Cenicienta 3.0

María Suárez González

AL SOL

María Suárez González. 49 años. Corme. Ama de casa y escritora

09 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Camine hacia nosotros con toda naturalidad y ya le diremos cuando tiene que pararse». Mi hija me decía ilusionada: «¡Verás, mamá, verás cómo te gusta!». Me senté para probar y adelanté el pie derecho intentando interpretar lo mejor posible mi papel de Cenicienta ante el paje real y el zapatito que le traería una nueva vida. De nuevo, el corazón me dio un vuelco; mi mente me engañaba una y otra vez queriendo ver lo que no había. Lo que hubo. No escuché lo que me decían, me lo repitieron de nuevo: «Camine hacia nosotros con toda naturalidad y ya le diremos cuándo tiene que pararse». Temblaba con los nervios. Estaba muy arrepentida de permitir que mi hija me acompañase, de utilizar sus sonrisas como escudo a mis miedos. Pensé que así lo haría mejor pero, ¿y si no salía bien? ¿Y si la defraudaba? ¿Y si me defraudaba a mí misma dándome cuenta de que sobrevaloro mi amor de madre y pesa más el amor propio? «¡Venga, mamá, vas a caminar como un ángel de Victoria’s Secret!».

La ironía me dio fuerza para ponerme en pie. ¿Dónde tienen la naturalidad esos ángeles? «Bien, camine despacio pero sin pararse. No se preocupe, estamos muy pendientes». Lo hice, caminé como Jesús sobre las aguas, con fe. «Muy bien, es suficiente. Parece que todo ha quedado perfecto». Todos sonreímos. Saldría de allí caminando con mi prótesis nueva. Ocho meses desde el accidente y caminaba sin apoyos. Ocho meses. Y mi mente ve mi pie.