Astilleros Gondán, patrimonio vivo

CAPITÁN JOSÉ PINO

A MARIÑA

22 mar 2016 . Actualizado a las 18:13 h.

Demasiadas veces se recurre al reconocimiento y al homenaje de empresas que desaparecen o pasan momentos muy delicados para darnos cuenta de lo que estas suponían para sus zonas de asentamiento. Sargadelos es el caso más significativo. Por eso, cuando llueven adjetivos a una empresa por el trabajo bien hecho, no podemos más que sumarnos y no escatimar elogios.

Astilleros Gondán es un caso atípico, un astillero con noventa años de vida, permaneciendo en manos de la familia fundadora, siendo capaz de navegar esta última etapa de convulsión para la construcción naval, y de mantener sus activos y sus puestos de trabajo. No puede más que tacharse de ejemplar su gestión, visto desde el lado profesional de la mar. A un astillero se va encargar un barco, y en estas dos últimas décadas conseguir un pedido se antojaba poco menos que imposible en un universo poblado de competencia. Años enteros han estado astilleros españoles sin actividad, lo que ha ocasionado la desaparición de algunos.

En el limitado mundo de la construcción de pesqueros -se suelen encargar por proximidad o precios muy asequibles-, la cartera de nuevas construcciones es una pelea en una selva sin miramientos. Gondán lleva casi un siglo construyendo pesqueros, pero no solamente para armadores nacionales. Conseguir botar un barco en la década de los setenta para armadores de Vigo, con Barreras, Santodomingo, Freire o Asticón a pleno rendimiento, o en pleno siglo veintiuno ramperos para Noruega o Francia, es ofrecer algo más que las cosas bien hechas.

De Gondán salieron también los congeladores de la casa viguesa Pereira, en plena fase de expansión en los ochenta (Puente Belesar, Puente Sabaris, Puente Ladeira, Puente Pereira). Y barcos para firmas viguesas tan importantes como los Vaqueiro, los Gandón o los Touza. O un trío para el bacalao para un clásico de la pesca internacional como la viguesa Molares (Monte Confurco, Monte Galiñeiro, Monte Furado), dos bous para el Pais Vasco (Cibeles y Goitia). Todo eso en un mercado que muy pocas veces se salía de Pasajes o la ría de Bilbao.

Durante décadas, la presencia de solidez de los barcos salidos de Figueras imperaban en los mares de Sudáfrica, Malvinas, Terranova o en el mismo Gran Sol, donde eran familiares aquellos puentes redondeados en sus esquinas, sin aristas, en un ejercicio de estilo que los hacía inconfundibles. De Gondán son también aquellos arrastreros clásicos, duros y pescadores, que llegaron a asimilarse con muchas de las cooperativas de producción pesquera para la pesca de altura: Playa de Benquerencia, Virgen de Covadonga, Ermita de San Roque, Anguiacho, Ensenada de Pintens y Playa de Rodas). Como curiosidad, al detallar estos barcos duraderos y hechos a conciencia, el Virgen de Covadonga, que terminó sus días al langostino en la costa argentina, quedó varado y abandonado en Mar del Plata. Oxidado y escorado en la playa tras muchos años -allí no se desguazan-, luce orgulloso, aun a día de hoy, su escudo de Asturias en la proa.

El Mapescal, ex Trueiro, sigue en pie, sin síntomas de agotamiento, atracado en un muelle de pontones en algún puerto senegalés, abandonado a su suerte. El congelador Arneles sigue operando con eslora alargada bajo pabellón ruso y de nombre Severnaya Zemlia. Unidades con más de cuarenta años a sus espaldas, sin doblez en sus cascos que marquen las líneas de cuadernas acuciados por una vida de temporales y vaivenes, se resisten a morir.

Astilleros Gondán es patrimonio vivo de A Mariña; está en suelo asturiano, pero ha hecho posiblemente más que cualquier otra actividad por la unión entre las dos laderas del Eo y la convivencia entre dos autonomías. Ha dado puestos de trabajo a gallegos y sus barcos botados en Figueras utilizaban Ribadeo para la finalización de sus montajes y base de pruebas junto con las gestiones a través de la capitanía de Ribadeo.

Gondán un negocio artesanal, único, fruto del empuje de una familia y el buen hacer de su órgano directivo. Es la Ferrari o la Rolex mariñana o del Occidente astur (varias de sus construcciones son diseño Rolls Royce). Elabora productos con mimo, en la cúspide de la tecnología, y con el esmero de quien hace de ellos calidad irrepetible. Vence todos los inconvenientes en forma de falta de calado o de limitación de altura por el Puente de los Santos.

En Gondán han sido capaces de sobreponerse a todas las dificultades, hasta el extremo de que uno de sus barcos, el Stril Luna, buque de apoyo a plataformas petrolíferas, fue nominado barco del año en Europa 2014. Todo un reconocimiento a un pequeño astillero en un mundo globalizado. Enhorabuena a la familia Platero y larga vida, al menos otros noventa años, para Astilleros Gondán.