A los portugueses les molesta lo alto que hablan los españoles

begoña íñiguez

AL SOL

ZONA DE TURISTAS EN LISBOA
ZONA DE TURISTAS EN LISBOA M. MORALEJO

Ojo al viajar al pais vecino: algunas de nuestras costumbres chirrían

22 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada vez son más los españoles, muchos de ellos gallegos, que escogen alguna localidad lusa para pasar unos días de vacaciones, como está ocurriendo este verano. De hecho, España ocupa el segundo lugar, entre los países de procedencia de los turistas que visitan la tierra de Camões. Somos países hermanos y vecinos, aunque esa proximidad no significa que tengamos los mismos hábitos, comportamientos y costumbres. Ni siquiera en el caso de los gallegos que tienen mucho en común con los minhotos, pero muy poco con lisboetas, alentejanos o algarvíos.

Una de las cosas que más molesta a los portugueses de los españoles es nuestro ímpetu y lo alto que hablamos cuando vamos por la calle, estamos en un restaurante o en una reunión. Lo que ocurre espontáneamente cuando llegamos a tierras lusas y nos comunicamos con el mismo tono de voz que si estuviésemos en A Coruña, Madrid o Sevilla, o al menos eso es lo que dicen ellos. Para comprobarlo basta con entrar en un restaurante o café del centro de Lisboa, Oporto, Faro o Viana do Castelo, agudizar el oído y comprobar cómo a los portugueses casi no se les oye, aunque estén en grupo, al contrario de lo que ocurre con los españoles.

Zeca, que trabaja en una cafetería muy conocida de la Baixa lisboeta, tiene una teoría sobre este tema: «No solo es que griten, lo que más me molesta de algunos españoles, no todos -dice- cuando vienen aquí es que piensan que están en España y se dirigen a nosotros de una manera que nos molesta mucho, directamente, altivamente y tratándonos de tú», confiesa. Esa manera brusca de la que habla Zeca no es otra que el imperativo que solemos utilizar los españoles y que molesta a los portugueses. Ellos solo lo utilizan en la intimidad.

María, una profesora de español gallega, que vive en Lisboa, es de la misma opinión: «Los portugueses son delicados en la mesa, en el trato y muy ceremoniosos. Es su cultura y debemos adaptarnos a ella cuando estamos en Portugal ¿O acaso no nos intentamos adaptar y hablar inglés, francés o italiano, aunque no lo hablemos bien, cuando viajamos a Inglaterra, Francia o a Italia?».

La poca facilidad que tenemos para hablar otras lenguas hace que sobre todo los de más edad y de regiones no raianas lleguen a Portugal sin hacer un mínimo esfuerzo para chapurrear unas palabras en portugués, se malinterpreta habitualmente como un desinterés hacia todo lo luso. Esther, una salmantina que lleva veinte años residiendo en Lisboa, está casada con un portugués y tiene dos hijos bilingües: «Poco a poco van cambiando las cosas. Tenemos que dejar de lado los preconceptos y los estereotipos que tan a menudo vienen en las guías, los turistas españoles tienen que saber que están en Portugal y que este país es muy diferente al nuestro. Y ellos hacer lo mismo cuando llegan a España, ya que en nuestro país tenemos una gastronomía excelente, como en Portugal, y no solo comemos tapas».

¿Café en vez de café con leche?

Cualquier camarero portugués está harto de que los españoles pidan un café, cuando quieren un café con leche, y al contrario ocurre con los lusos en España, cuando piden un café y el camarero les lleva un café con leche. «Es cuestión de leer un poco sobre Portugal, informarse y observar, aunque los portugueses del norte se parecen a los gallegos y gran parte de estos malentendidos no existen en la zona del Eixo Atlántico», dice Dania, una abogada de Vigo que vive y trabaja en Lisboa.

Los aperitivos lusos

Otro de los equívocos más frecuentes en los restaurantes lusos es pensar que los aperitivos, llamados entradas, que sirven en la mesa sin pedirlos, son gentileza de la casa. «Los portugueses deberían informar al turista sobre ello para evitar sorpresas desagradables a la hora de pagar, lo que ocurre muchas veces», declara Jesús, madrileño residente en Lisboa hace una década. «No solo cometemos fallos los españoles, también los portugueses que deben mimar más a los turistas sin buscar el beneficio de un día», termina.