La Audiencia decidirá la pugna entre herederos de Álvaro Gil y la Diputación por cien obras
A MARIÑA
La Audiencia Provincial de Lugo tiene ahora la palabra en la pugna que, desde hace años, mantienen la familia de uno de los mecenas del museo lucense, Álvaro Gil y la Diputación Provincial por unas cien obras (pinturas y orfebrería) que en su momento fueron cedidas al centro museístico lucense. Un juzgado de primera instancia dio la razón a la familia que tiene una sentencia en la que se obliga a la institución provincial a devolver todas las obras. El organismo que actualmente preside José Ramón Gómez Besteiro recurrió ante el alto tribunal lucense que ayer, por espacio de una hora, conoció los alegatos de los abogados de una y otra parte.
El turno de intervenciones lo abrió el abogado de la Diputación quien fue desgranando diversos aspectos contenidos en la sentencia. Comenzó asegurando que, en lo que respecta a doce cuadros de pintura catalana, dice que el fallo se hace eco de la existencia de un resguardo del museo que tiene la familia «pero calla que antes de ese recibo había una acta de donación».
En cuanto al depósito de seis cuadros del autor Corredoyra, el letrado manifestó que ni tan siquiera existía depósito y que se disponía de un acta del museo, pero sobre cuatro obras.
Explicó que, según el reglamento del museo existían dos tipos de depósito. Uno, consistente en la cesión para mientras subsista la institución y otro de tipo temporal que permite al propietario de las piezas su retirada cuando lo estime conveniente. En el primer caso se encuentran las obras que son objeto de reclamación.
El letrado explicó que la sentencia que recurría no hacía referencia al reglamento del museo. «Parece increíble que a la Diputación no se le permita la regulación y lo digan los sucesores de quien formó parte de la junta del museo durante veinte años.
Mantuvo, por otra parte, que el famoso torques de oro de Burela es propiedad de la Diputación junto con el resto de la colección de orfebrería. En tal sentido apuntó que no había documentos que justificasen que eran de la familia que hace la reclamación. El letrado recordó que el escritor y miembro de la junta del museo, José Trapero Pargo, en una junta celebrada en los años setenta, explicó que un joyero de Lugo poseía el torques y que un museo de Madrid le había ofrecido 150.000 pesetas, sin embargo prefería que la pieza se expusiese en Lugo. Según la versión del abogado, se acordó la compra y quedó reflejado que Álvaro Gil pagaría el dinero que la Diputación le iría reponiendo paulatinamente. «No sabemos si fue pagado o no, lo que sí conocemos es que Álvaro Gil nunca presentó ningún tipo de recurso contra dicho acuerdo.
«Ahora, cincuenta años después, la Diputación no tiene constancia de si se pagó el dinero en cuestión o no», explicó en la vista el letrado.