«Entré en el banco con la idea de encerrarme allí», dice el ribadense que protestó en una sucursal con un cuchillo

José Francisco Alonso Quelle
JOSÉ ALONSO RIBADEO / LA VOZ

A MARIÑA

JOSE ALONSO

«Es la forma de rebelarte para que no te sigan pisando», se justifica

18 oct 2013 . Actualizado a las 07:05 h.

«No pegué ni ojo en toda la noche y cuando llegué al banco no estaba el director. Agradezco que no hubiese estado, porque iba muy caliente. No es que yo sea agresivo, pero... algo hubiera pasado, y mejor que no». Enrique Martín Fanjul, ribadense de 57 años de edad, fue detenido el miércoles por la mañana tras presentarse en la sucursal bancaria del Banesto de Ribadeo con un cuchillo y un falso explosivo exigiendo ver al director para pedirle explicaciones -dice- sobre la gestión de su cuenta bancaria. «Yo entré con la idea de encerrarme allí y hacer un poco de fuerza. Pensé, voy a atemorizarlos un poco, y cogí un cuchillo que tenía de cortar jamón y una botella, a la que le puse algo como si fuese una mecha, pero era agua», añade.

«Lo puse todo encima de la mesa y salió el subdirector preguntando qué pasaba. Le dije que venía a ver al director, que dónde estaba... pero como no había diálogo, cuando hablaron de llamar a la Guardia Civil dije, pues que venga», continúa recordando. «No fue nada violento. No me resistí», aclara. De hecho, tras declarar fue puesto en libertad. «Me preguntaron qué pasaba, que cómo había llegado a esa situación. Y, claro, ¿cómo explicas todo el barullo, que me sentía engañado por el banco y que reventé. Es la verdad. Yo no quería hacer daño a nadie. Solo buscaba explicaciones».

Reconoce que teme que él y su familia puedan ser desahuciados del piso en el que residen en régimen de alquiler -dice- por consejo del banco, en la avenida Calvo Sotelo: «La bola de nieve debe estar en marcha».

A las pocas horas del incidente, Enrique Martín se sentía «con ánimo de tirar adelante». ¿Estaba arrepentido? «Si, claro. Esto lo haces cuando no ves alternativa. Si llamas y nadie te escucha, si golpeas la puerta y no te abren, ¿qué hago? ¿Tiro la puerta abajo? Te ves perdido. En el cuartel fueron unos caballeros. Se portaron de maravilla conmigo, entendieron el problema perfectamente».

Fue un exceso que resume así: «Es la manera de rebelarte para que no te sigan pisando».

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