Inolvidables mujeres

Pablo Mosquera
PABLO MOSQUERA OPINIÓN

A MARIÑA

07 mar 2016 . Actualizado a las 13:39 h.

Con mis colegas de inquietudes culturales, coincido en recordar el status social que ocuparon aquellas mujeres de la primera mitad del siglo XX. Por ausencia del hombre, necesidad de la prole, mandato imperativo para sobre vivir en el aislamiento, desigualdad y atraso socio económico del país. A su recuerdo, con admiración, dedico estas dos historias reales que forman parte del patrimonio histórico a transmitir para hijos y nietos, más allá de la celebración oficial -circunspecta- del «día de la mujer trabajadora».

Sagrario Martínez López. Maestra en San Ciprián. Fueron muchas las generaciones de mujeres que recibieron las enseñanzas de la señorita Sagrario. Pero hay un momento histórico para la comunidad mariñana del antiguo Puerto de las Reales Fábricas de Sargadelos. Aquel 28 de julio de 1931, cuando los maestros titulares de Santa María de Lieiro, Sagrario y Emilio Ceide Villar, encabezan al pueblo de San Ciprián, que recibe a sus autoridades y a la viuda del benefactor Leandro Fernández Candia, llegada de La Argentina para entregar la donación hecha Grupo Escolar-hoy Museo Provincial del Mar-.

A la maestra se le ocurrió pedir una composición poética, a modo de salutación y gratitud, que escribe el sacerdote Leoncio López de las Casas, y a la que pone música del maestro Veiga, para cantarse en honor de todos los presentes por las niñas alumnas del aula dónde enseña. Desde tal momento, se le da a la composición carácter de himno de San Ciprián. A Partir de 1934, coincidirá con Don Francisco Rivera Casás, otro maestro que hace historia y como Doña Sagrario, dejan su impronta multicultural en varias generaciones que, cuando se les pregunta, se deshacen en alabanzas hacia las enseñanzas humanísticas recibidas por la dama que vivía en aquella casa de piedra con balcón a la playa de la Caosa, dónde un día había estado la primera farmacia del puerto y de la que fue titular un discípulo del Padre Merino.

Primera mujer concejal en Cervo

María de Miranda. Peixeira. Redeira. Matachín. Primera mujer concejal del Concello de Cervo. Miembro de la corporación electa en 1936 que puso de Alcalde a Benito Colín Veiga, sastre y vecino de la Plaza del Lugar en San Ciprián. La esposa de aquel duro mareante «El Francés», era mujer de carácter, no solo en el rito de la matanza, también en su comportamiento autónomo y en su transcurrir desde el Puerto de Arriba, hasta las parroquias del Concello vendiendo pescado, o reparando los aparejos entre piedras, hasta que en 1939 se construye el muelle.

María hubo de ser muy especial para que en un mundo machista, dónde la autoridad venía de Dios y se fijaba en los varones, lograra ser representante municipal de los vecinos.