Estos albergues son muy diferentes

tania taboada

AL SOL

Daniel R. Portela

¿Un parada «chill-out» en el Camino? ¿Y para vegetarianos? Es posible

06 ago 2017 . Actualizado a las 10:58 h.

Cuando el Camino de Santiago cogió fuerza, algunos no desaprovecharon la oportunidad. Consideraron que dar cobijo y alimento a los caminantes por un bajo precio sería la apuesta perfecta. No se equivocaron. Los albergues privados comenzaron a triunfar y muchos se sumaron a este negocio. Empezó entonces a dispararse el número de albergues privados. En localidades donde empezaron siendo tres, actualmente superan la veintena. Dado el incremento de estas edificaciones, a los nuevos emprendedores no les quedó otra. Tocó poner la mente a funcionar e innovar. Descubrieron que lo distinto es lo que atrae.

Como lo de Maryjn Voogt y Jessica Moro, un holandés y una italiana. Ambos vegetarianos, montaron su negocio donde se conocieron. Aplicaron su filosofía de vida a su proyecto y construyeron en A Balsa, Triacastela (Lugo). Se llama El Beso y es un albergue ecológico. «Nos conocimos en el 2011, el último día del Camino. Cada uno regresó a su país y, a los dos meses, decidimos vernos y montar nuestro proyecto. Buscamos durante meses y en el 2012 encontramos aquí una casa en ruinas. Reunimos fondos para las obras y la abrimos», explica Voogt.

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«El espacio era perfecto e iba acorde con nuestra filosofía de vida y lo que queríamos regentar», indica Jessica Moro. Explica, además, que el empleo de material reciclado, disponer de una huerta y servir al peregrino solamente menú vegetariano está entre su filosofía.

Otra característica de este albergue es que acoge a voluntarios. Elisa Piacentini, una italiana de 24 años y estudiante de Pedagogía, trabaja en el albergue a cambio de alojamiento. «El año pasado hice el camino y me enamoré de esta vida. Recibo a los peregrinos, ayudo a preparar la cena y colaboro en los atrabajos del albergue», cuenta Elisa. En septiembre regresará a su país de origen.

«Chill Out» en Sarria

De una casa de piedra deteriorada a un albergue  chill out. Es el caso de Oasis, uno de los pocos albergues gallegos que cuenta con terraza con jardín para que el peregrino descanse en una tumbona y disfrute de una caña. Abrió sus puertas en mayo del 2013 y lo regenta Iván Eric. «Que el peregrino se tumbe, descanse y se relaje es el objetivo. Disponemos de ducha exterior y de un grifo de cerveza. Tenemos una cocina para que los caminantes preparen sus menús. Ellos traen los ingredientes y nosotros ponemos la cocina», explica.

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El albergue se encuentra en la entrada del municipio de Sarria y tiene capacidad para 27 personas. «Nos caracterizamos por un servicio personalizado para los peregrinos y un ambiente familiar», concluye el gerente del albergue Oasis.

Cambio por una vida diferente

José Antonio y Paloma residían en Madrid pero querían un cambio de vida. Hicieron el camino de Santiago y a tres kilómetros de Sarria encontraron el lugar idóneo para hacer realidad su deseo. Compraron una parcela a tres kilómetros de la villa de Sarria y en marzo de 2006 inauguraron su albergue de 30 plazas.