Las raíces ribadenses de la segunda mayor fortuna de España

j.a.q. RIBADEO / LA VOZ

A MARIÑA

Imagen de archivo de la casa de Del Pino en Riocaínzos.
Imagen de archivo de la casa de Del Pino en Riocaínzos. miguel< / span>

La esposa y uno de los hijos de Rafael del Pino y Moreno visitan a menudo la villa

04 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Riocaínzos. Una mansión de campo en Vilaframil. Ahí están las raíces ribadenses de la segunda mayor fortuna de España. Ahí está la casa a la que acudía a menudo Rafael del Pino y Moreno, el patriarca de la familia y fundador de Ferrovial, a descansar y disfrutar de sus vacaciones, desde niño, cuando dejaba Madrid, la ciudad en la que nació en 1920, para volver a sus orígenes familiares. Rafael del Pino siempre se mantuvo en vida vinculado a Ribadeo, aunque sin llegar ni por asomo a la familiaridad y popularidad que tuvo su cuñado, el expresidente del Gobierno y primer Marqués de la Ría de Ribadeo, Leopoldo Calvo-Sotelo. Este último pidió ser enterrado en Ribadeo; Del Pino lo hizo en Madrid.

Si Ribadeo tiene un aeródromo lo es por obra del fundador de Ferrovial. Lo construyó a un paso de Riocaínzos y lo cedió por un alquiler de una peseta al año al Club Aéreo de Ribadeo. Del Pino podía así evitarse los largos viajes en coche.

En la relación entre Rafael del Pino y Ribadeo hay un antes y un después del accidente que sufrió a bordo del Alcor, el barco que adquirió para dar la vuelta al mundo cuando se jubiló y la presidencia de Ferrovial recayó en su primogénito, Rafael, ahora de actualidad como cabeza visible de la familia Del Pino, encumbrada por la revista Forbes al segundo puesto de las mayores fortunas de España (se estima que controlan una fortuna de 8.600 millones), solo superado por Amancio Ortega. A causa de aquel accidente Rafael del Pino quedó tetrapléjico.

Para el recuerdo quedan las fotografías del Alcor, un espectacular yate de tres pisos, amarrado en Porcillán, donde recaló varias veces. También el pregón de las fiestas de Ribadeo que dio Rafael del Pino en 1994, en el que fue el mayor reconocimiento social que tuvo en la villa.

De sus cinco hijos, quien sigue manteniendo una relación estrecha con Ribadeo es Jacobo. Con su madre, Ana María Calvo-Sotelo, viaja de cuando en vez a Riocaínzos. Es habitual verlo en verano navegando por la ría, pasión que heredó de su padre.