La oferta

Isaac Pedrouzo CON CHANCLAS

AL SOL

31 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es casi una burla que este verano termine así, dándome un tortazo a golpe de granizo, riéndose en mi cara por haberme comprado un bañador nuevo y moderno a finales de agosto.

Siempre fui especialista en llegar tarde a todo.

Llegué muy tarde a eso del smartphone a propósito y sin poder contárselo nunca a nadie.

Durante un año entero todas mis facturas de móvil -que se presentaban con un Isak Pedroza en el destinatario- llegaban con un 0 en el total a pagar. Nunca pregunté y fui dejando pasar el tiempo buscando la oportunidad adecuada para cambiarme de compañía o para darme de baja escurriendo el bulto como profesional que soy en la materia.

Me llamaron durante meses ofreciéndome tarifas ridículas cercanas a la tercera parte de lo que yo en teoría pagaba, móviles de gama alta que mi sueldo no podía comprar y todo tipo de descuentos exagerados. Yo, con el miedo de perder mis facturas a cero, me excusaba con pretextos sin sentido que nunca nadie sería capaz de creer: «Uy, eso de la Internet es muy complicado para mí» o «No, mire, yo así le estoy contento», terminando por desquiciar a teleoperadores y vendedoras con mi ignorancia fingida.

Vivir sin WhatsApp era un precio módico a pagar si este trato mío iba a quedarse así para siempre. Pasarse el resto de la vida hablando por teléfono gratis, mandando SMS y MMS sin coste, Internet en la palma de la mano no me parecía vital.

Una tarde de agosto recibí un mail -porque el resto de ventajas de Internet sí las utilizaba en el ordenador de casa- con remite de la empresa de telefonía pidiéndome que me pusiera en contacto con ellos lo antes posible, teníamos que tratar un cambio serio en mi contrato.

Bajé a la calle casi sin poner el pie en ninguno de los escalones que salían de mi piso en busca de la tienda que tuviese la mejor oferta de verano en móviles, decidido, ahora sí, a mudarme antes de que pensasen siquiera en reclamarme un año de facturas.

Terminé aquel verano en otra compañía aliviado, no sin antes recibir un nuevo mail de la empresa anterior lamentando no poder haber convertido mi contrato estándar en uno premium lleno de ventajas.

Terminé aquel verano, eso sí, con un iPhone y mi nombre correcto en las facturas.