La solidaridad reina en el «top manta»

Lucía Rey
Lucía Rey LUGO/LA VOZ.

A MARIÑA

Los centenares de inmigrantes subsaharianos que venden mercancía ilegal en San Froilán se buscan la vida estos días en Lugo sin apoyos ni asesoramiento oficial

08 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Véxoos moi desprotexidos, ninguén lles bota unha man. A xente cómpralles por interese, porque venden barato, pero apenas se achega a eles. E son boa xente, súper limpos, máis que moitos españois, e non che deixan a habitación mal». La dueña de uno de los hostales que más «manteros» aloja este San Froilán cree que a pesar de las críticas de comerciantes y feriantes autorizados, el Concello y la policía lucense sabían de antemano que el «top manta» volvería a las patronales; sin embargo, ningún organismo programó nada y esa realidad paralela en que se ha convertido el fenómeno convive con la parte oficial de la fiesta.

«No hacemos nada malo, solo queremos ganarnos la vida para que sea un poco mejor y regularizar nuestra situación. No tenemos ayuda, solo la solidaridad entre nosotros», explica un mantero. Es el cuarto San Froilán que centenares de inmigrantes subsaharianos -la mayoría proceden de zonas urbanas de Senegal- inundan el centro de discos, relojes, bolsos, cinturones y demás mercancía ilegal, poniendo al alcance del público supuestos artículos de marcas de lujo, como Gucci, Armani o Prada.

«Traemos la mercancía nosotros en coches, en furgonetas o en el autobús en que venimos, y dormimos en una habitación», asegura otro. Varias fuentes, en cambio, afirman que estos días llegan a la ciudad amurallada potentes vehículos conducidos por «hombres bien vestidos» que distribuyen el material entre estos vendedores ambulantes. Eso explicaría que los productos de las «mantas» sean idénticos. En la misma línea, el propietario de una pensión añade que este San Froilán muchos cuartos en que se hospedan estos feriantes son pagados por hombres «de bastante nivel» que viajan con portátil.

Muchos viven en el Levante

«Somos casi todos de Senegal, pero en España vivimos en Barcelona, Pamplona, Alicante, Valencia, Málaga, Almería...», comenta Mossar, que regenta con su mujer, Anta, uno de los cuatro «restaurantes» improvisados en que comen muchos manteros. A diferencia de años anteriores, este la policía no persigue a los manteros. «No podemos estar por el centro porque no dejamos sitio para pasar a la gente. Lo entendemos, no queremos molestar», comenta uno de ellos. Las mantas se reparten en sitios más o menos fijos, aunque no en las calles del recinto ferial. Ayer llenaron hasta la praza de Santo Domingo.