta su cierre en 1960. A lo largo de historia fue un referente de la siderurgia gallega y tuvo sus sonoros éxitos en Galicia y fuera de ella.

Piezas metálicas y el templete del Palacio de la Puerta del Sol

La actividad de Fundiciones Alemparte fue intensa y notable. Con la heredada experiencia de Sargadelos llenó las lareiras de Galicia de potes, caldeiros o trespés pero también de otras piezas que diversificaban su producción. De ella salieron, entre otras cosas, el primer barco a vapor con casco de hierro que se hizo en Galicia y otros barcos en 1914, según maquetas realizadas por Benigno Cardalda. El templete del Palacio de la Puerta del Sol de Madrid, diseñado por el arquitecto porriñés Antonio Palacios; el palco de la música de la Alameda, en Santiago de Compostela; la cruz del mirador de Monte Lobeira, que ofrece las mejores vistas de Arousa; el cierre del Cementerio de los Ingleses, en Rubiáns (Vilagarcía), y multitud de estufas, paragüeros, caños de desagües y similares.

Las instalaciones de Fundiciones Alemparte _de las quedan restos en Carril_ fueron, en su origen, innovadoras y de gran tamaño. A finales del siglo XIX empleaban a cien operarios. En 1942, cuando estaban regentadas por el hijo del fundador, Camilo Alemparte, contaban con un edificio de 35 por 28 metros; maquinaria principal de cinco tornos de diferentes medidas, cuatro taladros, dos cepillos de dos metros; un edificio para fundición de 50 por 20; un patio de 50 metros de largo por 11 de ancho para almacén, carpintería y galpón; un solar de 500 metros cuadrados; y un terreno paralelo a la carretera de 20 por 14 metros. De esta etapa _según la Asociación Galega de Patrimonio Industrial, Buxa_ se conservan modelos de tarjetas postales con el nombre de la fábrica. En una figura Construcciones Mecánicas A. Alemparte, Astilleros Navales, Aserradero a Vapor y Molinos Harineros. Y en otra, Talleres de Fundición y Construcción A. Alemparte. La Sociedad Económica de Amigos del País, de Santiago, le otorgó su Medalla de Oro y el Rey Alfonso XII, en una visita girada a Vilagarcía en julio de 1877, le otorgó el nombramiento de Real Casa por trabajos realizados en bronce entre los que figuraba un escudo nacional.

Su hijo Camilo añadió a la fundición una sierra, un molino y una casa de baños calientes de 12 cuartos

El industrial cervense murió en 1890 y dejó ocho hijos: Constanta, Esclavitud, Cristina, José María _que fue alcalde de Carril, entonces Ayuntamiento_, Camilo, Juana _casada con Ramón de la Fuente Abalo, también alcalde de Carril_, Antonio y Carmen.

A su muerte, se hizo cargo de la dirección de la empresa su hijo Camilo que, en 1929, hizo separación de bienes pasando Fundiciones Alemparte a manos de todos los herederos y quedando para él la fábrica San Jaime que había sido comprada en 1908 por su madre, Esclavitud Vieites Castromán, a John Trulock, abuelo del Premio Nobel Camilo José Cela y administrador del ferrocarril Cornes (Conxo)-Carril.

Según el historiador vilagarciano Daniel Garrido Castromán, la segunda cerró en 1958 y la primera en 1960 cuando estaba dirigida por Enma Alemparte Martínez, hija de José María Alemparte y de Carmen Martínez Cortizo.

Camilo Alemparte Vieites dio nuevas orientaciones a la empresa de su padre. Además de fabricar piezas metálicas, ofrecía también servicios de sierra de vapor, molinos harineros y hasta una casa de baños calientes. Eran tiempos en los que no se desaprovechaba ninguna oportunidad de negocio y tampoco ninguna aplicación de las industrias aunque fueran relativas a otros sectores de actividad. Y por ello en las instalaciones de la fundición creada por el emigrante de San Román de Vilaestrofe su hijo Camilo habilitó una docena de habitaciones con bañeras que atraían a Carril y Vilagarcía de Arousa en la primera mitad del siglo pasado a numerosos visitantes de la incipiente burguesía compostelana y de otros lugares de Galicia.

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