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La tierra agrícola se revaloriza en Galicia tras una década en caída libre

Xoán Ramón Alvite Alvite
x. r. alvite REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

X. R. Alvite

El precio medio de una hectárea supera los 14.000 euros, un 5,6 % más que hace un año

04 dic 2018 . Actualizado a las 17:30 h.

No atraviesa un buen momento en cuanto a rentabilidad, pero, paradójicamente, el agroganadero no deja de crecer y consolidarse como un sector clave para la economía de Galicia. Buena prueba de ello es el aumento que registra en el último año la producción láctea y cárnica pese a las bajas cotizaciones en origen o en el incremento del precio de la tierra en un contexto general de pérdida de población rural y cierre de explotaciones.

Este último aspecto resulta especialmente significativo, pues rompe con una tendencia que se venía manteniendo durante la última década, cuando la pérdida de valor de los terrenos de cultivo ha sido una constante. En este sentido, el ejercicio pasado supuso un significativo punto de inflexión, pues el incremento experimentado por el precio de la tierra en Galicia fue del 5,6 %, el más alto de España -la media nacional fue del 2 %-, solo por detrás de La Rioja (6,9 %) y Madrid (6 %).

Según los datos de la encuesta de precios de la tierra, elaborada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, una hectárea de superficie de cultivo cuesta en Galicia 14.331 euros de media, 758 más que hace solamente un año. Se trata del tercer importe más elevado dentro de la Península -en Baleares es de 20.000 euros y en Canarias se eleva por encima de los 85.000 euros-, tras Andalucía y la Comunidad Valenciana, donde la hectárea se vende a un promedio de 19.957 y 18.788 euros, respectivamente. En el otro extremo se sitúan Extremadura, con 4.149 euros por hectárea, y Castilla y León, donde la cantidad media es de 5.787 euros.

Para la elaboración de este estudio de cotizaciones, la Subdirección General de Análisis, Coordinación y Estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en colaboración con las diferentes comunidades autónomas, ha llevado a cabo una exhaustiva recopilación de las características y precios de hasta 21 tipos diferentes de tierras libres en venta dedicadas a uso agrícola.

En la práctica totalidad de los registrados en Galicia, se confirma la evolución creciente de los precios. Sin embargo, las cotizaciones difieren de forma sustancial entre los considerados, por volumen de superficie dedicada, cuatro cultivos principales. Así, por ejemplo, las cotizaciones medias oscilan entre los 12.312 euros por hectárea de pastos y praderías -usos mayoritarios en la comunidad- y los 33.712 euros a los que se paga la hectárea destinada a uva de vinificación.

Entre ambos extremos se sitúan los terrenos dedicados a cultivos herbáceos que tienen precios medios que oscilan entre 17.261 y 18.228 euros por hectárea, en función de si son de regadío o secano. En este último caso, la variación interanual del precio es del 10,6 %, una de la más altas registradas por ningún tipo de suelo en el conjunto de España.

¿Cómo es posible que, aun atravesando un mal momento económico, las explotaciones agroganaderas paguen más por la tierra? Todo apunta, inicialmente, a la vocación de permanencia en el sector que siguen mostrando los profesionales gallegos y, de forma más concreta, por el interés creciente en aumentar la base territorial de sus explotaciones.

Con ello persiguen, cultivando la mayor cantidad posible de forraje en sus propias fincas, minimizar la dependencia que tradicionalmente tienen de la compra de alimento en el exterior y reducir los costes de alimentación, que, en el caso del vacuno de leche, representan más del 65 % de los gastos totales de producción.

El suculento negocio de alquilar terrenos para cultivos donde antes había vacas

En los últimos cinco años, más de dos millares de granjas gallegas han abandonado su producción liberando de cultivos más de 30.000 hectáreas de terreno. Esta superficie, lejos de quedar en abandono, sigue produciendo por el interés creciente de otras explotaciones en hacerse con ella. Este fenómeno resulta habitual en municipios de gran vocación ganadera, como es el caso de Mazaricos, donde los arrendamientos anuales de una hectárea de pradería llegan a superar los 500 euros.

«Tan pronto tiveron coñecemento de que vendía as vacas xa viñeron tres ou catro preguntarme se lles arrendaba as leiras», apunta un vecino de Mazaricos que cuenta que la mayoría de sus fincas se las alquiló a un vecino a 15 euros el ferrado -424 metros cuadrados-, pero que por otras cobra 25. «Se botas contas, case lle saco máis diñeiro agora ao alugueiro das propiedades que o que conseguía coas vacas», sentencia.

A este interés por arrendar fincas -algunas granjas llegan a alquilar predios en ayuntamientos vecinos para cultivos de temporada como el maíz- se suma la recuperación de montes o tierras improductivas para dedicarlas a un uso agrario. «Moitos están facendo pradarías en terreos que estiveron plantados e que xa antes tiveran un uso agrario. É como se estivésemos volvendo ao pasado en moitas cousas», sentencia un ganadero de Santa Comba que reconoce que, desde la desaparición de las cuotas en marzo del 2015, logró duplicar la base territorial de su granja y pasar de 11 hectáreas a las más de 20 hectáreas que trabaja actualmente.