Lobios pasa del calor y engulle mil raciones de callos limiaos

AL SOL

Santi M. Amil

Este año la fiesta incluía también espetada de cerdo

20 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando empieza a apretar el calor, parece que apetecen platos fresquitos y llenamos la nevera de ensaladilla rusa y gazpacho. ¿A quién le pueden apetecer unos garbanzos en pleno agosto? Pues, aunque parezca mentira, ayer en la localidad ourensana de Lobios celebraron su vigésimo primera edición de la Festa dos Callos Limiaos y se repartieron en torno a un millar de raciones del manjar. Y, por si alguien pensaba que así podría tratarse de una comida demasiado frugal, este año la novedad del menú era que, además, se ofrecía espetada de cerdo.

Todo delicioso, claro, pero caliente, muy caliente para un día de agosto, como el de ayer, en el que parte de la provincia de Ourense estaba en alerta amarilla por temperaturas elevadas. En Lobios alcanzaron los 32 grados, lo ideal para tomarse unos callos limiaos, que llevan ese nombre por tratarse de una receta típica en esta comarca, A Baixa Limia. Dicen los cocineros que coordinan el trabajo, Tomás Fernández y Francisco Silva, que se trata de una elaboración especial porque utilizan más pata de ternera de la habitual y el resultado es un plato aún más consistente.

La idea de celebrar una fiesta gastronómica como esta en pleno agosto no tiene como objetivo hacer sudar al personal entre cucharada y cucharada, no. Hace 21 años, el Concello decidió programar esta cita en el penúltimo domingo del mes «como homenaxe aos emigrantes», recuerda la alcaldesa de Lobios, María del Carmen Yáñez. Esta es una de esas localidades, como tantas otras de la provincia, que multiplican su población en estas fechas gracias a los que un día tuvieron que hacer las maletas para emigrar, pero que aún mantienen el vínculo con su tierra.

Ayer ellos llenaban el pabellón municipal llegados desde Barcelona, Estados Unidos, Alemania... Y todos encantados, al igual que los muchos portugueses que aprovechan la cercanía de Lobios a la frontera para disfrutar de esta fiesta gastronómica. El espacio contaba con unos refrigeradores de aire y el calor «vaise levando», aseguraba algún comensal. Dentro se estaba a 26 grados. Además, para refrescarse tras la enchenta, el Concello organizó juegos junto a la piscina por la tarde.

Aunque, si lo que buscaba uno era evaluar su propia resistencia al calor, también podía concluir la jornada con una visita al balneario o a las termas naturales de uso público que existen en la localidad. Un plan ideal que, quien quiso, podía completar participando en la undécima edición de la Carretada de Lobios, una competición por parejas en la que hay que tirar de un viejo carro por un circuito.