Santiago brilló de nuevo pese al covid

R. Martínez SANTIAGO / LA VOZ

AL SOL

Los gallegos fijaron la vista en varios frentes por el reclamo del resplandor que encendió de nuevo la noche víspera del Apóstol

26 jul 2021 . Actualizado a las 00:38 h.

Dos mil quinientos kilos de pólvora iluminaron en la medianoche del 25 de julio el cielo de Compostela desde cinco puntos distintos. Es la nueva versión de los históricos Fuegos del Apóstol desde que en el 2019 dijeron adiós a la que fue su casa durante 500 años, la plaza del Obradoiro, tras la rehabilitación de la catedral y la asunción por parte del Ayuntamiento de que el pazo de Raxoi no podía soportarlos tampoco por más tiempo. El realojo del espectáculo se convirtió en todo un reto, pero la pandemia no dio ocasión de decidir una ubicación alternativa. Al contrario, determinó la dispersión del espectáculo, la única forma de mantener viva la tradición sin generar las aglomeraciones que todavía obliga a evitar el covid-19. De ahí que los compostelanos fijasen la vista en varios frentes, reclamados por el resplandor que de nuevo encendió la noche en la víspera del Apóstol.

Cuatro parques elevados, en la Alameda, Fontiñas, As Cancelas y O Restollal, además de la Cidade da Cultura, sirvieron de base para los más de 9.600 lanzamientos pirotécnicos que atronaron sobre Santiago durante 15 minutos. Fueron 1.923 en cada uno de esos puntos, lo que aseguró visibilidad desde toda la ciudad, al menos la que permitió el cielo cubierto que se ciñó durante toda la semana sobre Compostela y que apenas se abría un poco un par de horas antes de que la firma Ricardo Caballer (Ricasa), una de las grandes del sector a nivel internacional y vieja conocida ya de la ciudad, obrase su magia.

La pirotecnia captó la atención de los compostelanos y de los miles de turistas y peregrinos atraídos por la festividad de Santiago con una amplia variedad de cabriolas lumínicas que lanzaron sobre el cielo de Compostela medio centenar de composiciones diferentes, en una combinación de elementos sonoros (trueno, silbador y sirena) y lumínicos. Hasta 23 colores perfilaron esa magia sobre un público agradecido, que supo reconocer en sus comentarios los momentos de mayor intensidad, como la apoteosis multicolor final combinada con los elementos sonoros proyectados de forma sincronizada desde esos cinco puntos.

Santiago ha tenido que renunciar en esta ocasión, como el año pasado, al espectáculo audiovisual que acompañaba a los fuegos. Pero ha ganado en intensidad pirotécnica con un despliegue que ha costado 269.355 euros (IVA incluido), aunque no todo se consumió este sábado. Esa cuantía asegura también la traca con la que la capital pondrá fin a la que espera que sea la última edición condicionada por el covid.

Serán otros 15 minutos de puro artificio aéreo, con lanzamiento en este caso solo desde la Cidade da Cultura, en el monte Gaiás, por primera vez. Hasta ahora se lanzaban desde el campus universitario, pero esa localización no ofrece la visibilidad que se busca por la pandemia. Para el 31, Ricasa anuncia un espectáculo realmente novedoso. Porque si fue intenso, también fue un espectáculo convencional. El del 31 incorporará elementos exclusivos de los espectáculos de exhibición, con figuras no convencionales. «No es algo que se vea en espectáculos de pirotecnia en España», sí más en los que trabajan a nivel internacional, dice Juan Manuel Humanes.