El documental dura siete minutos y cuarenta segundos. Intercala paisajes agrarios y urbanos de Ferreira con escenas londinenses. Aurelia es la única voz, a excepción de algún vecino que se detiene a observar la grabación y saluda a la protagonista -«ponte guapa, eh...»-. «Mis padres trabajaban mucho, en el campo. No había nada, ni súperes, solo unas casas que tenían un ultramarinos pequeño (...). Ferreira no es la misma, no era nada..., cuatro casas». Y a los 20 años emigró a Inglaterra, como tantos gallegos en las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado.
Aurelia guarda un gran recuerdo de Ringo y su familia: «Venía con sus botas y decía siempre ?hola María, good morning?. Era muy serio pero era muy buen chico. La mujer, que es la ex de él, que ahora está con Bárbara, era muy buena, como si fuésemos hermanas». «Después conocí a los padres -cuenta-, la madre, porque el padre no era el verdadero padre, la madre se casó otra vez». Y rememora al chófer y secretario, un chico: «Era un encanto, me decía ?María, te voy a hacer una foto con el coche de Ringo?».
«A John Lennon no lo vi mucho..., una vez; a los otros sí (...), a Paul». A la casa de Ringo y Maureen llamaba mucha gente, algunos españoles, y Aurelia abría y les decía que volvieran otra vez. «Me daba pena». Tras 12 años fuera, Aurelia, embarazada, y su marido retornaron a Ferreira. «Los recuerdo mucho (...). Nunca lo olvidé, nunca volví, aunque he de ir y tocar el timbre, salga quien salga».