«Fuimos y vinimos de A Coruña a Mos en una misma noche solo para ver al Combo»

Carmen Novo LA VOZ / REDACCIÓN

AL SOL

María González, a la derecha, junto a su grupo de amigos.
María González, a la derecha, junto a su grupo de amigos. .

El fenómeno de las orquestas en Galicia ha creado una comunidad de seguidores que no se pierden ni una sola actuación

17 ago 2022 . Actualizado a las 19:22 h.

«Vamos a verbenas todas las semanas. El día que nos apetece entramos en la app de Orquestas de Galicia y miramos en el mapa cuál es la más cercana. Llevamos todo el verano yendo de pueblo en pueblo, muchos viajes de ida y vuelta en la misma noche», relata María González mientras hace una enumeración de todos en los que ha estado esta temporada: Abegondo, Almeiras, Arzúa, Carnoedo, Cedeira. Lo último, las fiestas de Curtis.

Lo que parece una enumeración alfabética de la toponimia gallega no es más que su ruta habitual. Describe una afición. Una pasión que, por momentos, se torna en obsesión. «En mi grupo todos vivimos en A Coruña, pero un día llegamos hasta Mos —en Vigo— solo para ver al Combo Dominicano», recuerda la joven. No obstante, considera que «hay gente mucho peor» que ella. «En julio y agosto, si realmente te lo planteas, puedes ir a una orquesta por día».

Después de los años de parón obligado por la pandemia, el campo de la fiesta vuelve a ser el epicentro del verano en Galicia. Las verbenas, una tradición consagrada. Para muchos grupos de amigos el período estival transcurre en coche, de celebración en celebración. Luces de neón, el ruido de los coches de choque, las bocinas de las atracciones, dulces en los puestos móviles y, como atractivo principal, las orquestas: París de Noia, Panorama, Combo Dominicano, Olympus, Los Satélites, Kubo, New York, Finisterre, Cinema, Fania Blanco Show…

«As que son preto caen sempre. Ao resto, inténtase», dice Diego Barreiro. Su afición por la verbena viene de lejos. Vivió en Culleredo, donde se celebran unas de las fiestas más grandes de la comunidad: las de O Burgo. «De pequeno ía cos meus pais. A partir de aí, todo xordeu de forma natural», explica. 

Para estar siempre al tanto utiliza la aplicación Orquestas de Galicia, una forma sencilla de tener a mano todas las fiestas de la comunidad. «Te manda notificaciones cada vez que se confirma una nueva fecha o cuando van a actuar en la zona», explica. Se descarga desde Play Store o App Store y, una vez instalada, organiza las actuaciones por municipios en un mapa. Al lado de la localización, las coordenadas exactas del palco. «Está muy bien para no perderte cuando te desplazas a sitios que no conoces» indica María González, que también la utiliza. No obstante, recuerda alguna vez en la que introdujo la dirección y terminó «perdida en medio del monte». El riesgo que uno corre cuando no conoce la zona. 

¿Qué está detrás del fenómeno?

Iria Gosende comenzó a acudir a las verbenas este año. La razón de no haberlo hecho antes, admite, fueron ciertos prejuicios sociales. «Despois do parón vivimos mais o día a día, pasalo ben sempre que se poda», explica. Como fiesta, las compara con las discotecas. Para ella, en verano, «para bailar e para todo», estar al aire libre es mucho más cómodo que acudir a cualquier espacio cerrado. También el tema monetario, ya que ver a una orquesta es gratuito. Si es necesario, solo suma los gastos de transporte. «E se tes que saír do concello e gastar no bus, polo menos non tiveches que poñer cartos para a comisión», bromea Gosende. 

No obstante, para ella la clave no es otra que el aspecto social. Lo mismo opina Xiana Villaverde. «É unha oportunidade para coincidir con xente á que facía tempo que non vías e poder pasar un bo rato xunto a eles», explica la joven. Recuerda que la primera vez que salió de fiesta, hace ya unos cuantos años, fue a una verbena. Un ejemplo más del alcance de las orquestas en Galicia, que se consolidan como una tradición más.

María González va un paso más allá. Para ella, además de un espacio para los reencuentros, es una oportunidad para conocer a gente nueva. Recuerda que a raíz de bailar o hablar con quien tenía al lado conoció a varias personas a las que ahora considera amigos: la verbena vista como un punto de encuentro y un lugar para socializar.

Detrás de Iria Gosende y su grupo de amigos, el camión de orquesta Olympus.
Detrás de Iria Gosende y su grupo de amigos, el camión de orquesta Olympus. .

Rivalidad entre «fandoms»

Justo por eso, los seguidores prefieren a las orquestas más grandes. Son las que mueven a más gente. Dentro de ellas, hay variedad en las preferencias. La favorita de Diego Barreiro es París de Noia. La razón, el repertorio musical. Generalmente, las orquestas hacen suyas las canciones más sonadas de la temporada. No las dejan sonar enteras, si no que interpretan fragmentos para hacer el espectáculo más dinámico. «O meu gusto depende deste factor», admite. Aunque, para eso, ha tenido que ir a muchas y decidir desde la experiencia.

Sin embargo, María González defiende justo lo contrario. Ella se guía por el espectáculo, desde la escenografía hasta el vestuario. Sus favoritas son el Combo y Panorama. Esta última, por la performance que montan. La primera porque, sin ningún artificio especial, animan al público y «son muy majos». «Cuando terminan los pases siempre se sacan fotos y hablan contigo». Por eso, junto a sus amigos, les siguen vayan a donde vayan. Incluso desde antes de que comience la temporada. «En diciembre o enero empiezan a dar algunos bolos en salas. Vamos siempre». 

Por la contra, Xiana Villaverde e Iria Gosende ven el atractivo en fiestas más pequeñas. Ambas amigas recuerdan la última verbena a la que asistieron, en Cacheiras. Estaba la París de Noia «e foi un agobio moi grande». Su sitio favorito es en primera fila, delante de todo. Pero llegar allí atravesando la multitud es tarea complicada. 

Si es necesario, se recurre al transporte

Las verbenas no siempre se localizan cerca de casa. Todos los días llenan numerosos puntos de la comunidad, pero, para asistir, es necesario el transporte. Algo que, para los seguidores más fieles, no es un impedimento. El coche podría ser el medio más cómodo, pero muchos jóvenes recurren al transporte público. Por eso es un factor fundamental a la hora de elegir verbena que se extienda hasta tarde. O, por lo menos, que el pueblo disponga de otras alternativas de ocio.

«Si rematan cedo, miramos que haxa algún pub aberto ou discomóvil», explican Iria y Xiana. El primer bus, normalmente, no sale hasta primera hora de la mañana. La orquesta, como muy tarde, termina a las cinco de la madrugada. «O outro día chegamos á parada ás sete e o bus saía ás oito. Quedámonos durmidas na marquesina e esperamos polas luces», recuerda.

Si no, otra opción es volver caminando, «o de toda a vida». Para eso, Iria y Xiana compraron unas luces «que nos poñemos na cabeza» para ver y que las vean en la oscuridad. «Se che paras a pensalo, é unha estética moi camp. Nós coas luces na cabeza, a xente con gafas de neón grandísimas, monos de peluche colgados do pescozo... Todo o que se vende nos postos. O outro día ata había un rapaz tocando a flauta no medio do campo da festa», reflexiona Gosende. 

Para Diego, este es otro de los atractivos de las verbenas: «Hai xente de todo tipo, non hai clasisimo. Todos estamos iguais, non como en certas discotecas nas que ás veces te miran ou non che deixan pasar por como vas vestido ou pola tua forma de ser».